
EL RETRATO DE MADAME KITTY —dueña de un burdel de lujo que también funcionaba como centro de espionaje durante la Segunda Guerra Mundial—, que permaneció desaparecido durante mucho tiempo, fue encontrado recientemente y presentado a los medios de comunicación este jueves 9 de octubre.
“Entre 1939 y 1942, diplomáticos, periodistas extranjeros y altos dignatarios nazis eran espiados sin saberlo por las pupilas de Madame Kitty”, afirmó Urs Brunner, nuevo propietario del cuadro y coautor junto a Julia Schrammel del libro Kitty’s Salon.
Estos dos austriacos, que buscaban el retrato desde hace tiempo, recibieron recientemente noticias de una berlinesa que compró la obra en un anticuario hace más de 25 años, sin conocer su origen.
“Gracias a fotos sabíamos que el cuadro existía y que no estaba en manos de la familia. En aquella época escribí a todas las casas de subastas y a todos los anticuarios de Berlín. Encontrarlo tiene gran importancia para nosotros. Solo existen unas pocas fotos de Kitty, y todas son en blanco y negro”, señaló Schrammel.
No obstante, el cuadro sigue rodeado de misterios, pues no tiene fecha y el nombre del pintor “P. Fuchs” es desconocido, explicó Brunner, quien lo hará analizar por expertos.
“En su retrato, Madame Kitty parece tener unos 40 años, pero siempre se hacía pasar por más joven de lo que era (…) No era una nazi convencida, sino una oportunista que se aprovechaba de las cosas. No era miembro del NSDAP (partido Nacional Socialista Obrero Alemán Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei) y tenía relaciones amistosas con judíos”, agregó,
Instalado en el tercer piso de una elegante casa del centro, el Salón Kitty era en realidad un verdadero centro de espionaje. Katharina Schmidt, mejor conocida como Kitty Schmidt, fue forzada por la Gestapo a ceder su negocio para fines de inteligencia luego de ser detenida por ayudar a refugiados a escapar del régimen nazi.
Bajo la supervisión de Reinhard Heydrich, se instalaron micrófonos en las habitaciones del burdel para grabar conversaciones de dignatarios y oficiales, a fin obtener información comprometedora.
Incluso hay una película del caso, Salón Kitty (1976), dirigida por Tinto Brass. La trama se centra en un oficial que convierte el burdel en una trampa para obtener secretos de los clientes mediante grabaciones clandestinas. Cabe destacar que, en la vida real, Kitty murió en 1954 sin haber sido nunca perseguida por la justicia. N