La humanidad ha conocido el concepto del cambio climático desde hace siglos. Pero ahora, gracias a la tecnología moderna y a los satélites que siguen la órbita terrestre, los científicos han podido proporcionar pruebas contundentes de que el mundo está calentándose.
La primera vez que el cambio climático se convirtió en noticia de primera plana fue en 1988 cuando, después de décadas de investigar los sistemas climáticos del planeta, James Hansen —otrora director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA— lanzó una lóbrega advertencia en la que vinculó, claramente, la actividad humana con el calentamiento global.
“No fue un momento de revelación, sino una concienciación gradual”, explica a Newsweek el Dr. Yves Plancherel, investigador del cambio climático afiliado al Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente, en Imperial College London, Reino Unido.
“Científicos del siglo XIX hicieron los primeros cálculos sobre la creciente temperatura atmosférica… y muy pronto se dieron cuenta de que el calentamiento sería muy significativo si los niveles de dióxido de carbono seguían aumentando”., añade.
En 1824, el físico francés Joseph Fourier hizo la primera descripción del efecto de invernadero, mediante el cual la energía luminosa del sol traspasa la atmósfera y se transforma en energía térmica, la cual queda atrapada en la atmósfera inferior. En aquel momento, Fourier propuso que había algo en la atmósfera que actuaba como una capa aislante y retenía la energía térmica.
LA TEMPERATURA AUMENTA DESDE EL XIX
Transcurridos poco más de diez años, la climatóloga estadounidense Eunice Foote concluyó que esa “capa aislante” estaba compuesta de dióxido de carbono y vapor de agua. Y más aún, afirmó que el aumento de esos gases en la atmósfera conduciría a un calentamiento considerable del planeta. Estas conclusiones las confirmó el físico irlandés John Tyndall en 1861.
Desde fines del siglo XIX, la temperatura promedio de la tierra ha ido en aumento, si bien la mayor parte de ese calentamiento se ha producido en las últimas cuatro décadas. Es verdad que el clima terrestre ha variado de manera considerable a lo largo de la historia de nuestro planeta, y que esos cambios han incluido los ocho periodos de glaciación registrados en los últimos 800,000 años. Sin embargo, la tendencia de calentamiento que registramos en la actualidad avanza con una celeridad nunca vista en muchos milenios, y 97 por ciento de los científicos concuerda en que esa tendencia es consecuencia directa de la actividad humana.
En 1896, diez años después de la invención del primer automóvil con motor de combustión interna —el Benz Patent-Motorwagen—, el químico sueco Svante Arrhenius predijo que el dióxido de carbono atmosférico derivado de la quema de combustibles fósiles conduciría a un incremento sustancial de la temperatura global promedio.
“En aquellos días nadie pensó que eso pudiera convertirse en un problema real porque apenas empezábamos a usar combustibles fósiles”, explica Plancherel. Pero llegado el año de 1938, el ingeniero británico Guy Callendar demostró el nexo entre el calentamiento global y el aumento de los niveles de dióxido de carbono atmosférico. Y, aun así, los meteorólogos de la época ignoraron su trabajo.
EL CAMBIO CLIMÁTICO A TODOS NOS AFECTA
“Los primeros programas de medición emergieron en las décadas de 1950 y 1960”, señala Plancherel. En los años 60, el Dr. Syukuro Manabe —climatólogo y meteorólogo japonés invitado a Nueva Jersey, Estados Unidos, para colaborar como investigador en la Universidad de Princeton— dirigió el desarrollo de los primeros modelos físicos para el cambio climático, labor que le valió el Premio Nobel de Física en 2021.
“Manabe desarrolló los primeros modelos predictivos confiables para el clima terrestre, los cuales tomaban en cuenta el papel del vapor de agua en la atmósfera”, explica Plancherel. “A partir de ese momento empezamos a utilizar la modelización climática para generar predicciones cada vez más precisas”.
Hoy día, los científicos obtienen sus datos de fuentes antiguas y contemporáneas, desde núcleos de hielo y anillos arbóreos hasta satélites y globos meteorológicos. “Esos datos ayudan a la comunidad de modeladores a refinar los sistemas que están desarrollando para que sean cada vez más exactos”, prosigue Plancherel. “Los primeros modelos fueron meras curiosidades científicas, pero en la actualidad los modelos climáticos se han vuelto herramientas indispensables para tomar decisiones comerciales”.
A fin de lograr predicciones incluso más precisas, Plancherel y su equipo han utilizado la inteligencia artificial para comparar los distintos modelos y mejorar su resolución. No obstante, “hemos llegado a una etapa en la que ya no necesitamos convencer al mundo de la realidad del cambio climático porque todos sentimos los efectos. Por ello, nuestro objetivo no es la predicción, sino la adaptación”, concluye Plancherel. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).