Si Ulises hubiera podido pagar para volver a la isla de Ítaca, es probable que lo hubiera hecho para ahorrarse los diez tormentosos años de viaje narrados en La Odisea.
Aunque claro, el viaje de Ulises nunca habría sido una obra clave en la literatura universal.
Hoy los viajeros de Tijuana-San Diego, —la frontera más transitada del hemisferio occidental— contemplan la posibilidad que no tuvo Ulises: pagar para ahorrarse horas de tráfico y conflictos en su camino a los Estados Unidos.
Después de una millonaria y sufrida remodelación del cruce internacional de San Ysidro, autoridades de Estados Unidos avanzan rumbo a un nuevo modelo, con un plan de pago de cuota en una nueva frontera.
No es una ruta de paga tradicional entre los dos países, sino una innovadora idea que semeja las tarifas flexibles de servicios de transporte como Uber.
Se trata de la garita Otay Este (también conocida como Mesa de Otay 2) que se ubicaría a poco más de tres kilómetros al este de la actual garita de la mesa de Otay.
“Las cuotas en esa garita van a ser dinámicas, van a subir y bajar dependiendo de la demanda que haya. De modo que en tiempos cuando haya mucha demanda, va a subir el precio y cuando baje la demanda de los cruces en la frontera, entonces bajará la cuota” dice Gary Gallegos, presidente de la Asociación de Gobiernos de San Diego, (Sandag).
El proyecto implicaría desarrollar además del nuevo puerto fronterizo, un sistema de información que recabe datos confiables de los tiempos de espera en todas las garitas de la región, y una aplicación para teléfonos inteligentes.
Sí, habrá unaapp para cruzar.
El viajero podrá decidir por dónde cruzar una vez que sepa cuánto tardaría y cuánto tendría que pagar.
La meta es que a partir del 2018, la espera para ingresar a la Estados Unidos no exceda los 20 minutos.
La nueva instalación que promueven como una “frontera inteligente” tendría 20 carriles: 10 para el cruce de vehículos particulares y 10 para transporte de carga.
Estos carriles podrían ser flexibles e intercambiables porque si hay mayor demanda de vehículos particulares, temporalmente podrían usarse los de los tractocamiones y viceversa.
Sandag calcula que la cuota estaría alrededor de los tres dólares por automóvil y 15 dólares para un transporte comercial.
El costo para cruzar por Otay Dos podría aumentar si la espera en las otras garitas es prolongada. Esto permitiría a los operadores evitar que demasiados autos elijan usar la garita de cobro.
El objetivo es que el aumento en el precio evite que se sature el nuevo cruce y aumente la espera.
En momentos de mucha demanda, daría la posibilidad de cruzar en menos de veinte minutos si el usuario considera que el ahorro de tiempo vale el gasto.
“Tenemos que irnos acostumbrando a que si queremos un nivel de eficiencia en los cruces fronterizos, tenemos que pagar” dice Ken Morris, presidente de Cross Border Group.
La empresa realiza un nuevo estudio que determina cuánto tiempo toma actualmente cruzar la frontera, cuál es el impacto al medio ambiente y qué tan dispuesta está la gente a pagar por “pasar al otro lado”.
Morris tiene años analizando los cruces fronterizos y una década haciendo estudios para determinar la tardanza del cruce y el impacto en la vida en ambos lados de la frontera.
El problema de la lentitud en el cruce fronterizo es muy viejo y costoso para la región.
Es el mantra que repiten desde el siglo pasado quienes ven el potencial de desarrollar una comunidad binacional mucho mejor integrada.
“Se habían tardado con un proyecto de esta magnitud”, dice el especialista en desarrollo regional, Ismael Plascencia.
El economista y académico de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), dice que el proyecto es una respuesta a la competitividad que perdió Estados Unidos llevando sus empresas a China, donde los asiáticos copiaron tecnología, conocimiento y abarataron costos.
“Hoy Estados Unidos necesita más de México que nunca, y para lograrlo requiere invertir en cruces fronterizos más ágiles con ayuda de tecnología”, dice Plascencia.
“Los tiempos de espera de la frontera en la región de San Diego-Baja California le cuestan a Estados Unidos y México 7.2 mil millones en producción económica anual combinada, y más de 62 mil puestos de trabajo cada año”.
Los ‘cuellos de botella’ en la Garita Otay Mesa, —principal cruce fronterizo comercial de la región— y en la Garita San Ysidro, —el cruce fronterizo terrestre más transitado del Hemisferio Occidental— restringen el flujo de personas y mercancías, eliminando oportunidades económicas”, dice la presentación de Sandag sobre el proyecto de Otay 2.
El impacto hoy podría ser mucho mayor, porque los datos disponibles son del estudio realizado hace 10 años.
Con el nuevo proyecto de análisis que está en marcha, también buscan saber cuál es el principal motivo de viaje, de dónde parten, cuánto gastan y qué tanta contaminación se genera. Los resultados estarán disponibles el año entrante.
Cualquier fronterizo que acostumbra cruzar regularmente, sabe del sufrimiento que causó usar la garita de San Ysidro durante el periodo de remodelación. Hacer fila por más de tres horas no era extraño.
Los trabajos que empezaron en 2011, incluyeron 10 carriles más y 62 puntos de revisión para agilizar la capacidad para procesar a los viajeros internacionales.
