Durante la Revolución Mexicana hubo un gran número de héroes desconocidos que combatieron la dictadura de Porfirio Díaz, uno de ellos fue Amelio Robles Ávila, quien nació el 3 de noviembre de 1889 en Xochipala, Guerrero. Nacido como sexo femenino, más tarde vivió como un hombre e insistió en que lo trataran como tal.
En distintas ocasiones colocó su pistola en la cara de las personas que malinterpretaban su género, hasta que lo reconocieron como hombre. Desde temprana edad, Amelio aprendió no solo a montar, sino a domar caballos y luego a manejar armas.
AMELIO ROBLES Y SUS INICIOS EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA
La imagen de Amelio Robles no se diferencia de la de otros hombres de la época, la cual presenciaba un México que se convulsionaba a consecuencia del levantamiento de armas ocurrido en noviembre de 1910 tras el llamado de Francisco I. Madero a la sublevación a través del Plan de San Luis.
Se involucró en la Revolución Mexicana y la lucha armada en 1911. Entre agosto y noviembre de 1911, Amelio fue enviado al Golfo de México en una comisión para pedir dinero a las compañías petroleras para la causa revolucionaria.
Desde 1913 y hasta noviembre de 1918, cuando entregó armas, Amelio Robles participó en las filas de las fuerzas del campesino revolucionario Emiliano Zapata bajo el mando de los principales líderes revolucionarios del estado, como Jesús H. Salgado, Heliodoro Castillo y Encarnación Díaz.
En 1923 se retiró de las filas del ejército, pero se reincorporó en 1924 y tomó parte en la Batalla de la Hacienda de Pozuelos, donde resultó herido. Ese mismo año tomó el nombre de coronel Amelio Robles Ávila y tuvo relaciones abiertamente con mujeres. Formó una relación de diez años con Ángela Torres y crio a una hija adoptada, Regula Robles Torres.
LA PARADOJA DEL HÉROE DESCONOCIO
Gracias a que en su expediente en los archivos militares se encontraba un acta de nacimiento apócrifa que lo identificaba como Amelio Malaquías Robles Ávila, se le reconoció como veterano de la Revolución y, en 1978, la Secretaría de la Defensa Nacional lo condecoró.
Sin embargo, pese a su empeño por ser reconocido como hombre, cinco años después de su muerte, la Secretaría de la Mujer de Guerrero, la Dirección de Culturas Populares del Conaculta y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, abrieron las puertas de un museo llamado Amelia Robles.
Además, una escuela primaria en su pueblo natal lleva en su honor el nombre coronela Amelia Robles. La investigadora Gabriela Cano, autora de un artículo académico “Amelio Robles, masculinidad (transgénero) en la Revolución mexicana”, asegura que lo correcto es reconocerlo como un hombre transgénero”.
Además, agrega: “Amelio Robles se construyó una imagen corporal y una identidad social masculina con los recursos culturales a su alcance en un aislado poblado rural mexicano. Con gran habilidad, Robles manipuló a su favor dichos medios culturales: la pose o performance de género, una cultura visual del cuerpo inaugurada por la proliferación de retratos de estudio, y una prensa industrial ávida de noticias sensacionalistas que se interesó y dio legitimidad a la historia del revolucionario zapatista”. N