El 10 por ciento de la población mundial posee actualmente el 52 por ciento de la riqueza global. Mientras, la mitad más pobre obtiene el 6.5 por ciento de los recursos, informó este martes 8 de febrero la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Ocho años después de su adopción, la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible está siendo puesta a prueba por la pandemia covid-19, el cambio climático, la guerra en Ucrania y las transiciones demográfica y digital.
“La pandemia mató a más de 6.8 millones de personas, sumió a millones en la pobreza extrema y el hambre, y destruyó empresas y puestos de trabajo. Muchos países aún se están recuperando de ella, mientras el mundo se enfrenta a otras crisis”, declaró Manuela Tomei, subdirectora general de la OIT.
BRECHAS DE GÉNERO Y RIQUEZA GLOBAL
Por ello, señaló que crecieron las desigualdades en materia de ingresos, empleo y derechos y que también se intensificó la discriminación y hostilidad hacia las mujeres, los migrantes y los refugiados.
“La participación de las mujeres en los ingresos totales procedentes del trabajo es inferior a 35 por ciento, lo que supone solo un aumento de 5 por ciento respecto a 1990”, destacó.
Tomei explicó: “214 millones de trabajadores viven en la pobreza extrema (con menos de 1.90 dólares al día) y el número de trabajadores pobres está aumentando en los países en desarrollo”.
Seguidamente, añadió la desigualdad entre los mercados laborales mundiales, tanto en oportunidades como en resultados, y dijo que persisten grandes brechas de género en el empleo, el desempleo, la remuneración y las pensiones, y con ello crece la desigualdad y la riqueza se concentra en unos cuantos.
DESIGUALDAD VS. RIQUEZA
“Unos 290 millones de jóvenes en todo el mundo no reciben educación, empleo o formación, mientras que 2,000 millones de personas trabajan en la economía informal”, alertó la subdirectora general de la OIT.
Del mismo modo, señaló que a causa de la pandemia de covid-19, la inestabilidad de los empleos y los ingresos, las condiciones de trabajo insalubres e inseguras y la falta de protección social provocaron un impacto desproporcionado en estos trabajadores, que vieron cómo sus ingresos se reducían en un 60 por ciento en 2020.
A continuación, subrayó que la subida de los precios del trigo y el petróleo en otoño de 2021, acentuada por la guerra en Ucrania, sirvió para agravar la inseguridad alimentaria y que continúa erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores, especialmente de los que se encuentran en la parte inferior de la distribución de ingresos, alimentando disturbios sociales y huelgas.
“La pandemia confirmó que los altos niveles de desigualdad debilitan la capacidad de resistencia de las personas y las empresas frente a las crisis”, afirmó. Finalmente, describió la desigualdad “como un fenómeno multidimensional, específico de cada país y de cada época”.
“Ninguna actuación política individual ni ningún actor aislado conseguirán resolver el problema, sino que será necesaria una combinación de todos ellos”, concluyó la funcionaria. N