Para Erenia, la vida ha sido un camino duro de recorrer tras una violencia de la cual no fue fácil escapar. Desde muy pequeña fue víctima de abusos y de escasez económica, su padre y su madre la golpeaban a ella y a sus hermanos. Para ella, escapar de casa a como diera lugar se convirtió en su anhelo, siendo la alameda y los amigos uno de los primeros atisbos de una vida en libertad, sin violencia.
Sin embargo, todo se vio afectado por los abusos y el hambre, la diversión para superar esa aversión se convirtió en fiestas en la calle, donde el alcohol y las drogas eran el escape más inmediato, más directo. Así fue cómo probó las drogas por primera vez, a los 12 años.
“A partir de ahí mi vida cayó, como que siguió un declive”, recuerda Erenia. A partir de su adolescencia probó más sustancias, cocaína, marihuana, crack. Fue dentro de su adicción como conoció a su exesposo, con quien consumía de manera regular y de la que fue presa también de abusos y golpizas, lo que empeoró su adicción.
Al crecer, Erenia conoció a hombres que la violentaron y que la forzaron a continuar consumiendo drogas. Ella recuerda cómo a los 17 años el primer padre de sus hijos le propinó una golpiza tan severa cuando ella estaba embarazada que como resultado la forzó al parto con tan solo siete meses de gestación.
Con la llegada de sus demás hijos intentó cambiar la dinámica de su vida; desafortunadamente le fue muy difícil por las circunstancias que habitaba. Esto le hizo perder definitivamente la custodia de sus tres hijos, hace diez años, a pesar de haberlo intentado en centros de rehabilitación en 16 ocasiones.
CAYÓ EN LA CÁRCEL POR CULPA DE LAS DROGAS
Fue así como en este momento de su vida, en situación de calle, ella decidió tomar la oferta de un conocido y llevar unas cuantas maderas a la prisión de Cocorí, en Costa Rica, las cuales le comentó que iban a ser utilizadas para el taller de manualidades de los reos. Ella no sabía que dicho paquete iba a estar lleno de marihuana.
Fue detenida por los guardias de la prisión al intentar cruzar el umbral de la revisión en la entrada. El paquete que ella llevaba estaba lleno de paquetes con droga; en ese momento, Erenia fue detenida. Ese día cambió su vida para siempre.
Los días consecuentes fueron surreales y llenos de nerviosismo para Erenia. Esta noticia culminaba una serie de desafortunados eventos, que comenzaban con la pérdida de la custodia de sus hijos y finalizaba en prisión por un engaño. Para ella, así como para muchas personas de nuestra región, las prisiones significan lugares peligrosos, donde la extorsión, los ataques y la muerte se respiran todos los días. Afortunadamente para ella fue todo lo contrario.
Para la abogada de oficio que recibió el caso de Erenia, esta historia era un caso clave para la aplicación del artículo 77 bis del código penal de Costa Rica, que rebaja la pena de ocho a tres años cuando la partícipe del delito es una mujer en condiciones de vulnerabilidad, tiene personas bajo su cuidado o es anciana. Esta medida sonó inaudita para ella, que estaba acostumbrada a lo que se castigaba por estos delitos, donde las imputadas eran condenadas con hasta diez años de cárcel, sin importar su condición, la presión que pudo haber sido sufrido para cometer el delito o alguna consideración de género.
JUSTICIA RESTAURATIVA, UN ALTERNATIVA INTEGRAL
La aplicación del artículo 77 bis es una medida innovadora en cuanto a alternativas a la prisión. Al aplicarse, este artículo le permite al juez considerar otras opciones al encarcelamiento para reparar el daño, las cuales van desde la detención domiciliaria, la libertad asistida, la libertad restringida con dispositivos electrónicos no estigmatizantes, trabajo comunitario y hasta alternativas más integrales como la justicia restaurativa, la cual es la más humana para las personas acusadas porque se les da la oportunidad de exponer su caso y ser consideradas conforme a sus derechos humanos, su situación de vulnerabilidad y la exposición a la situación generada por el narcotráfico.
Para muchas de las personas encargadas del sistema de impartición de justicia en Costa Rica, la justicia restaurativa es una solución de fondo a una problemática que solo había sido solucionada de forma y con pésimos resultados, solo aumentando el número de personas en prisión y sin asegurar su reinserción en la sociedad.
