Lejos de ofrecer una explicación clara o datos verificables, la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, optó por dramatizar la revocación de su visa estadounidense con un mensaje emotivo que ha levantado críticas tanto dentro como fuera del ámbito político. Aunque insistió en que no ha cometido delito alguno y que se trata de una medida administrativa, su posicionamiento público ha sido percibido por analistas como un intento de desviar la atención de posibles señalamientos más serios.
“Esto no me define”, dijo la mandataria, en un discurso que pareció más un acto de campaña que una declaración institucional. Utilizó frases cargadas de simbolismo personal, apelaciones religiosas y referencias a su infancia para construir una narrativa de víctima política, sin aportar información concreta sobre las razones detrás de la cancelación de su visa.
¿Falta de transparencia o estrategia emocional?
El tono de la gobernadora contrasta con la gravedad del hecho. La revocación de visas por parte del gobierno de Estados Unidos —aunque técnicamente administrativa— suele estar relacionada con preocupaciones de seguridad, investigaciones o vínculos cuestionables, aunque no siempre se revelan públicamente.
La falta de claridad sobre el motivo real de la cancelación y la negativa de Marina del Pilar a reconocer cualquier responsabilidad o posibilidad de error alimenta la suspicacia. En lugar de ofrecer garantías sobre su comportamiento o solicitar una revisión institucional del caso, eligió el camino del discurso épico: “La dignidad no se cancela”, aseguró, cerrando la puerta a preguntas incómodas.
Del victimismo a la polarización
La gobernadora también denunció una supuesta campaña de violencia política de género, acusando a sus críticos de calumniarla sin pruebas. Sin embargo, su discurso parece haber generalizado cualquier cuestionamiento legítimo como ataque misógino, una estrategia cada vez más común entre figuras públicas que enfrentan controversia.
Esta postura ha sido criticada por reducir un tema potencialmente delicado de relaciones diplomáticas a un acto de reafirmación personal y partidista. La narrativa de la Cuarta Transformación, presente en todo su discurso, sirvió como escudo político más que como plataforma de rendición de cuentas.
¿Y el interés público?
En una entidad fronteriza como Baja California, donde la relación con Estados Unidos es vital en temas de seguridad, comercio, migración y cooperación binacional, la revocación de la visa de su máxima autoridad no es un detalle menor. Lo preocupante no es solo el hecho en sí, sino la respuesta que ha privilegiado la retórica por encima de la rendición de cuentas.
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En vez de abrir una línea de comunicación directa con la ciudadanía sobre las posibles implicaciones de este hecho, Marina del Pilar prefirió cerrar el tema con una frase de cierre emocional: “La dignidad no se cancela”. Lo que sí queda en entredicho es la voluntad de explicar con claridad lo ocurrido y las posibles consecuencias para su relación institucional con Washington. N