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Cómo la geometría del cerebro anticiparía la demencia años antes de los primeros síntomas

Publicado el 2 de octubre, 2025
Cómo la geometría del cerebro anticiparía la demencia años antes de los primeros síntomas
La forma del cerebro cambia con la edad de tal manera que parece encorvarse; es decir, las partes inferiores del cerebro parecen expandirse, mientras que las superiores parecen comprimirse. (Especial)

LA TRANSFORMACIÓN DE LA FORMA DEL CEREBRO a lo largo del envejecimiento ofrecería un retrato de la salud general y serviría como una señal temprana de demencia, incluso años antes de que aparezcan los síntomas característicos.

Un estudio realizado con escáneres cerebrales por investigadores de la Universidad de California en Irvine, Estados Unidos, y de la Universidad de La Laguna, en España, identificó alteraciones significativas en la morfología cerebral. Estas variaciones mostraron una relación estrecha con el deterioro de la memoria, el razonamiento y otras capacidades cognitivas.

“El envejecimiento suele asociarse con la pérdida de tejido en zonas específicas del cerebro”, explicó a Newsweek Niels Janssen, autor del trabajo y profesor de neurociencia en La Laguna.

Janssen recordó que investigaciones previas ya habían vinculado los problemas de memoria en la vejez con la pérdida de tejido en el hipocampo, una región clave del cerebro para la consolidación de recuerdos.

“Sin embargo, nuestro estudio adopta un enfoque diferente y analiza cómo cambia la forma global del cerebro debido al envejecimiento o la demencia clínica”, agrega.

Al analizar más de 2,600 resonancias magnéticas estructurales de adultos de entre 30 y 97 años, el equipo descubrió que las partes inferiores del cerebro (esenciales para funciones como la respiración y los latidos del corazón) y las partes anteriores (esenciales para algunas funciones cognitivas) se expandían hacia afuera.

Mientras tanto, las regiones superiores (cruciales para las funciones del lenguaje) y las regiones posteriores (implicadas en el procesamiento visual y el control motor) se contrajeron hacia adentro.

LA POSIBILIDAD DE UNA DETECCIÓN TEMPRANA

La forma del cerebro cambia con la edad de tal manera que parece encorvarse; es decir, las partes inferiores del cerebro parecen expandirse, mientras que las superiores parecen comprimirse. Los efectos de expansión y compresión parecen ser más graves en la demencia, afirmó Janssen.

Dentro de esto, se produjo una fuerte expansión en regiones como la corteza entorrinal. Este es un centro de memoria pequeño, pero particularmente crucial y uno de los primeros lugares donde se acumula tau, una proteína tóxica relacionada con la enfermedad de Alzheimer.

“Esto podría ayudar a explicar por qué la corteza entorinal es el epicentro de la patología del alzhéimer. “Si el cerebro envejecido se va modificando gradualmente de tal manera que comprime esta frágil región contra un límite rígido, puede crear la tormenta perfecta para que se produzcan daños”, explicó el también autor del estudio, Michael Yassa.

Y agregó que comprender ese proceso “nos brinda una forma completamente nueva de pensar en los mecanismos de la enfermedad de Alzheimer y la posibilidad de una detección temprana”.

CÓMO LA GEOMETRÍA CEREBRAL INFLUYE EN LAS ENFERMEDADES

El enfoque geométrico podría eventualmente proporcionar nuevos marcadores para identificar el riesgo de demencia, potencialmente años antes de que aparezcan los síntomas, según el equipo.

“Apenas estamos empezando a descifrar cómo la geometría cerebral influye en las enfermedades”, añadió Yassa. “Pero esta investigación demuestra que las respuestas podrían estar ocultas a simple vista: en la propia forma del cerebro”.

Una alternativa consistiría en diseñar una prueba capaz de medir cuánto se asemeja la forma del cerebro a la considerada normal. Si la desviación supera un umbral específico, el hallazgo podría tener relevancia clínica. No obstante, ese tipo de herramienta aún no está disponible, aclaró Janssen.

El enfoque estándar para estudiar la enfermedad de Alzheimer consiste en observar los cambios cerebrales a un nivel molecular muy pequeño, lo cual es ciertamente útil. Sin embargo, nuestro enfoque demuestra que observar los cambios desde una perspectiva mucho más global también puede ofrecer pistas valiosas. Se requiere un enfoque que combine ambos (molecular y global) para abordar una enfermedad compleja como el alzhéimer. N

(Con información de Hannah Millington / Newsweek Internacional)

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