Nuestro énfasis en el peso y el índice de masa corporal (IMC) como indicadores de salud parece estar perdiendo vigencia en lo que respecta a las enfermedades neurodegenerativas (como el alzhéimer), ya que nuevas investigaciones apuntan a que debemos enfocarnos más en la musculatura y en la distribución de la grasa, así como en la diferencia porcentual entre estos dos parámetros corporales.
Según cálculos del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de Estados Unidos (NIEHS, por sus siglas en inglés), más de 7 millones de estadounidenses padecen de algún tipo de enfermedad neurodegenerativa. Y, en la mayoría de los casos, esos individuos han desarrollado las enfermedades de Parkinson y Alzheimer.
Las enfermedades neurodegenerativas son consecuencia del daño que sufren las células nerviosas del sistema nervioso central (las neuronas del cerebro) y las fibras del sistema nervioso periférico (nervios), las cuales comienzan a perder su funcionalidad con el paso del tiempo y terminan por morir, afectándolo todo: desde la memoria hasta la movilidad.
COMBINACIÓN GENÉTICA, GRASA Y ALZHÉIMER
La probabilidad de desarrollar estos trastornos está determinada por una combinación de genética y medioambiente, incluidos numerosos factores relacionados con el estilo de vida.
“En los últimos años, el uso –e incluso, el abuso– generalizado de medicamentos para perder peso (entre ellos, la semaglutida) ha puesto un énfasis excesivo en el peso corporal, pasando por alto el papel crítico que desempeñan los distintos componentes del cuerpo”, comenta la Dra. Shishi Xu, médica clínica del Departamento de Endocrinología y Metabolismo en el Hospital de China Occidental, Universidad de Sichuan.
Y es muy probable que tenga razón. Para un estudio reciente, publicado el 24 de julio en la revista Neurology*, Xu y colegas de la Universidad de Sichuan recabaron la información de 412,691 voluntarios, con la finalidad de analizar las posibles asociaciones entre composición corporal y el riesgo de demencia, en vez del peso corporal absoluto.
LOS HALLAZGOS MÁS IMPORTANTES SOBRE ALZHÉIMER Y GRASA ABDOMINAL
“Nuestros hallazgos más significativos avalan la hipótesis de que el peso absoluto de músculos y grasa no es lo único que impacta el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, sino también su distribución y calidad”, escribe Xu.
Al iniciar el estudio, los investigadores midieron la relación cintura-cadera, la fuerza de sujeción, la densidad ósea, y las masas magra y grasa de los participantes, para examinar el riesgo de enfermedades como el alzhéimer.
“Fue así como identificamos tres patrones corporales que pueden tener una influencia significativa en el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas a futuro”, prosiguió Xu. “Dichos patrones corporales fueron: ‘obesidad central’ (grasa abdominal, caracterizada por una masa grasa acumulada en el tronco); ‘distribución de grasa predominantemente en los brazos’; y ‘fuerza muscular’ (fuerza de sujeción, para representar la calidad muscular)”, agrega el comunicado de Xu.
Durante un período de seguimiento de nueve años, el equipo pudo determinar que los participantes con altos niveles de “obesidad central” tenían una probabilidad hasta 13 por ciento mayor de desarrollar enfermedades neurodegenerativas respecto de los individuos con niveles más bajos de obesidad central. Del mismo modo, los participantes con altos niveles de “distribución de grasa predominantemente en los brazos” arrojaron una probabilidad hasta 18 veces más alta de presentar dichos padecimientos, comparados con los voluntarios que tuvieron niveles menores de grasa en los brazos.
“En cambio, quienes alcanzaron un nivel más alto de ‘fuerza muscular’ tuvieron hasta 26 por ciento menos probabilidad de desarrollar enfermedades neurodegenerativas que quienes mostraron niveles de fuerza más bajos”, puntualiza Xu.
TRASTORNOS NEURODEGENERATIVOS
Pero, ¿cuál es la importancia de la distribución de grasa corporal en términos de los trastornos neurodegenerativos?
El comunicado de Xu explica que las personas cuya distribución de grasa es menos favorable tienen más probabilidad de desarrollar depósitos adiposos en regiones donde no debe haber grasa, como el tejido muscular. Conocido como “infiltración grasa”, este fenómeno se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas, resistencia a la insulina, deterioro muscular e inflamación.
“En pocas palabras, todo apunta a que la acumulación de grasa en el abdomen y en los brazos tiene un efecto ‘ponzoñoso’ e ‘inflamatorio’ en otros órganos, incluidos el sistema cardiovascular y la salud neurológica, lo que resulta en un riesgo más alto de desarrollar enfermedades neurodegenerativas”, señaló Xu.
“Lo anterior significa que, si tiendes a presentar patrones de composición corporal adversos (por ejemplo, grasa abdominal), tu riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares aumenta y esto, a su vez, eleva tu riesgo futuro de desarrollar enfermedades neurodegenerativas”, agrega la científica.
“Con objeto de reducir tu riesgo futuro de enfermedades neurodegenerativas entre un 10.7 y un 35.3 por ciento, es necesario que adoptes medidas para prevenir la enfermedad cardiovascular durante la etapa inicial de tu exposición a patrones de composición corporal adversos”, prosigue la médica.
Nuestra tendencia a acumular grasa en el vientre está determinada, en parte, por el ADN, de modo que algunos tenemos que esforzarnos más que otros para evitar los depósitos de grasa abdominal. Pese a ello, hay algunas cosas que podemos hacer para optimizar nuestra composición corporal.
“La genética no es lo único que determina la distribución de grasa corporal”, insiste Xu. “Por consiguiente, necesitas tener más actividad, reducir el sedentarismo, y esforzarte en eliminar la grasa de brazos y abdomen. De esa manera, podrás reducir la probabilidad de desarrollar enfermedades neurodegenerativas”.
MODIFICACIÓN DEL ESTILO DE VIDA
Aquí es importante señalar que, aun cuando el estudio se basó en la información de una población muy amplia, los hallazgos se sustentan en datos observacionales, por lo que no es posible determinar, a ciencia cierta, que la grasa corporal sea la causa de los trastornos neurodegenerativos, como el alzhéimer. Aun así, los resultados se suman a una colección creciente de evidencias que sugieren que la modulación de los factores de estilo de vida podrían reducir nuestro riesgo de adquirir estas enfermedades.
“Nuestros hallazgos destacan que las intervenciones dirigidas a modular la composición corporal (reducir la grasa del tronco y los brazos, y promover un desarrollo muscular saludable) pueden ser más eficaces como protección contra la neurodegeneración que el control general del peso”, asevera Xu.
“Por ejemplo, las modificaciones del estilo de vida -como entrenamiento de resistencia, reducción del sedentarismo y una dieta equilibrada- son eficaces para reducir la grasa abdominal y mejorar la fuerza muscular, lo que (potencialmente) supone más beneficios de neuroprotección que los fármacos antiobesidad centrados en el peso”, señala Xu.
“En términos generales, nuestro estudio sugiere que la composición corporal y las enfermedades cardiovasculares son objetivos potenciales para prevenir las enfermedades neurodegenerativas”, concluye la científica. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)