Un grupo de científicos descubrió una estrategia inusual para reducir la agresividad en los hombres: darles a oler lágrimas de mujer. Tal vez parezca descabellado, pero un estudio publicado el 21 de diciembre en la revista PLOS Biology afirma que los voluntarios masculinos que olieron lágrimas femeninas antes de participar en un juego muy competitivo se mostraron significativamente menos agresivos durante dicha actividad.
Si bien el llanto es la respuesta natural a un sentimiento de tristeza, la ciencia no ha esclarecido por completo esta asociación. Es más, el artículo en cuestión precisa que el propio Charles Darwin se dijo confundido por el fenómeno, ya que no tenía una “función aparente”.
Los roedores comparten nuestra capacidad para llorar y, de hecho, cuando los machos perciben el olor de las lágrimas de las hembras se vuelven menos agresivos. Al parecer, se trata de una forma de “quimioseñalización social”; es decir, un proceso mediante el cual las sustancias químicas precipitan diversas reacciones.
Aun cuando se sabe muy poco acerca de dicho proceso en las personas, Shani Agron, autora principal del estudio y candidata doctoral en el Instituto de Ciencias Weizmann de Israel, se propuso investigar el asunto.
“Luego de considerar hallazgos previos que han comprobado que los niveles de testosterona son más bajos en hombres que han olido lágrimas de mujer, así como los hallazgos en roedores que demuestran que las lágrimas reducen la agresividad en estos animales, planteamos la hipótesis de que las lágrimas podrían tener el mismo efecto en humanos. Con todo, nos sorprendió la intensidad de la respuesta en condiciones de laboratorio”, dice Agron a Newsweek.
¿CÓMO SE REALIZÓ LA INVESTIGACIÓN?
Para su estudio, Agron dividió la población de voluntarios en dos grupos: unos hombres fueron expuestos al olor de las lágrimas de mujer, en tanto que los demás olfatearon una solución salina. Y el parámetro de control del experimento fue no informar a los participantes qué estaban “oliendo”.
Ahora bien, el contacto con la sustancia ocurrió mientras los voluntarios realizaban una actividad de juego ideada, específicamente, para provocar agresividad. Por ejemplo, los investigadores hicieron que un grupo de jugadores pensara que un integrante del equipo contrario estaba haciendo trampa; situación que, en condiciones normales, debía provocar una “conducta de revanchismo”.
Una vez que los hombres incitados tuvieron la oportunidad de cobrar venganza, los científicos observaron que la cifra de participantes que decidieron vengarse del “tramposo” disminuyó en más de 40 por ciento en el grupo de hombres expuestos a las lágrimas femeninas.
“Esa disminución de 44 por ciento no es algo que ocurra habitualmente en condiciones de laboratorio. Y otro aspecto sorprendente fue descubrir que los receptores del sistema olfativo pueden ‘percibir’ las lágrimas y provocar esa respuesta, a pesar de que las lágrimas no tienen un olor perceptible”, puntualiza Agron.
Los científicos también analizaron la actividad de la corteza prefrontal y la ínsula anterior de los participantes: dos regiones cerebrales asociadas con la agresividad.
Dichas regiones se mantuvieron mucho menos activas en los voluntarios que tuvieron contacto con lágrimas de mujer durante el juego, pero se activaron de manera notable en los hombres que realizaron la actividad inhalando solución salina.
¿CÓMO FUNCIONAN EN EL HOMBRE LAS LÁGRIMAS DE MUJER?
“Las lágrimas son una secreción que se produce cuando el individuo se encuentra en situación vulnerable y donde la comunicación no verbal no desempeña un papel crítico. Las lágrimas emiten una señal química que ayuda a reducir la agresividad; cosa muy ventajosa, ya que ese mecanismo tiene suma importancia en los bebés”, agrega Agron.
Los hallazgos del estudio sugieren que la quimioseñalización social no es un rasgo exclusivo de los animales, puesto que también está presente en las personas.
“Estudiamos el efecto de las lágrimas en hombres porque necesitábamos una población que ofreciera las mayores probabilidades de respuesta”, prosigue Agron. “Sabíamos que inhalar el ‘olor’ de las lágrimas reduce los niveles de testosterona, y que la reducción de los niveles de testosterona tiene más efecto en la agresividad de los hombres que de las mujeres, por eso empezamos con ellos. No obstante, ahora tenemos que reproducir los resultados en mujeres, a fin de tener una imagen más completa de este efecto”.
Además de eso, los autores decidieron iniciar el estudio con una población de hombres porque les resultó más fácil conseguir lágrimas de mujer.
“Cuando solicitamos donadores de lágrimas, la mayor parte de los voluntarios eran mujeres. Tal vez porque el llanto es socialmente más aceptable en ellas”, especuló Agron en un comunicado de prensa.
“Sabíamos que inhalar el ‘olor’ de las lágrimas reduce los niveles de testosterona, y que la disminución de la testosterona tiene un efecto mayor en la agresividad de los hombres que de las mujeres, así que decidimos estudiar el impacto de las lágrimas en los hombres, porque así tendríamos más probabilidades de observar algún efecto”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)