Comer despacio, de manera más pausada, contrae beneficios significativos para la salud digestiva del ser humano, pues facilita el procesamiento de los alimentos, ayuda a percibir mejor los sabores y permite identificar las señales de saciedad.
Sin embargo, para acostumbrarnos a comer despacio el cambio de algunos hábitos es fundamental, por ejemplo, incluir cubiertos, añadir alimentos integrales o crudos, comer en compañía y evitar las distracciones.
Cristina Bedmar, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), señala que ingerir alimentos en menos de 15 o 20 minutos, no masticar bien o no hacer pausas entre los mordiscos son comportamientos habituales en personas con vidas estresantes y muy difíciles de eliminar.
Para contrarrestar esa prisa al comer se recomiendan los alimentos que requieran cubiertos o usar palillos de madera, pues los platillos que se comen con las manos, como los bocadillos, o que son bebibles, como los batidos, se consumen con más rapidez.
También se sugiere agregar alimentos integrales y crudos, como frutas o ensaladas, pues requieren masticar más veces para tragarlos y obligan a comer despacio, de manera pausada.
DEL COMER DESPACIO A LA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE
Además de provocar malestar gástrico o reflujo gastroesofágico, el comer a prisa puede dar lugar a problemas de distensión abdominal y malestar por gases, por lo que la práctica del mindful eating (alimentación consciente) cobra más fuerza dentro de la nutrición.
La Escuela de Salud Pública de Harvard detalla que la base de esta práctica es incitar a relacionarse con la comida sin culpa, sin ansiedad y sin estrés, pues cuando alguna de estas emociones está presente en nuestra alimentación se crea un desbalance.
Lo ideal para hacerse al hábito de comer despacio, resalta la institución, es guiar la dieta por cuatro aspectos: qué comer, por qué comerlo, cuánto comer y cómo comer.
En una ingesta rápida no solo se ignoran estas cuestiones, sino que a largo plazo se puede relacionar también con enfermedades ligadas al aumento de peso, como las enfermedades cardiovasculares, el sobrepeso y la obesidad.
“Al comer más rápidamente no damos tiempo a que las señales de saciedad, que nos informan que la ingesta es suficiente, lleguen a tiempo. Ingerimos más alimentos de los que realmente necesitamos y aumentamos así el riesgo de incrementar el peso”, explica Bedmar.
La alimentación consciente ayuda a las personas a identificar los niveles reales del hambre que sienten y a limitar la comida, lo que ayuda al cerebro a gestionar mejor la sensación de saciedad.
EVITA LAS DISTRACCIONES A LA HORA DE INGERIR TUS ALIMENTOS
Para formar hábitos alimentarios más saludables también es importante evitar las distracciones, en especial de televisores y teléfonos, pues las pantallas transforman la comida en un acto automatizado donde no se presta atención a ninguna señal.
El cuerpo tarda unos 20 minutos en enviar las señales de saciedad al cerebro. En este sentido, comer acompañado ayuda a tomar conciencia del momento. Siempre que sea posible es recomendable comer con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo para, además, sociabilizar con nuestro entorno.
De igual importancia es delimitar correctamente el lugar donde se come para evitar mezclarlo con el trabajo, pues la atención continuará focalizada en la ocupación laboral en lugar de centrarse en la comida.
Asimismo, para aprender a comer despacio es recomendable buscar ratos libres exclusivos para ingerir los alimentos y planificar las comidas, pues ello garantiza tiempo de calidad para comer y promueve la preparación de comidas con grupos de alimentos necesarios.
Esto último también es una forma de prevenir otros padecimientos, pues, aunque al momento no hay estudios suficientes para confirmar una relación directa entre la velocidad de ingesta y los niveles de azúcar y la diabetes, Bedmar señala que los tipos de comida que se consumen marcan la velocidad a la hora de comerlos, así como de la digestión y del azúcar que pasará a la sangre. N