Los intentos de un hospital de Texas para alejar a los aves accidentalmente crearon un refugio para la especie de oruga más venenosa de Norteamérica, cuyo aguijonazo doloroso ha sido comparado con romperse un hueso.
Pusieron mallas en los robles ubicados en las aceras del Centro Médico de Texas en Houston para impedir que se reúnan aves, como estorninos y palomas —que pueden portar enfermedades y crear un desastre. Pero al impedir que los pájaros se posen en los árboles, la institución creó un problema nuevo. Al no haber aves que los coman, se disparó la población de bichos comúnmente conocidos como “orugas lanudas”.
Después de estudiar el área por tres años, los investigadores hallaron que las orugas eran 7,300 por ciento más abundantes en árboles con redes en comparación con aquellos sin protección. El artículo se publicó en la revista Biology Letters.
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También conocidas como Megalopyge opercularis u orugas peluche, estos insectos son las orugas más venenosas en Norteamérica. Las creaturas están cubiertas de espinas conectadas a un saco lleno de veneno. Si alguien roza una oruga lanuda, las protuberancias se rompen y se pegan a la piel, liberando veneno.
Después de unos cinco minutos, la víctima experimentará un intenso dolor punzante, el cual luego de esparce. Los aguijonazos pueden ir acompañados de dolor de cabeza, vómito y náusea, así como dolor estomacal. Pueden aparecer manchas rojas en la piel, las cuales pueden permanecer hasta cinco días.
Mattheau Comerford, un estudiante de posgrado en ecología y biología evolutiva en la Universidad Rice y quien investigó el problema de las orugas lanudas, comentó en una declaración: “Me han aguijoneado muchas cosas, y un aguijonazo de oruga lanuda definitivamente califica entre los peores”.
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Comerford explicó: “Toma alrededor de 10 minutos para que el dolor empiece a hacer efecto, así que podría no darte cuenta de que te aguijonearon al principio. Se siente como un hueso roto y el dolor dura horas. Me aguijonearon en la muñeca y el dolor se transmitió por el brazo hasta mi axila, y mi mandíbula empezó a sentir dolor”.
Alrededor de 10 millones de personas visitan el Centro Médico de Texas cada año. El sitio emplea a más de 106,000 personas.
“En este área, hay una alta densidad de gente con alergias y sistemas inmunológicos comprometidos o mermados, lo que les pone en mayor riesgo para los efectos desagradables del aguijonazo de oruga lanuda”, comentó Comerford.
Glen Hood, quien encabezó el estudio en la Universidad Rice y es profesor adjunto de investigación en ciencias biológicas en la Universidad Estatal de Wayne, dijo en una declaración: “Hay mucha gente que se reúne en las áreas verdes del CMT [Centro Médico de Texas]. Esto lo convierte en una cuestión de qué es peor —el guano de los pájaros o las orugas lanudas venenosas— y si hay un punto medio feliz”.
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Hood comentó: “Es altamente sugerente que cuando no tomas en cuenta las interacciones naturales que se dan dentro de una comunidad o ecosistema, incluso en un entorno urbano, esto puede provocar consecuencias imprevistas”.
Scott Egan, profesor adjunto de ciencias biológicas en la Universidad Rice y quien ha dedicado casi dos décadas a investigar robles vivos, sugirió que las organizaciones pueden meterse en situaciones complicadas cuando se trata de controlar animales diferentes.
“No hay un ‘chico malo’ aquí”, dijo él. “Las pestes urbanas de pájaros son un problema real, y los pájaros pueden portar enfermedades y presentar riesgos a la salud también. Poner mallas a los árboles es una manera de abordar el problema, y no sabemos si ponerles mallas a los árboles lleva a un aumento de aguijonazos de oruga lanuda. Lo que nuestro estudio muestra es la complejidad del problema. Las orugas lanudas son otra dimensión de algo que ya era un problema multidimensional”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek