Familiares de algunas de las cientos de mujeres detenidas por el violento asalto a las sedes de los poderes públicos en Brasilia, capital de Brasil, aguardan a sol y sombra por informaciones sobre sus seres queridos frente a las puertas de una prisión femenina.
Bajo anonimato, insisten en que sus parientes no participaron en la invasión y el saqueo de la Presidencia, el Congreso y la corte suprema del 8 de enero, una semana después de la llegada al poder del líder de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.
“Esta gente no perseguía al presidente (Lula)”, dijo un hombre de poco más de 50 años que se presentó como “Papi” a las puertas de Colmeia, el centro penitenciario femenino a donde fueron llevadas unas 500 mujeres detenidas.
“Lo que une a esta gente es la indignación porque la elección no pareció transparente”, comentó el hombre refiriéndose a las presidenciales de octubre en las cuales Lula derrotó por 1.8 puntos porcentuales al ultraderechista Jair Bolsonaro, quien buscaba la reelección.
Bolsonaro sembró dudas sobre el sistema electoral en sus cuatro años de gobierno, algo que parece haber calado hondo en sus seguidores que durante semanas protestaron a las puertas de los cuarteles de varias ciudades exigiendo a los militares impedir la transmisión de mando.
“Papi” era uno de ellos. Sin embargo, cuando su familiar y algunos amigos decidieron recorrer más de 1,000 kilómetros para llegar a Brasilia en autobús para sumar su voz a las manifestaciones en la capital, él se abstuvo. “Estoy cansado de los políticos”, dijo a AFP.
MÁS DE 2,000 PERSONAS DETENIDAS POR ASALTO EN BRASILIA
Para observadores, la desinformación alimentó la indignación de muchos simpatizantes de Bolsonaro, quien obtuvo 58 millones de votos en octubre. El ultraderechista, que nunca reconoció la victoria de Lula, dejó el país dos días antes de la transmisión de mando del 1 de enero.
Una semana después, miles de personas invadieron las sedes de los poderes públicos y vandalizaron obras de arte, mobiliario y parte de su infraestructura con grafitis atacando las instituciones democráticas brasileñas.
Más de 2,000 personas fueron detenidas, con casi 1,500 de ellas aún bajo custodia. Unos 900 hombres están en la penitenciaría Papuda y las mujeres en Comeia.
“Los medios llaman a esas personas terroristas. En realidad había unos 10 vándalos, pero todas las 1,500 personas son tratadas como terroristas”, cuestiona “Papi”.
Las imágenes de seguridad de los edificios vandalizados así como videos divulgados en redes sociales muestran una turba de personas arrasando todo a su paso. “Papi” cuenta que su familiar llegó a la capital el día de la asonada, y protestó “de manera pacífica” en la Explanada de los Ministerios que antecede la sede de los poderes, pero que no participó en la invasión.
En cambio, dice “Papi”, ella fue al campamento frente al cuartel general del Ejército, donde, de acuerdo con su versión, fue detenida.No habla con ella desde el 9 de enero.
“Nadie tiene contacto con los detenidos. Sólo los abogados”, reclamó “Papi”.
PENAS MAYORES A 10 AÑOS DE CÁRCEL
Un fiscal explicó a esta semana a AFP que el rito procesal establece una audiencia de custodia en 24 horas “en situaciones normales, con un crimen normal”, tras lo cual un juez debe pronunciarse sobre mantener la detención o esperar por el juicio en libertad. En casos excepcionales como este, dijo el fiscal, esos plazos pueden extenderse.
Los detenidos enfrentan la posibilidad de responder por cargos bajo la categoría de “actos antidemocráticos” con penas de hasta 12 años de cárcel. Algunos familiares se han comunicado con sus familiares a través de notas que envían a la prisión a través de abogados, contaron algunas personas a las puertas de la penitenciaría a la AFP.
“Tenemos información de los porteros (del presidio), que están siendo bien tratadas, pero los derechos de ver a la familia, de conversar, fueron negados. Pasaron 8 días y no tuvimos contacto”, dijo un joven que pidió ser identificado como Lucas y cuya suegra está detenida.
La suegra viajó con una amiga de más de 70 años a la capital antes del asalto a los poderes públicos. Él dice que ella no participó de los actos vandálicos y que fue arrestada al día siguiente también frente al cuartel.
Después de dos días sin noticias, la amiga de 70 años fue liberada —cuenta Lucas— y los llamó para avisar de la detención. El hombre de 30 años llegó el sábado a Brasilia junto a su novia en busca de noticias.
“No tenemos ninguna definición de cuándo la van a soltar o vamos a poder verla, por lo menos para decirle ‘hola’, llevarle un jabón, un shampoo o unas galletas aunque sea. Es triste”, dijo.
Todas las mañanas, la pareja llega a las 8 de la mañana a las puertas de Colmeia. Sólo se retiran para almorzar y regresan a esperar hasta la noche.
“Vinimos a buscarla. Sólo quiero que salga lo más rápidamente posible”, dijo Lucas. N
(Con información de AFP)