SUS MÚLTIPLES FACETAS muestran que Federico Bonasso es un apasionado de la expresión. El músico, literato y compositor de cine ha relanzado su proyecto en solitario La subversión, aquel que delineó a finales de la década de 1980, cuando se consagró como la voz de la banda mexicana Juguete Rabioso.
El hombre nacido en Argentina se dice orgulloso de ser parte de esa generación integrada por Café Tacuba y Santa Sabina, aunque su verdadera pasión se asoma cuando habla de La subversión y su centenar de canciones que han descansado en silencio y a las cuales él busca despertar con una segunda oportunidad. Newsweek en Español habló con él de cara a su presentación en el Lunario del Auditorio Nacional del próximo 7 de abril.
Foto: Antonio Cruz/NW Noticias.
—¿Por qué llamaste a este proyecto La subversión?
La subversión tiene dos connotaciones para mí. Primero, yo nací en la Argentina del terrorismo de Estado y de muy niño tuve que cambiar mi nombre, escondernos, vivir en la clandestinidad, y aquellos opositores políticos a este régimen brutal, asesino, que fue la última dictadura militar argentina, eran llamados por estos la subversión. Me gustó mucho eso porque hay una connotación de batalla, de rebeldía, y aunque el diccionario no le da ese término yo le doy una nueva acepción que es una sub-versión, una versión diferente a la que yo tenía con Juguete Rabioso.
—¿Cómo ha vivido Juguete Rabioso su segundo aire?
—Juguete Rabioso salió del largo periodo de hibernación en el que estuvo porque nunca se despidió formalmente. Teníamos ganas de juntarnos y la invitación del Vive Latino del año pasado fue una gran excusa en donde nos encontramos con tantos amigos que tenían nostalgia de aquellos temas de los años 90, y nos dimos cuenta de que Juguete, si quería vivir, necesitaba hacer su tercer disco. Entonces, estamos trabajando Santiago [Behm] y Coco [Ruiz de Velasco] en eso. Creo que somos mejores músicos, somos más conscientes de nuestras capacidades y las usamos mejor.
Foto: Antonio Cruz/NW Noticias.
—¿A qué se debe esa nostalgia por los tiempos pasados de la que hablas?
—Yo creo que tiene que ver con un problema psicológico, que es que tú hiciste durante mucho tiempo de tu vida algo importante que te marcó. Nosotros fuimos parte de una generación que vino inmediatamente después de La Maldita Vecindad y Caifanes. Eso generó una identidad que, después de un tiempo de desgaste lógico, entró en esta siesta e incluso de la que uno renegó. De repente nos dijimos: ‘Por qué vamos a renegar por sentirnos viejos prematuramente con un pudor que puede llegar hasta ser falso; por qué vamos a renegar de esa identidad si nosotros somos Juguete Rabioso, es parte fundamental de nuestras vidas’.
—Federico, ¿cuándo fue la última vez que experimentaste la nostalgia del exilio?
—Te diría que es hoy cuando la experimento porque hay diferentes tipos de exilios, y esos diferentes tipos de exilios remiten, siempre que los experimentas, a un exilio general y primordial que es el que contaba también Homero en La odisea, que es ese regreso a Ítaca incumplido. Es decir, Ítaca es una metáfora no solo de un lugar geográfico, está el exilio de tu propia juventud, de tu adolescencia. Y también en mi caso está el exilio concreto histórico al que fui sometido. Yo soy orgullosamente un hijo del exilio.
—¿Cuándo fue la última vez que extrañaste vivir en Argentina?
—Intenté regresar a la Argentina en 1999, cuando Juguete Rabioso parecía casi muerto o herido de muerte. Pasé un año viviendo allá y fue una experiencia muy dura, casi traumática, de la cual yo hice una novela. Ahí se me quitaron las ganas. Creo que es una sociedad que entra cíclicamente en un estado perverso de autodestrucción. Me causa mucho dolor Argentina y también me lo causa México. A veces he pensado en vivir en Noruega, pero es un idioma un poco complicado.
Foto: Antonio Cruz/NW Noticias.