Para las personas usuarias de esta alternativa esto significa una segunda oportunidad, además de que en alguna medida se repara el daño ocasionado por su aprisionamiento a su familia, personas a su cargo y su comunidad. En América Latina, entre 50 y 70 por ciento de las mujeres presas están en la cárcel por delitos de microtráfico, muchas de ellas por presión y amenazas de un hombre o un grupo criminal.
Estos índices de aprisionamiento particularmente se dispararon durante la pandemia y con un especial énfasis en las mujeres. Este incremento en el volumen cabe destacar es normalmente en delitos que no representan una responsabilidad esencial para la operación de un cártel; normalmente, su nivel de responsabilidad es bajo.
MUJERES CON PERFIL DE ALTA VULNERABILIDAD
Además, resulta habitual que estas mujeres se constituyan, a su vez, como jefas de hogar, con dependientes directos y que presenten un perfil de alta vulnerabilidad al no contar con los recursos básicos para el desarrollo equitativo e igualitario de su propia subsistencia o de sus familias, viendo a menudo en la actividad ilícita una oportunidad de sustento y supervivencia.
Para Latinoamérica, la justicia restaurativa representa una oportunidad única para que considerar de manera transversal la perspectiva de género en la impartición de justicia y poder brindar atención a las personas vulnerables más afectadas por la crisis derivada de las “guerras contra el narcotráfico”, ya que pone en perspectiva la necesidad de cambiar el sistema punitivo maximalista de muchos países de la región, que consta de medidas inspiradas en el castigo y en el aislamiento, dando como resultado un incremento del 120 por ciento, mientras que en el resto del mundo solo ha aumentado un 24 por ciento.
La ley de justicia restaurativa establece un plan en el cual varios entes de importación de justicia dialogan para encontrar una solución humana y reparadora para la persona acusada.
Entre el juez, el fiscal, trabajadores sociales y psicólogos se habla con la persona imputada y con la ofendida para juntas encontrar una alternativa al encarcelamiento para así conseguir una reparación más integral del daño, siempre y cuando todas las partes quieran conciliar con esta medida y sea el primer delito cometido, con una pena menor de tres años.
DESINTOXICARSE PARA SEGUIR ADELANTE
Hoy Erenia forma parte activa de una organización que se dedica a la desintoxicación y a la atención a personas fuera de prisión, vive con el menor de sus hijos y tiene una red de amigos. “Siempre quise cambiar mi vida y dejar las drogas. No tenía a nadie que me ayudara”.
“La justicia restaurativa es una fuente de beneficio para muchas personas. A veces creen que no nos merecemos una segunda oportunidad, y este sistema nos permite demostrar que somos capaces de reparar nuestro daño de otra manera, convertirnos en una persona de bien”, comenta.
En otras partes de las Américas, las alternativas y los procesos pueden ser muy diferentes. En países como México o Colombia aún es muy difícil establecer un programa con las características y la infraestructura del ejemplo costarricense, donde en un 98 por ciento de los casos de este sistema han sido beneficiarios integrales en cuanto a la reparación de todas las partes del conflicto.
Además, solo el 4 por ciento de las personas beneficiarias volvieron a reincidir en cualquier tipo de delito. Esto representa un cambio sustancial y un ejemplo de éxito en una región donde el punitivismo y la violencia no ha sido la solución para atender la crisis humanitaria derivada del narcotráfico.
Aún hay mucho trabajo por hacer en la región. En otros países como México cerca del 60 por ciento de las personas imputadas de algún delito vuelven a reincidir, lo que pone de manifiesto que las necesidades de un cambio en el sistema penal son urgentes.
APLICAR LA JUSTICIA RESTAURATIVA CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
También, hay mucha conciencia y cambios estructurales que deben de darse en las personas que imparten la justicia a todos los niveles para conseguir la voluntad política en la aplicación de estas alternativas con toda la perspectiva de género e inclusión necesaria.
Los pasos para que esta ley y sus reformas sean aplicadas en toda la región ha generado una cooperación entre los gobiernos de Latinoamérica y el Caribe, además de la integración de expertos e iniciativas de otros países del mundo, como es el caso de España. También se le han sumado expertas y programas de la Unión Europea como COPOLAD, un programa de cooperación internacional que promueve el diálogo técnico y la cooperación birregional en materia de políticas de drogas. Esto con el fin de mejorar la creación e implementación de políticas de drogas con enfoque de derechos humanos, equidad de género, empoderamiento de las mujeres y seguridad ciudadana en materia de consumo para reducir el estigma asociado los crímenes relacionados con drogas.
La manera en cómo COPOLAD apoya a la justicia restaurativa para cambiar el enfoque punitivo es mediante el apoyo a la adaptación/generación de programas y servicios de atención de adicciones para atender las necesidades de las mujeres y poblaciones vulnerables, así como las medidas para facilitar su acceso y la reducción del daño a través del apoyo de espacios nacionales y regionales donde se busquen compromisos efectivos para la implementación de la alternatividad penal.
EL PATRIARCADO ES EN PARTE EL GRAN RESPONSABLE
Una de las características más complejas para hacer que estas leyes sean exitosas es que sean implementadas a cabalidad. Esto depende mucho de la perspectiva de género de cada país, donde el mismo patriarcado es el encargado de generar un sistema de presión y extorsión a las mujeres que viven de manera directa o indirecta el narcotráfico en sus comunidades.
Además de todos los estigmas relacionados a las mujeres que van a dar a prisión, la mayoría pierde la confianza y el respeto de sus familias, pasan su encarcelamiento sin que nadie las visite, y su reinserción a la sociedad puede ser mucho más compleja que para un hombre. Esto sin sumar la estigmatización a las trabajadoras sexuales, mujeres embarazadas, personas de la comunidad LGBTIQ+ o de la tercera edad que son sentenciadas. Es urgente superar el paradigma del maximalismo penal que ha marcado la política criminal en materia de delitos de drogas en la región.
“Creo que la justicia restaurativa es un modelo que puede generar un cambio regional de haber cooperación entre los países que compartimos esta problemática”, comenta Jovanna Calderón Altamirano, jefa de la Oficina Rectora de Justicia Restaurativa del Poder Judicial de Costa Rica, la cual considera que esta iniciativa tiene muchos retos que superar en cuanto a voluntad política de los gobiernos tan cambiantes en Latinoamérica.
“No es mano blanda ni impunidad. Es reparación de un daño a una persona que puede tener un impacto profundo en su comunidad, se trata de procesos con mucho control y responsabilidad”.
VÍCTIMAS DE UN SISTEMA PENAL SIN CONSIDERACIÓN
Para la mayoría de los casos de mujeres que cometen estos delitos la causa principal es por su pareja, principalmente hombres que las obligan a cometer estas infracciones y que, además de extorsionarlas, las hacen víctimas de un sistema penal que no tiene consideración de las causas psicosociales al cometer el delito, ni tampoco de sus derechos humanos.
Tal es el caso de Berta, a quien su pareja la obligó a que pasara droga a prisión durante un año a costa de amenazas. “Hacerlo no era un negocio para mí, era su empleada, a veces no recibía nada por arriesgarme, llego a hacerlo solo por el miedo a cómo se fuera a poner”.
Afortunadamente, a Karen, su abogada, le interesó mucho su caso. Para ella, el caso de Berta era muestra de la violencia y las causas que llevan a miles de mujeres a cometer estos actos. Fue así como desde que la conoció le habló de las alternativas a las que podía acceder, de la importancia de la justicia restaurativa, de lo esencial que era que trabajara por su reinserción de manera digna y de lo necesario que era cortar con el circulo de violencia que vivía con su pareja.
“Karen, mi abogada, es la única que me venía a visitar cuando estaba en el proceso. Como mi madre y yo éramos muy pobres solo ella podía venir a saludarme, para después contarle a mi mamá cómo estaba y cómo iba el proceso”.
JUSTICIA RESTAURATIVA, UN SISTEMA MUY EFICAZ
Karen, al igual que para muchas abogadas, juezas y encargadas de ministerio público, la justicia restaurativa es el sistema más eficaz para hacer un cambio efectivo y más justo para miles de mujeres que son víctimas de violencia.
“Para mí, la justicia restaurativa me enfrentó con la realidad, fue lo mejor que me pudo haber pasado. Ahora estoy con mi madre, mi hijo y con un futuro”.
Actualmente Berta lleva cinco años sin consumir drogas, se acaba de graduar del bachillerato y trabaja para mantener un hogar con su madre y su hijo de seis años.
