Acompañada por un clima de tensiones bilaterales, Claudia Sheinbaum asiste por primera vez a la Cumbre del G7 como presidenta de México. La cita, celebrada en Canadá, marca su debut en un foro de alto nivel internacional, donde se discutirá una agenda cargada de temas clave: seguridad global, economía, cambio climático y migración. Pero para México, el foco está puesto en su relación con Estados Unidos.
Un foro global marcado por seguridad, clima y tensiones internacionales
La 51ª Cumbre de Líderes del G7, inaugurada el 16 de junio de 2025 en Kananaskis, Canadá, reúne a las economías más avanzadas para abordar una agenda amplia y urgente. Entre los temas centrales de este año figuran la seguridad internacional (con la guerra en Ucrania sin resolución y nuevas crisis como la escalada en Medio Oriente), la crisis climática y la energía (incendios forestales, transición energética y seguridad de suministros), la economía global (tensiones comerciales, cadenas de valor críticas) y la migración, todo ello en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas.
Los líderes del G7 buscan no solo deliberar sino frenar la erosión del orden internacional ante estos desafíos. El anfitrión, el primer ministro canadiense Mark Carney, ha enfatizado prioridades como fortalecer la paz y la seguridad, asegurar cadenas de suministro de minerales críticos, crear empleo y acelerar la cooperación tecnológica.
México como invitado: importancia diplomática de la presencia de Sheinbaum
Aunque México no forma parte del G7, la presidenta Claudia Sheinbaum asiste por invitación de Canadá. Esta participación es significativa en términos diplomáticos y geopolíticos. La invitación –que Sheinbaum valoró antes de aceptar– supone un reconocimiento parcial al liderazgo de México como economía emergente y socio clave en América del Norte.
Es una oportunidad estratégica para que México se inserte en discusiones sobre el futuro económico, climático y de seguridad regional y global. Estar en la mesa del G7 permite a la diplomacia mexicana aprovechar oportunidades que promuevan el interés nacional y ver más allá de la relación tradicional con Estados Unidos.
Encuentro Sheinbaum-Trump: aranceles, migración y remesas en la agenda
Uno de los focos de atención es el previsto primer cara a cara entre Claudia Sheinbaum y el presidente de EE.UU., Donald Trump, durante la cumbre. La relación bilateral llega tensa por varios frentes. Trump ha impuesto aranceles comerciales a productos estratégicos –como acero, aluminio y autos– que han golpeado a exportadores mexicanos, particularmente en los estados del norte. También ha insinuado o aplicado medidas polémicas como un impuesto del 3% a las remesas enviadas por migrantes indocumentados, un flujo que alcanzó 64,700 millones de dólares en 2024 y es vital para millones de hogares mexicanos.
El tema de la migración es especialmente sensible. En los últimos meses, el gobierno de Trump endureció su postura: redadas masivas de migrantes se han vuelto política oficial, con cifras récord de detenciones y operativos cada vez más frecuentes y violentos, según documentan organizaciones civiles. Estas redadas han detonado protestas en decenas de ciudades estadounidenses, reflejando un profundo rechazo a la política migratoria y su militarización. El propio Trump ha vinculado a Sheinbaum con esas protestas –una acusación negada enérgicamente por la mandataria mexicana– elevando la tensión política de cara al encuentro.
En este contexto, Sheinbaum llega con la misión de defender los intereses de México. La presidenta ha adelantado que buscará “defender dignamente” a la comunidad mexicana en EE.UU. y abordar las diferencias en un tono institucional. Se espera que en la reunión bilateral del martes 17 de junio se traten tres asuntos prioritarios: los aranceles comerciales y el futuro del tratado T-MEC, la política migratoria (incluida la reciente ola de redadas) y el posible impuesto a las remesas, todos temas de enorme peso para la economía y sociedad mexicanas. Si bien no se prevén acuerdos de fondo en un foro multilateral con agenda preestablecida, el solo hecho de un diálogo directo podría servir para reducir tensiones o alcanzar entendimientos mínimos. Analistas señalan que una conversación “de tú a tú” con Trump permite plantear preocupaciones y buscar compromisos más efectivamente que a distancia. Además, el marco neutral del G7 –lejos de la Casa Blanca– brinda un entorno menos hostil para este primer encuentro.
Visión regional: implicaciones para la frontera y Baja California
En la región fronteriza, particularmente en Baja California, la participación de México en el G7 es observada de cerca. Las disputas comerciales y migratorias con Estados Unidos tienen impacto directo en estas entidades. Los aranceles automotrices y metalúrgicos impuestos por Trump afectan a las maquiladoras e industrias exportadoras del norte del país –columna vertebral de economías locales como la de Baja California–. Asimismo, cualquier gravamen a las remesas preocupa en comunidades con alta migración, y las redadas migratorias en California y otros estados vecinos tienen eco humanitario a lo largo de la frontera.
Autoridades locales y sector empresarial confían en que el diálogo en el G7 pueda distender la relación bilateral y evitar nuevas medidas unilaterales que perjudiquen la región. Existe expectativa en la frontera de que México aproveche este espacio para reforzar la defensa de una alianza norteamericana trilateral sólida frente a las presiones proteccionistas, en beneficio de ambas fronteras.
Proyección internacional de México bajo el gobierno de Sheinbaum
La participación de Claudia Sheinbaum en el G7 –tras haber asistido previamente al G20 en Brasil y a la cumbre regional de CELAC– sugiere que México busca perfilar una política exterior más activa en comparación con el sexenio anterior. Estas salidas al extranjero, aún escasas, marcan un cambio de tono: México aspira a estar presente en los grandes debates globales y “ser visto por otras economías” más allá de su vecino del norte. Observadores apuntan que, ante las amenazas de la nueva era Trump, el país requiere una política exterior seria y profesional, que deje atrás actitudes reactivas o meramente simbólicas. En este sentido, Sheinbaum llega a la arena internacional con un tono institucional y moderado, buscando construir puentes pero también defender firmemente los intereses nacionales.
Su desempeño en Canadá será un indicador temprano del perfil internacional que México tendrá bajo su presidencia. Por ahora, el solo hecho de sentarse en la mesa del G7 –y de encarar directamente a líderes como Trump– envía un mensaje: México pretende contribuir a las soluciones globales y no quedarse al margen. Quedará por verse si estas gestiones se traducen en resultados concretos, pero la apuesta de la nueva administración es clara: involucrarse en el diálogo multilateral y aprovechar los espacios de cooperación en los foros clave del escenario mundial. N