Cuando una farmacéutica obtiene la patente de una vacuna o medicamento le es concedido el derecho de impedir que otros fabriquen, usen o vendan la invención. La duración de la patente puede ser de hasta 25 años. Esta ley, que funciona en la mayor parte del mundo, impide que algún laboratorio pueda generar una medicina a partir de un descubrimiento de otro y que la comercie a menor costo que la original. Y, también, inhibe que alguna otra farmacéutica desarrolle el medicamento y lo ponga al alcance de poblaciones de bajos recursos.
El Fondo de Patentes de Medicamentos (MPP) es una organización de salud pública respaldada por las Naciones Unidas que trabaja para aumentar el acceso y facilitar el desarrollo de medicamentos que salvan vidas para los países de ingresos bajos y medios.
El modelo de negocio del MPP consiste en la asociación con la sociedad civil, los gobiernos, las organizaciones internacionales, la industria, los grupos de pacientes y otras partes interesadas, para priorizar y licenciar los medicamentos necesarios y poner en común la propiedad intelectual para fomentar la fabricación de genéricos y el desarrollo de nuevas formulaciones.
Hasta la fecha, el MPP ha firmado acuerdos con 15 titulares de patente para 13 antirretrovirales para el VIH, una plataforma tecnológica del VIH, tres antivirales de acción directa para la hepatitis C, un tratamiento para la tuberculosis, tres tecnologías de acción prolongada, dos tratamientos antivirales orales para covid-19 y 12 tecnologías covid-19.
UN DEBATE A FAVOR DEL BIEN COMÚN
El debate de liberar las patentes de vacunas se ha hecho cada vez más fuerte con la llegada del desconocido virus de covid-19. En un hecho calificado como histórico, en junio de 2022 los miembros de la OMC pactaron suspender temporalmente las patentes de las vacunas contra covid-19.
Tras casi dos años de negociaciones, los 164 países de la OMC alcanzaron ese pacto sin precedentes. Esto significa que los países en vías de desarrollo podrán fabricar durante cinco años las vacunas contra el coronavirus sin pagar regalías.
Entre los beneficios de este pacto se incluye poder dar uso a la tecnología del ARN mensajero. Los países que lo deseen podrán beneficiarse de ese método sin tener que contar con la autorización del laboratorio que lo descubrió.
La discusión y convencimiento de los países miembro para adoptar la medida tomó tiempo y largas discusiones. Principalmente, porque liberar una patente farmacéutica significa también perder ingresos.
Mientras organizaciones, sociedad civil, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos continúan pugnando porque haya mayor liberación de patentes de vacunas, Newsweek en Español te explica qué es una patente, cómo se consigue y en qué radica su importancia.
¿EN QUÉ CONSISTE UNA PATENTE FARMACÉUTICA?
De acuerdo con la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad Complutense de Madrid, quien otorga la patente es un Estado o conjunto de Estados. Este permiso otorga la oportunidad de explotar la invención siempre y cuando sea en el territorio donde se solicitó la patente.
En esa misma región quien obtiene la patente farmacéutica es el único que puede fabricar la vacuna y venderla. El tiempo aproximado es de 20 años. Si el inventor del producto desea permitir que otros usen la patente lo podrá hacer y generalmente lo hacen a cambio de un beneficio económico.
“El Estado otorga ese derecho de exclusiva también a cambio de que se ponga la invención a disposición del público para que forme parte del estado de la técnica, para generar conocimiento. Es decir, a cambio de que se publique una descripción detallada de cómo se realiza la invención”.
¿SE PUEDE PEDIR UNA PATENTE DE UN PRODUCTO A VARIOS PAÍSES?
Sí. “Existen tratados internacionales que permiten y facilitan que una solicitud de patente presentada, por ejemplo, en la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), se pueda extender a otros países. Es decir, la misma solicitud de patente se puede presentar en varios Estados, siempre y cuando se sigan unas normas determinadas y se disponga de recursos económicos suficientes para hacerlo”.
¿CUÁLES SON LOS REQUISITOS?
La vacuna necesita contar con novedad, actividad inventiva y aplicación industrial. Se tiene que redactar un documento en el que se describe cómo se obtiene, cómo es el producto que se va a utilizar para elaborar la vacuna y cómo funciona, y en el que se define lo que se quiere proteger, indica la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación de la misma universidad.
El siguiente paso es presentar un documento que exponga lo anterior ante la oficina oficial del Estado, donde se va a solicitar la patente junto con los formularios adecuados y previo pago de las tasas que estén fijadas.
“Desde ese momento, empiezan a contarse los plazos de la patente: por un lado, la vigencia de la patente, los 20 años que se comentan y, por otro lado, gracias a los acuerdos internacionales, los plazos para extender esa misma solicitud a otros países”.
¿LIBERAR LA PATENTE?
Al liberar la patente, el propietario permite que otras empresas e instituciones usen a libertad la vacuna y los métodos con los que se fabricó. Esto conlleva que el dueño de la patente pierda ganancias económicas, pero no completamente porque él seguirá produciendo el producto, de acuerdo con la explicación de la doctora Mayte Ripio, miembro de la Unidad Técnica de Patentes de la OTRI-UCM.
Según la experta, el proceso para patentar vacunas, antibióticos u otra clase de medicamentos depende de cada sector. Cada uno tiene su propio reglamento, pero el procedimiento sigue siendo el mismo. N