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Cómo nació la Polvorita

Publicado el 30 de abril, 2015
Cómo nació la Polvorita

En distintas ocasiones algunas personas han solicitado que publique los antecedentes sobre cómo surgió la idea para denominar esta columna “La inocente polvorita”, ¿por qué inocente y por qué polvorita?

La tarde y noche del15 de mayo de 1981 llovió copiosamente en la ciudad de Pachuca. Hubo, como de costumbre, anegamientos en las calles del centro histórico. Alrededor de las 21 horas, varias colonias del sur y poniente de la capital se cimbraron a consecuencia de tremenda explosión que provocó la destrucción de una casa y averías en otras, así como la muerte de cuatro mujeres y una niña en la colonia Rojo Gómez, colindante con la Morelos.

Además de daños en viviendas, los cristales de puertas y ventanas de muchas casas aledañas, situadas en más de 500 metros a la redonda, resultaron destruidos.

¿Por qué se produjo la explosión?, ¿dónde y cómo?

Las investigaciones realizadas por el Ministerio Público esclarecieron que el contratista de terreros, Manuel Flores, guardaba cajas de dinamita, cápsules (detonantes), cañuelas y carburo en su casa, ubicada en la colonia Rojo Gómez, donde vivía con cuatro de sus hijas y la niña que fallecieron.

Las víctimas fueron sepultadas, pero en vez de cinco ataúdes hubo seis, pues se afirmaba que el dueño de la casa, el señor Manuel Flores, también había perecido.

Muchos días después de la trágica detonación, los peritos determinaron que el cuartucho donde almacenaban la dinamita, los detonantes y el carburo, tenía goteras y que eso provocó que el agua y el carburo hicieran ignición, la cual que se propagó a los fulminantes y a la nitroglicerina, sobreviniendo el estruendo.

Los expertos y los mineros consultados señalaron que un cartucho de dinamita (de aproximadamente 3 centímetros de grosor y 20 centímetros de largo) sólo puede estallar con el capsul o detonante, y la cañuela, siempre y cuando ´esta sea encendida, como se realizaba en labores mineras.

Las versiones de los abogados de la familia Flores eran contrarias a las de los peritos. Negaban que hubiera cajas con el explosivo, que solamente unos cuantos cartuchos.

(En la jerga minera se le decía pólvora a la dinamita. Al cartucho con el cápsul, conectado con la cañuela, bombillo. Era probable que en la casa del contratista Manuel Flores, hubiera bombillos preparados y ello desencadenara el estallido).

El licenciado Pedro Flores, hijo del contratista, fungía como director de Gobernación en la administración del gobernador Jorge Rojo Lugo. Sus influencias fueron determinantes para evitar que su padre fuera enjuiciado por los daños y la muerte de sus descendientes.

Por ello se fingió la sexta inhumación. El sexto ataúd estaba vacío. Manuel Flores estaba a salvo en una ciudad fronteriza.

Las especulaciones sobre el estallido eran diversas y descabelladas; ingenuas y absurdas; inocentes y trágicas.

Como los peritos hicieron énfasis en que los cartuchos o pólvora no truenan si no llevan insertado el fulminante, era inocente suponer todo lo contrario.

Así surgió La inocente polvorita, en el mes de mayo de 1981. Al salir a la luz pública en el diario El Sol de Hidalgo, dirigido por don Fausto Marín Tamayo, relatamos algunos casos de la vida real sucedidos en Pachuca. Por ejemplo, el de una pareja de jóvenes enamorados.

Él, minero de condición muy humilde; ella, de padres reacios a permitir el noviazgo, que prohibían que la agraciada muchacha saliera a la calle por las tardes.

En cierta ocasión, ya al anochecer, la pareja se reunió y refugió en el quicio del zaguán de una vecindad de los barrios altos. El jovencito llevaba dos bombillos conectados con una cañuela, amarrados en la cintura. Después de dolerse de su desesperada situación, encendió un cigarrillo, abrazó a su novia, acercó la lumbre a la punta de la mecha, la encendió, transcurrieron unos cuantos segundos y los dos cuerpos fundidos en el estrujo mortal, volaron en pedazos.

Poco más de un año después de la explosión en la colonia Rojo Gómez circuló la especie de que Manuel Flores había fallecido, de verdad, en la ciudad estadunidense de Brownsville, Texas. Sólo su familia sabe dónde reposan sus restos.

La inocente polvorita

Anselmo Estrada Alburquerque

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