Los contaminantes atmosféricos no solo dañan la salud humana y el medioambiente, sino que también degradan las superficies de los edificios y monumentos históricos, advirtieron expertos de la Convención sobre el Aire de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (CEE-ONU).
La corrosión y la suciedad en los sitios del patrimonio cultural debido a la contaminación atmosférica pueden provocar graves pérdidas económicas debido a los elevados costes de mantenimiento y restauración. Por ejemplo, el costo anual total de los trabajos de mantenimiento relacionados con la ensuciedad de la superficie calcárea del Coliseo de Roma, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se estima en unos 680,000 euros al año.
TRES MONUMENTOS HISTÓRICOS A ESTUDIO
Un estudio reciente desarrollado en el marco del Programa Internacional Concertado sobre los Efectos de la Contaminación del Aire en los Materiales, incluidos los Monumentos Históricos y Culturales en virtud de la Convención de la CEE-ONU sobre la Contaminación Atmosférica Transfronteriza a Larga Distancia (Convención sobre el Aire) evaluó la relación entre el medioambiente y los sitios históricos.
En el estudio, tres monumentos históricos fueron analizados. Estos son: la Residencia de Wurzburgo en Alemania, San Domnius en Split en Croacia y el Palacio Real de Caserta en Italia. En dichas construcciones se estudiaron las concentraciones de los principales contaminantes.
El estudio revela que la contaminación por óxidos de nitrógeno (NO2) y partículas (PM10) tiene el mayor impacto en la corrosión y ensucia la piedra caliza, como lo demuestran los tres sitios del Patrimonio Mundial seleccionados.
DOS CONTAMINANTES ATMOSFÉRICOS DAÑINOS
Para el Palacio Real de Caserta en Italia, la corrosión y la suciedad son los más dañinos. Aunque se observa una ligera disminución de las concentraciones de NO2 y PM10 en todas las ciudades que albergan estos tres sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO para los años estudiados (2015-2019), los riesgos siguen presentes.
Esto demuestra una vez más que, además de la contaminación de origen local que se mide en las estaciones de vigilancia urbanas, los contaminantes que se generan por fuentes fuera de la ciudad o incluso más lejanas (incluso por fuentes ubicadas a cientos o miles de kilómetros, incluso más allá de las fronteras nacionales) tienen un impacto negativo significativo en los monumentos culturales.
URGEN MEDIDAS PARA MITIGAR CONTAMINACIÓN AMBIENTAL
Por ejemplo, las altas concentraciones de PM10 (pequeñas partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento o polen, dispersas en la atmósfera) en el sur de Europa pueden deberse a las emisiones de los barcos o a fuentes naturales como el rocío o el polvo del desierto del Sahara.
Para reducir los impactos y los costos de la contaminación atmosférica en el patrimonio cultural, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa indica que se necesitan nuevas medidas para mitigar la contaminación atmosférica y reducir los riesgos para el patrimonio cultural, así como para la salud humana, los ecosistemas y el clima. N