Este domingo 25 de mayo llegó a su fin la segunda temporada de The Last of Us, con la emisión del séptimo capítulo titulado “Convergencia”. Más allá del impacto de esta exitosa franquicia, el ecologista conductual David Hughes — quien también fue consultor para el videojuego homónimo que inspiró la serie de televisión—, explicó cómo ha cambiado el interés de los espectadores de armas nucleares a zombis.
Con una tercera temporada ya confirmada, la serie toma como punto de partida el aclamado videojuego creado por el estudio Naughty Dog. Ambientado en un escenario postapocalíptico, la historia mezcla acción, aventura, sigilo y una carga emocional intensa, centrada en una invasión zombi provocada por una mutación del hongo Cordyceps.
“Creas un juego sobre un futuro distópico basado en una pandemia, vives una [desatada por covid-19], y ¿entonces qué relevancia tiene el juego o la serie? Creo que nuestra predisposición a sentir miedo por las pandemias ha disminuido porque todos tenemos Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). O bien, no tenemos TEPT y nos hemos dado cuenta de que a algunos simplemente no nos importan los demás”, comentó en entrevista para la revista académica Nature.
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Y agregó a la conversación: “Así que es interesante analizar la historia de lo zombis. En los años 1950 y 1960 todo giraba en torno a las armas nucleares, porque todos les teníamos miedo. Y luego se pasó a las enfermedades porque tenía una sociedad superpoblada. Luego tuvimos una pandemia, y nos encogimos de hombros y seguimos adelante. Así que lo fascinante es que The Last of Us está bien, pero ya no es lo que era”.
LA MENTE CREATIVA DETRÁS DE “THE LAST OF US”
Lo atractivo de esta historia, en palabras de Hughes, es que el patógeno responsable del apocalipsis no es una bacteria o un virus, sino un hongo que infecta a los humanos y se apodera de sus cerebros. Incluso los escritores del estudio de videojuegos, con sede en Santa Mónica, California, se inspiraron en hongos reales, en particular en el Ophiocordyceps unilateralis, mejor conocido como el “hongo de las hormigas zombi”.
De acuerdo con Nature, antes del lanzamiento del primer juego, en 2013, Naughty Dog recurrió a científicos, entre ellos David Hughes, para que respondieran a las preguntas de los medios sobre la ciencia de los hongos y las pandemias que inspiraron la trama. Hoy en día el ecólogo trabaja en la Universidad Estatal de Pensilvania y se dedica desde entonces a estudiar el cambio climático y la seguridad alimentaria.
“Nos pidieron que recorriéramos Europa e impartiéramos una serie de conferencias para evitar críticas y respaldar la idea de que las infecciones que se transmiten de una especie a otra (infecciones zoonóticas) no solo son posibles, sino que, de hecho, son el mecanismo predominante por el cual los humanos se infectan con nuevos parásitos que causan enfermedades”, agregó.
“LOS GUIONISTAS ERAN FRIKIS”
Matt Kasson, profesor de Micología y Fitopatología en la Universidad de Virginia Occidental, Estados Unidos, sostuvo en su momento para el sitio The Conversation que los hongos “devoradores de cerebros solo suelen atacar a los insectos. Este enorme reino biológico incluye mohos, levaduras, setas y organismos zombificadores”.
En contexto, Ophiocordyceps unilateralis es un género perteneciente a los hongos ascomicetes que cuenta con unas 400 especies distintas, algunas de las cuales son capaces de afectar la conducta de un insecto hospedador.
Según Hughes, para crear escenas más reales, los guionistas del videojuego pidieron mohos mucilaginosos por correo para poder dejarlos en una placa de Petri y observarlos a detalle. “Y eso se ve en todo el juego. Y ahora, en el programa de televisión, en las introducciones, tienen estas bolas de mucilaginosa. Los guionistas eran frikis, y entender los hongos no es complejo, así que se lanzaron”, apuntó.
Para el especialista, la pregunta no es si habrá hongos zombi-hormiga manipulando a los humanos, “porque ya se puntualizó que no va a suceder”, sino qué haremos si perdemos 5 por ciento de la población y la economía global se paraliza. N