“Él trae los muertos, entonces lo dejas tranquilo, ¿ok?”, dice un soldado a otro en un punto de control en el este de Ucrania liberado, al que acaba de llegar la temida caravana militar “Cargo 200”.
El término “Cargo 200” es el lenguaje militar se usa para referirse específicamente a los cadáveres de soldados contenidos en ataúdes forrados de zinc para el transporte aéreo. El número se refiere a los 200 kilos que pesaría en promedio un cuerpo en un ataúd en zinc.
Extraoficialmente, “Cargo 200” se utiliza para referirse a todos los cuerpos de los muertos transportados fuera del campo de batalla, y también se ha convertido en un eufemismo para las pérdidas irreversibles de mano de obra en un conflicto.
Andriy Cherniavski, que encabeza esta unidad especializada del ministerio de la Defensa en la región de Donetsk, va hacia Sviatoguirsk, liberada a fines de septiembre, por una carretera dañada, llena de cráteres, árboles calcinados y ruinas de tanques.
De ese sector, en siete días, Cherniavski ya ha traído 19 cuerpos de soldados ucranianos que se daban por desaparecidos desde hace meses, y que antes era imposible ir a buscar en la zona ocupada.
CARGO 200, UN EQUIPO DE BÚSQUEDAS COMPLEJAS
La guía de esta expedición es un mapa interactivo con puntos amarillos asociados a coordenadas GPS. Cada uno corresponde a un dato suministrado al comando sobre un cuerpo dejado o enterrado tras los combates.
En una casa aislada de la ciudad de Oleksandrivka, la caravana se detiene y los equipos hacen la inspección del lugar, ocupado alternativamente por ucranianos y rusos, como se desprende de los desechos o las municiones encontradas.
“Nosotros sabemos que una parte de la 81ª brigada y de los guardias fronterizos se replegaron de sus posiciones en esta casa” el 24 y el 25 de abril, explica Cherniavski, que busca entre otros el cuerpo de un soldado enterrado que sus camaradas no pudieron llevar con ellos cuando se ordenó la retirada.
Para ese tipo de búsquedas complejas, una brigada con perros especializada en la exhumación de muertos acompaña al equipo del Cargo 200.
ENTERRADO CON UNA SÁBANA AZUL
“Nuestros ocho perros están adiestrados de manera diferente a los de rescate y búsqueda de vivos”, señala Larisa Borisenko, de 51 años, directora de esta brigada que pertenece a la ONG de rescate y búsqueda Antares, con sede en Pavlograd.
En unos minutos, tras haber olisqueado el jardín, Profesor, un joven pastor belga, se para bajo un árbol y cava la tierra frenéticamente con sus dos patas delanteras.
Dos soldados van a por palas. Andriy se pone el uniforme blanco de protección. El cuerpo, a 50 centímetros bajo tierra, fue enterrado con una sábana azul y un cojín para sostener la cabeza. N
Con información de AFP
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