En lugar de una caseta de inspección por fila, la mayoría ahora tienen dos.
Al terminar la ampliación de carriles disminuyeron los tiempos de espera. “En 2014, cuando abrimos los nuevos carriles, la gente estaba cruzando en 10 minutos. En media hora cuando mucho”, dice Sidney Aki, director del puerto fronterizo de San Ysidro.
Pero la alegría de los viajeros duró poco.
“Estas garitas y los proyectos que se han hecho en San Ysidro, han valido la pena y son buenos para la región binacional, pero no son suficientes”, dice Gallegos, director de Sandag.
Hoy las autoridades norteamericanas reportan que hay más gente cruzando por San Ysidro.
El aumento de usuarios es de un 27%, de acuerdo con los datos de Sandag.
Sidney Aki, dice que durante el año fiscal del 2014, entraron por esa garita 47 mil vehículos al día aproximadamente, mientras que para el 2016, el promedio es de alrededor de 60 mil vehículos.
Aki afirma que en cuanto se divulgó la información de que los tiempos de espera habían disminuido tras la remodelación de la garita principal de Tijuana, más gente se animó a hacer el viaje.
“Tuvo un impacto estupendo”, expresó.
La remodelación de la garita de San Ysidro al final costará aproximadamente 732 millones de dólares. Pero la capacidad de los gobiernos de ambos países parece estar rebasada por el crecimiento de las ciudades fronterizas.
Todos los días, el Consulado de Estados Unidos en Tijuana tramita 600 solicitudes de visa, y el 80% son aprobadas.
Por eso, aunque hay más carriles y más casetas de inspección, las filas son más largas.
En 2014, más de 11 millones de vehículos utilizaron San Ysidro en todo el año.
Para julio del 2016, ya habían superado esa cifra y esperan que a fin de año, la cantidad esté cerca de los 14 millones.
Este es un problema económico y ambiental: a mayor tráfico en espera, mayor contaminación ambiental por los gases que emiten los autos.
Además de las pérdidas económicas por la tardanza en los cruces, el problema se vuelve riesgoso por la falta de infraestructura para acceder a los puertos fronterizos.
“La infraestructura vial está unos 20 años atrasada”, dice Ken Morris.
Pero cuando la infraestructura es superada por la demanda, la tecnología gana terreno.
Para el economista Ismael Plascencia, el proyecto es parte de la tendencia global de resolver problemas con uso de las tecnologías de información.
Plascencia cree que los volúmenes de información que procese el proyecto, permitirán a empresas, ciudadanos y gobiernos tomar mejores decisiones para el manejo de su tiempo.
Porque hoy cruzar es un verdadero lío en ‘horas pico’.
El caso más evidente está en las calles de Tijuana que llevan a la garita de San Ysidro.
Todas las mañanas, los autos se detienen en el carril central de una de las vías de mayor velocidad de la ciudad.
Una de las filas de quienes ingresan por los carriles denominados “Ready Lane”, se extiende por varios kilómetros, invadiendo vialidades céntricas.
Ya han ocurrido choques entre los autos que repentinamente tienen que frenar.
Incluso los automovilistas que no se dirigen a la frontera pero que utilizan esa ruta, tienen que extremar precauciones al pasar por ahí.
Los autos que hacen fila, atraen a toda clase de vendedores y pedigüeños que circulan entre los autos.
Hasta octubre 5 del 2016, la policía de Tijuana registró en las inmediaciones de la garita de San Ysidro 357 “hechos de tránsito” la mayoría son choques por alcance. Un número similar ocurre pero no se registran porque al final los automovilistas llegan a un acuerdo.
También son comunes los pleitos entre conductores desesperados.
La policía atiende en horas pico hasta 10 reportes de riñas entre los automovilistas que intentan cruzar la frontera.
“Las personas no quieren hacer fila, se quieren meter” dice el jefe de la Policía de Tijuana, José Luis López Medina.
La corporación asigna cincuenta agentes para los carriles de acceso, aunque lo óptimo para mantener el orden serían 100.
“Todos tienen prisa y todos quieren cruzar al mismo tiempo, pero las filas son largas y lentas. La desesperación y el coraje ya los llevó de las palabras a los golpes”.
Según datos de Aduanas y protección fronteriza en general un oficial tarda entre 60 y 65 segundos para procesar un auto por las filas de cruce regular.
En los carriles denominados Ready Lane, donde los usuarios tienen documentos con tecnología que permite al inspector revisar información por adelantado, tardan de 42 a 45 segundos por vehículo.
Y en los accesos conocidos como Sentri, donde los usuarios son considerados de bajo riesgo y ya han completado una revisión exhaustiva, la interacción con el agente dura apenas de 20 a 22 segundos.
“Tardamos más o menos el mismo lapso de tiempo para procesarlos que antes”, dice Sidney Aki.
El ahorro de tiempo que toma la revisión está en la tecnología.
“El tiempo siempre debe ser lo más valioso de una sociedad”, dice el economista Ismael Plascencia.
La expectativa es que si pagando se cruza de un país a otro sin problemas, la gente y las empresas lo harán, justo como lo habría hecho Ulises para volver a su Ítaca.
Probablemente no sufriremos 10 años llegando de un país a otro, pero con este nuevo modelo binacional de negocios, reduciremos la contaminación y varias horas de espera por semana.