
UNA PRUEBA DE TRES MINUTOS, desarrollada por la Universidad de Bath, en el Reino Unido, podría identificar a las personas con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer mucho antes que los métodos de diagnóstico tradicionales.
Este método, conocido como Fastball, es accesible y de bajo costo, lo que lo convierte en una herramienta potencialmente revolucionaria para la detección temprana.
La prueba Fastball utiliza electroencefalografía (EEG) para medir la respuesta cerebral del paciente. El proceso es sencillo: se muestran varias imágenes al sujeto, y se colocan sensores en su cuero cabelludo. Luego, se presentan las mismas imágenes de manera rápida para registrar la respuesta automática del cerebro al reconocerlas.
Esta información permite detectar problemas de memoria relacionados con el Alzheimer antes de que los síntomas sean evidentes o diagnosticados clínicamente.
En un estudio piloto, la Universidad de Bath y la Universidad de Bristol probaron el método en 54 adultos sanos y 52 pacientes con deterioro cognitivo leve (DCL). El DCL a menudo precede al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, por lo que su detección temprana es crucial.
Los investigadores encontraron diferencias significativas en la actividad cerebral entre los dos grupos, lo que sugiere que la prueba puede ser efectiva para identificar a quienes corren mayor riesgo. A pesar de que la prueba no puede predecir con certeza quién desarrollará la enfermedad, sus resultados son prometedores.
Según el profesor Vladimir Litvak del Instituto de Neurología de la UCL, esta investigación es “un primer paso hacia el desarrollo de una prueba clínicamente útil”. Un siguiente paso será determinar si puede predecir la progresión de la condición de una persona a lo largo del tiempo.
El estudio completo se publicó en Brain Communications.
Detectar el Alzheimer en sus primeras etapas es vital por varias razones. Un diagnóstico a tiempo permite a los pacientes acceder a tratamientos que pueden retrasar la progresión de la enfermedad.
Además, les da la oportunidad de planificar su futuro legal y financiero, participar en ensayos clínicos y tomar decisiones sobre su propio cuidado. Esto reduce la ansiedad y mejora la calidad de vida tanto para los pacientes como para sus familias al brindarles una mejor preparación y acceso a recursos de apoyo.
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