Hoy en día es posible producir un jitomate más dulce modificando solo dos genes del fruto. La eliminación de estos genes (Sl CPK2 7 y Sl CDPK26) aumenta los niveles de glucosa y fructosa hasta en 30 por ciento, en comparación con los jitomates producidos en masa, según un nuevo estudio.
Al usar la tecnología de edición genética llamada CRISPR-Cas9, los investigadores desactivaron los dos genes y descubrieron que las plantas daban frutos que eran mucho más dulces que los de una variedad ampliamente cultivada.
“Los jitomates modificados genéticamente pesan aproximadamente lo mismo que los que se venden ahora y las plantas producen tanta fruta como las variedades actuales. Estos hallazgos no solo podrían ayudar a mejorar los jitomates en todo el mundo, sino que también son un importante paso adelante en la comprensión de cómo las frutas producen y almacenan azúcar”, refieren los autores del estudio de acceso abierto “La liberación de un freno de azúcar”, publicado en la revista académica Nature.
Cada año se producen más de 186 millones de toneladas de jitomates a escala global, que convierte a esta fruta en uno de los cultivos más valiosos del mundo. Sin embargo, el estudio también revela que el jitomate cultivado actualmente es hasta 100 veces más grande y más dulce que su antepasado silvestre.
DE UN ALIMENTO INSÍPIDO A UN JITOMATE MÁS DULCE
En palabras de Christophe Rothan, biólogo frutícola del Instituto Nacional de Investigación Agrícola de París, al igual que otros cultivos, los jitomates se han “domesticado” al seleccionar características que reflejan las preferencias humanas, como el tamaño y sabor.
“Pero este gran tamaño tiene un precio: por lo general, cuanto más grande es la fruta menor es la proporción de azúcares que son responsables del sabor clásico del jitomate cultivado en casa. Los tomates del supermercado, por el contrario, saben a agua. No tienen sabor”, sostiene Jinzhe Zhang, coautor del estudio y genetista vegetal de la Academia China de Ciencias Agrícolas en Pekín.
Para enfrentar esta problemática de “alimentos insípidos”, Zhang y sus colegas compararon los genomas de especies de jitomates cultivados (Solanum lycopersicum) con sus contrapartes silvestres mucho más dulces. Encontraron el punto óptimo en dos genes, cada uno de los cuales codifica una proteína que degrada las enzimas responsables de la producción de azúcar.
Aunque es un alimento domesticado, Ann Powell, una bioquímica vegetal que anteriormente trabajó en la Universidad de California, justifica que el nuevo jitomate será bienvenido “no solo porque hará felices a los consumidores, sino también porque reducirá la cantidad de tiempo, energía y dinero que se invierte en preparar otros productos como la salsa de tomate”, que implica eliminar el agua de la fruta. De igual manera estos hallazgos, sostiene, ayudarían a otros productos porque estos genes se encuentran en una variedad de especies de plantas.
LA MODIFICACIÓN GENÉTICA
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina, la edición de genoma es un método más nuevo que involucra agregar, eliminar o cambiar el ADN de un alimento o animal de una manera dirigida.
Entre los posibles beneficios de los alimentos transgénicos destacan productos más apetitosos, plantas resistentes a la sequía y a las enfermedades, menos uso de pesticidas y el aumento en el suministro de alimentos a un costo reducido y con una mayor vida útil.
No obstante, algunas personas han expresado preocupaciones como alimentos menos nutritivos, cambios genéticos inesperados y dañinos, y la creación de productos que pueden causar una reacción alérgica o tóxica. N