Marx, Nietzsche y Freud. Son pensadores disruptivos del siglo XIX, ejercieron autonomía crítica sobre cultura, religión, política, psicología… Paul Ricoeur, estudiando a Freud, los señala como “filósofos de la sospecha”: Marx, economista y sociólogo alemán, criticó al capitalismo e impulsó su teoría del materialismo histórico, sustentó: la lucha de clases es motor de la historia y abogó por la revolución proletaria contra el sistema capitalista. Nietzsche, filólogo y Filósofo alemán, desafió las tradiciones morales y religiosas de Occidente. Coincidió con los hermanos Karamazov sobre la “muerte de Dios”, cuestionando la validez de la moralidad cristiana y sugiriendo que los valores tradicionales ya no tenían sustento en una sociedad avanzada; su concepto del “superhombre” aboga por la superación personal y la creación de nuevos valores. Freud, Médico y neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis, revolucionó las ideas del inconsciente, los sueños, los mecanismos de defensa…; revisó y construyó teorías sobre “el ello, yo, superyó”, consideró la sexualidad infantil como clave para entender la psicología humana. Esta triada cuestionó las estructuras y fundamentos de la sociedad y la mente humana, sus cuestionamientos siguen siendo relevantes hoy, lograron un impacto a la cultura en lo global.
En 2024 la Opción Ciudadana demanda políticos “de la sospecha”, políticos con el consentimiento de los reales políticos: la ciudadanía. Gobernar no es tomar por asalto haciendas públicas con sus fideicomisos, demanda un esfuerzo que permita interpretar la realidad de manera ética, lograr el sentido de la política, de la democracia, ser capaces de sintetizar la pluralidad en consensos, sin rencores. Para decirlo en palabras de Freud, instituir una nueva relación entre “lo patente y lo latente”, entre lo oculto y lo mostrado. La opción ciudadana deberá exigir ahora una nueva relación entre lo apócrifo y lo notorio. Me explico, los indicadores de la vida social macro y micro, manifiestan con claridad meridiana, carencias, pobrezas, laceraciones, injusticias, inculturas, amoralidades, agravios… El discurso de POSVERDAD del poder político, sentencia: “todo está muy bien, son imaginerías y discordias de los conservadores, la derecha y la ultraderecha, enemigos del régimen…”
La semana pasada escuchamos al líder del diputariado mayoritario, solicitar sin rubor, que “el narco menudeo” no sea considerado delito grave, la razón, “… necesitamos unidad nacional”, pregonó que los órganos constitucionales autónomos desaparecen por “duplicidad de funciones y por ser muy caros”, no dio prueba de su dicho. Los 7 organismos representan el 0.055% del presupuesto de la nación, la droga se consume merced al narco menudeo. El gobernador de Sinaloa declara que “en su tierra” se solicita permiso al narco para contender, adjuntó algo así: después de varias reuniones con el narco no han logrado acuerdos…
La opción ciudadana, deberá demandar a detractores, construir la conciencia del siglo XXI, superar la posmodernidad, extender la conciencia social con ciber-ética, liberarla de abusos narrativos del poder público; como señala Marx, hacer la praxis por vía de la “toma de conciencia” de los embustes manipuladores de la conciencia falsa, la que pregona el despotismo de mayorías “transgénicas”, de narrativas que hacen del pueblo “un Comala” rulfiano. Ideas amorales que no pueden ser la conciencia “del pueblo bueno”, sino de su impacto manipulador, como dijo Nietzsche “la voz del rebaño en nosotros”, han depreciado el valor de bueno, como preclaro, desenvuelto, poderoso, para sentar sus reales “el pueblo bueno” creado por atrevimientos frágiles, efímeros, oprobiosos, engañosos… Sin embargo, las atmósferas mediáticas les aporta grandes cosechas con la maniobra de las masas.
Políticos de la sospecha que interpreten en “su circunstancia” el sujeto del siglo XXI, que impulsen la cultura como ventura separada de la utilidad, que no manipulen ciudadanías reprimidas, enfermas de su voluntad, que posibiliten que las personas se comprendan así mismas en sus circunstancias culturales. Políticos de la sospecha que sepan interpretar y construir sobre nuevas realidades desde una arquitectura moral y ética, ese edificio social podrá ser la muestra de una interpretación conveniente y deseable del mundo de la vida compartida. Políticos de la sospecha electos por los reales políticos: “el pueblo sabio”, que profesen narrativas en las que ese pueblo ciudadanizado, como única opción, comprenda el sentido más allá de las cosas, para que la gramática de la sospecha se utilice en expresiones positivas en un lenguaje comprendido.
En efecto, para liderar el mundo de la “polis” se deberá estar preparado, como lo está el Médico, el Abogado…, especializarse en administración pública, disruptivo conductor, autoridad en la toma de decisiones, la solución es mostrar al sujeto que se oculta en el lenguaje, hacer mapas de ciudadanía y de jurisdicciones que sean interpretables, “como en un juego de espejos” señala Foucault.
¿De dónde surgirán los políticos de la sospecha?, los que cambiarán relaciones económico-políticas de derecho, los que transformarán los valores en virtudes, los que enarbolarán la revolución de la utopía. ¿EN DÓNDE?