

Esa
semana de terror horrendo quedará grabada en nuestra mente para siempre.
Francia pasó recientemente por la semana más terrible en su historia reciente y
una pesadilla nueve meses después de la atrocidad de Charlie Hebdo. Más de 120 muertos, muchos cientos de heridos, la
mayoría de los cuales eran jóvenes parisinos que disfrutaban de una noche de
viernes. Los franceses están sangrando de dolor y todavía no hemos llegado al
momento terriblemente emotivo de los funerales. Hemos de esperar más tristeza,
dolor e ira. Sí, ira.
La
situación actual es definitivamente muy diferente a la de enero pasado. Una
gran parte de la población es incapaz de entender esta tragedia tan pronto
después de la advertencia de Charlie
Hebdo.
En
julio de 2014, yo inicié la creación de un comité de investigación en el Senado
sobre el yihadismo y lo copresidí. Nuestro informe ha llevado a cierto avance
en ciertos campos, a pesar de los límites de las investigaciones senatoriales.
No obstante, hoy nos sentimos indefensos de frente al monstruo llamado EI.
Por
supuesto que combatiremos y enfrentaremos a EI en el extranjero, pero aquí en
Francia tenemos que enfrentar otro enemigo: el salafismo. Desgraciadamente,
hemos fracasado en integrar a la nueva generación de jóvenes musulmanes que año
tras año rompen sus vínculos con los ciudadanos del país y no tienen la
sensación de pertenecer a la sociedad francesa.
Al
mismo tiempo, la ley clerical francesa y la regulación de la laïcité (laicismo) no permiten que el
estado interfiera en la organización de cualquier religión de cualquier tipo.
De hecho, hemos permitido el libre desarrollo de un islam descontrolado en el
que imanes y capellanes son instruidos en el extranjero y casi cualquiera puede
promocionarse como un imán y predicar en el país.
Y
henos aquí. Más de 1,800 combatientes extranjeros franceses en Siria, más de
7,000 personas al borde de la radicalización bajo vigilancia, una comunidad
musulmana de más de siete millones de personas, y ningún derecho legal para el
gobierno de interferir en el ámbito religioso.
Francia
enfrenta una tarea muy difícil al tratar de resolver una ecuación imposible.
¿Cómo podemos combatir el salafismo sin afectar al 99 por ciento de la
comunidad musulmana que se comporta como ciudadanos responsables? ¿Cómo podemos
combatir la radicalización en estos tiempos dolorosos cuando nadie quiere oír
hablar de “prevención” o “diálogo cultural”? ¿Cómo podemos evitar que la ira se
convierta en islamofobia?
El
clima en Francia está muy pesado, como una oscuridad interminable. Esa semana
trágica desafiará al país.
En
este momento me siento incapaz de predecir algo. Estamos tratando de regresar a
nuestras vidas normales. Aquí en el Senado, se siente como si estuviéramos en
una especie de zona gris.
A
partir de hoy, nuestros ministros del interior y de justicia tienen que
trabajar codo con codo por nuestros intereses presentes y futuros. Es nuestro
interés común salvar nuestro futuro común. Ya no podemos recortar nuestros
presupuestos de defensa. Ya no podemos depender de la ayuda de EE UU. Como
europeos, debemos reconstruir nuestro sistema de seguridad con una voluntad
fuerte. Los europeos tenemos que replantear nuestras regulaciones fronterizas,
ya que estamos en una guerra contra el terrorismo. Tenemos que unificar
nuestras leyes migratorias. Necesitamos más Europa, no menos.
Los
pasos a seguir ahora son claros: la adopción de un registro de nombre personal
para monitorear a todos los viajantes; un mejor intercambio de inteligencia y
ejecución de controles fronterizos. Tenemos que entrenarnos en la detección de
jóvenes musulmanes al borde de la radicalización. Tenemos que construir un
programa común para combatir la radicalización. Necesitamos la experiencia del
Ministerio del Interior británico. Necesitamos más cooperación. Necesitamos más
entendimiento humanitario y acción y más armonización.
Estamos
en un mundo muy escalofriante. Los europeos estamos en el mismo bote. Combatir
al terrorismo es nuestra cruzada; terminará con nuestra victoria. No podemos
rendirnos y no podemos ser débiles. No podemos ser injustos con los migrantes y
al mismo tiempo necesitamos fronteras más seguras.
Como
miembro del Senado francés, pienso que no tenemos más opción que la solidaridad
en este momento terrible que enfrentamos. La solidaridad entre las naciones
europeas y la población europea. Ahora tenemos que actuar con fuerza para
demostrarles a los terroristas que somos capaces de luchar juntos a la par que
conservamos nuestros valores democráticos. Esto será todo un reto, pero no
tenemos otra opción para nosotros y para nuestros hijos.
Nathalie Goulet es miembro del Senado
francés (la cámara alta del Parlamento francés), representando al departamento
Orne de Francia. Ella también es miembro del comité de asuntos exteriores y
defensa y copresidenta del comité sobre yihadismo del Senado francés.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek
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