Para muchas mujeres, la prisión y el severo castigo relacionado con delitos de narcotráfico es una de las causas principales de aprisionamiento en las Américas, aun con alternativas al encarcelamiento en su sistema punitivo y con la voluntad de diversas entidades para su aplicación.
Cindy Torres, de 37 años, es una mujer nicaragüense que actualmente cumple una condena desde 2019 en la cárcel por intentar pasar droga a una prisión de hombres. Para ella la justicia restaurativa no fue una opción. Este es quizás un caso donde la migración, la pobreza, los antecedentes penales y la falta de perspectiva de género por parte de las autoridades fueron determinantes para que su sentencia fuera por seis años de prisión.
“Todo comenzó cuando me separé de mi pareja. No podía estar más con él, me golpeaba y me humillaba mucho, era consumidor de drogas y para conseguirlas era capaz de hacer cualquier cosa. No podía estar cerca de él con mis cuatro hijos, era demasiado inseguro. Lo que no esperaba es que fuera a caer en pobreza después de dejarlo, fue demasiado rápido cómo comenzamos a pasar hambre, teníamos mucha necesidad”, comenta Cindy, quien se dedicó al trabajo sexual para poder mantener a su familia.
“YA NO AGUANTABA ESTAR AHÍ”
Sin embargo, poco a poco también su economía se volvió compleja con el crecimiento de sus hijos, el dinero ya no le alcanzaba y deseaba desesperadamente dejar de dedicarse al trabajo sexual.
“Ya no aguantaba estar ahí, no dormía de dedicarme a lo que me dedicaba, era también muy peligroso”, cuenta Cindy. “Fue cuando una compañera con las que trabajaba me habló de pasar droga a las cárceles. Me dijo que era muy fácil y que podía ganar hasta 40,000 por cada vez que lo hiciera, era la chance perfecta para dejar la prostitución y darles un mejor futuro a mis hijos”.
Sin embargo, no sabía en lo que estaba a punto de meterse. “Ellas buscan personas así para cometer esos actos, personas solas y con mucha necesidad. Siempre estaba muy nerviosa cuando lo hacía, entraba muy segura, pero al acercarme a la entrada comenzaba a sentirme muy nerviosa, yo no estaba hecha para eso, se dieron cuenta enseguida”, cuenta Cindy sobre cómo su nerviosismo la delató desde las primeras veces que lo intentó.
Esto le consiguió una primera detención y que, aunque la liberaron por una alterativa a la prisión, no fue bajo el sistema de justicia restaurativa. Para ella, esto representó una oportunidad de libertad que le arrebataron muy fácil, ya que le cobraron inmediatamente la droga que había perdido al momento de su detención.
Esto la obligó a volverlo intentar una vez más, con tal de pagar esa deuda. En esta “última” ocasión la detuvieron y encarcelaron. “Como ya me habían agarrado antes, no me hablaron de una alternativa o de un sistema restaurativo, de hecho, no sé qué es eso. Todo fue muy rápido cuando me agarraron. Ya no tuve otra oportunidad”.
Cindy aprovecha este momento para notar que la mayoría de las mujeres que están con ella en prisión están por delitos relacionados al narcotráfico, y que la extrema necesidad, la presión de sus parejas y la violencia son los motivos principales para cometerlos.
“Perdí la confianza que mi familia me tenía. Me he perdido cumpleaños, graduaciones, fiestas y logros de mis hijos. Cada vez que ellos vienen a verme me cuestionan sobre el porqué lo hice, me preguntan si no pensé antes en ellos… Solo quiero salir de aquí, la cárcel no es el mejor lugar para cambiar”.
Actualmente, Cindy pasa los días lo más ocupada que puede, está estudiando y trabaja mucho en las actividades de la cárcel, además de que pasa mucho tiempo con sus compañeras, en especial las más jóvenes y aquellas que son adictas a una sustancia. Para ella, ayudarles es parte fundamental de su reparación y reinserción a la sociedad.
Costa Rica abordó y reflexionó acerca de su experiencia a la hora de introducir el artículo 77 bis de la Ley 8204, lo que genera un precedente a seguir para muchos países. La construcción de oportunidades a nivel regional para la creación de reformas penales que apuesten por la proporcionalidad y la alternatividad penal es imperante para la búsqueda de una justicia restaurativa más humanitaria, inclusiva y transversal. N