Nachito es realmente quien me avisa cuando alguien ha tocado la puerta o el timbre, enloquece y comienza a ladrar y saltar como si se tratara de la entrega de un nuevo chunche con olor a chuleta de amazon o un pollo de plástico con sonido para jugar en el jardín. Es un perro bastante más escandaloso por el ruido que hace que por su tamaño, lo cual realmente va bien con su personalidad.
Recuerdo el intro de la película animada de los 101 dálmatas, cuando van paseando por el parque dueños y mascotas parecidas entre sí, así igual pasó cuando conocimos a Nachito, no era el perro más guapo o alineado pero se parecía mucho a Mauricio, mi ex. Chaparritos, con el estómago delicado y una dentadura peculiar.
Decidimos adoptarlo un par de meses después de comenzar a vivir juntos, con el entusiasmo propio de una pareja primeriza con las mascotas, cuando lo discutimos acordamos quién lo pasearía y cuándo, imaginamos mil actividades que normalmente no hacíamos pero que seguro ahora que Nachito era parte de la familia comenzaríamos sin chistar, que subir cerros, que ir a un pueblo mágico los tres, que llevarlo a lugares pet friendly para desayunar, al parque de los perros… En fin, estábamos comprometidos con el proyecto, o al menos así parecía.
Nachito no era exactamente un cachorro adaptable, lo cual no facilitaba su vida social…por ende tampoco la nuestra, solía alterarse ante cualquier ruido del exterior y asomando los dientes le declaraba la guerra a cualquier animal que nos encontrábamos por la calle o el parque. Decidimos sacarlo a pasear en horarios que no estuvieran concurridos para que se adecuara poco a poco a estos nuevos lugares, olores y caminos.
Así pues con mucha paciencia y estrategias varias Nachito se convirtió en un perro educado y resultó que, después de todo si era muy diestro para hacer amigos, ya no hacía tanto escándalo, analizaba la situación, elegía traseros para oler y ya estaba, ojalá las relaciones humanas fuesen así de instintivas y sencillas, pero no. Mauricio regresó a su trabajo presencial y en cuestión de semanas comenzó a viajar más, a llegar tarde a casa a dormir un par de horas y regresar al trabajo muy temprano.
Nachito se convirtió entonces no sólo en mi fiel compañero sino que, paulatinamente en el único. Mi relación con Mauricio era la crónica de una muerte anunciada, vivíamos más en la fantasía y futureando que en el día a día, al principio, cuando recién nos conocimos y claro, todo era muy nuevo, “funcionaba”, nos llenaba ese entusiasmo adolescente, después, ya que estabamos más claros en qué queríamos y todo se iba acomodando en nuestras vidas profesionales se nos atravesó el covid así que normal que todos los viajes y planes a futuro se pospusieran pero al menos ya habíamos decidido comenzar a vivir juntos, quizá no era entonces el mejor momento, después del encierro vino de nuevo el trabajo y el regreso a la realidad y luego, la realidad misma se manifestó en lo cotidiano y ante eso ya no pudimos seguir evadiendo, es difícil mirar hacia otro lado cuando por fin te haz dado cuenta, ignorar lo obvio siempre se manifiesta de alguna u otra manera. Un buen día, simplemente lo supimos, o al menos así me pareció, desperté pensando “no más” y ese día Mauricio se marchó, decidimos que era lo justo ya que el departamento estaba a mi nombre desde hacía bastante tiempo y de cualquier manera su oficina no quedaba muy cerca. Ninguno opuso mucha resistencia, era como si de forma natural se hubiera desgastado lo que sea que compartimos, una fuente que pensábamos inagotable se había terminado y en lugar de pena sentí un alivio. Mauricio no mencionó a Nachito en ningún momento, recuerdo que ingenuamente pensé que era alguna clase de compensación por dejarme, así de bueno, te dejó al perro para que no te quedes sola, después de algunas semanas me enteré que no había sido por eso, sino porque Natalia, su jefa del trabajo y ahora nueva pareja es alérgica a los perros. Gracias a la novia de mi ex porque se quedó a Mau y a cambio Nachito es ahora sol mío.