EN ALGUNAS sociedades, la automedicación con antibióticos y otros antimicrobianos es una costumbre muy arraigada, y va en crecimiento continuo que desplaza en ocasiones la consulta médica.
“Una consecuencia global del abuso y mal uso de estos medicamentos en diferentes ámbitos, como en la reproducción animal y en automedicación humana, ha sido, sin duda, la resistencia microbiana”, señala el doctor Andrés M. Pérez-Acosta, responsable del Observatorio del Comportamiento de Automedicación.
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En ese sentido, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y otros organismos tienen una posición clara frente a esta problemática, manifestándose públicamente con respecto a este tema e “invitándonos a que por todos los medios promovamos el uso adecuado de los antibióticos”, señala el médico.
Y es que, pese a la prohibición de venta sin fórmula médica, diversos estudios han encontrado que esto no se cumple, y que hasta en un 80 por ciento de casos es posible adquirir antibióticos en farmacias, sin receta o, peor aún, son recetados allí o son recomendados por familiares, amigos y compañeros de trabajo.
Esas ventas sin receta revelan deficiencias en la reglamentación y la supervisión de estos medicamentos, a los que se suman, “la proliferación de antimicrobianos falsificados, malas prácticas de prescripción y la inobservancia de los tratamientos por parte de los pacientes”, como precisa el documento ‘No podemos esperar: asegurar el futuro contra las infecciones farmacorresistentes’ (informe para el Secretario General de las Naciones Unidas, de abril de 2019).
El Observatorio del Comportamiento de la Automedicación define la automedicación como “un comportamiento individual de consumo, consistente en la autoadministración, o administración a otros individuos, de medicamentos (en el más amplio espectro, incluyendo productos naturales) por fuera de la prescripción, o alterando la prescripción, con la función original de autocuidado de la salud u otras diferentes”.
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En el editorial de la revista Ciencias de la Salud, los doctores Carlos A. Calderón, Franklin Soler y Andrés Acosta, explican cómo el comportamiento de la automedicación “puede ocurrir dentro del contexto de la prescripción o fuera de este. En el primer caso, implicaría cambios en las dosis prescritas por el profesional o la interrupción o prolongación del tratamiento médico. En el segundo, el consumo de medicamentos o el uso de tratamientos sin la prescripción, seguimiento y acompañamiento de un profesional de la salud facultado para ello”.
Esto trae como consecuencia riesgos de intoxicaciones en los pacientes, interacciones negativas con otros medicamentos, por ejemplo, para el manejo de enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes; efectos secundarios graves e, incluso, la muerte, y en el caso de los antimicrobianos, además, la generación de resistencia, lo que conlleva una reducción drástica de opciones terapéuticas para tratar diversas infecciones.
Lamentablemente, como explica el doctor Andrés M. Pérez-Acosta, PhD., hay un mapa de motivaciones cada vez más variado y amplio para automedicarse, no solo con antibióticos, que aún se está explorando y analizando a profundidad, y que debe ser intervenido a partir de una combinación de estragias que involucran al Estado, a los pacientes y sus agremiaciones, a la industria farmacéutica y a la academia, dado que es un tema complejo que abarca a toda la población.
Entre los medicamentos más empleados se describen antibióticos como los macrólidos (Azitromicina) y fluoroquinolonas (Ciprofloxacina). Al respecto, las Sociedades Científicas han alertado sobre el impacto del uso indiscriminado de estas moléculas en la resistencia antimicrobiana, en patógenos como la N. gonorrhoeae y el Streptococcus pneumoniae. Adicionalmente, estos medicamentos mal utilizados pueden ocasionar efectos secundarios como arritmia cardiaca.
Por eso mismo, la OMS ha sido enfática en pronunciarse frente a este tema y no recomienda la automedicación, en particular con antibióticos, para prevenir o tratar la COVID-19. N