LIVE

La rebeldía de sentir en un mundo cansado

Publicado el 25 de noviembre, 2025
La rebeldía de sentir en un mundo cansado
People with raised fists at a demonstration in the city. Multi-ethnic group of people together on strike.

A veces pienso que nuestra historia no fue una historia rota, sino una historia interrumpida. No por falta de cariño, ni por desinterés, ni por ese desgaste que algunos llaman “incompatibilidad”, sino por algo mucho más grande que nosotros: este mundo que exige más de lo que estamos hechos para dar.

Mientras lo vivíamos, yo no lo veía. Ahora sí. Lo veo en la forma en que nos contábamos las cosas: cansados, en mensajes tardíos, entre pendientes, en el trayecto al trabajo, con la sensación constante de que siempre faltaba tiempo. Tiempo para hablar. Para vernos. Para entendernos. Para reparar.

Ahí comprendí algo que me costó poner en palabras: para poder sostener un vínculo, primero hay que tener un suelo donde pisar. Y nosotros vivíamos en un terreno donde nada estaba firme.

Era una época —lo es todavía— donde las líneas entré lo real y lo fabricado se difuminan todos los días. Donde las pantallas enseñan afectos que nadie siente, logros que no existen, cuerpos que no respiran. Donde la información llega tan rápido que ya no nos preguntamos si es verdad, sino qué tanto nos conviene creerla. Donde la IA escribe mensajes que parecen salidos del corazón, aunque no tengan ni uno.

Y donde las leyes que deberían protegernos de eso no se alcanzan ni a redactar antes de volverse obsoletas.

En ese paisaje extraño, tú y yo intentábamos sostener una relación como si pudiéramos aislarnos del ruido. Como si bastara querer. Como si el amor fuera impermeable.

Pero el amor —lo que sea que eso signifique— necesita algo más que voluntad. Requiere presencia, claridad, escucha, tiempo. Y nosotros vivíamos corriendo. No porque quisiéramos, sino porque así está hecho el mundo: para que confundamos productividad con valor, hiperconexión con cercanía, agotamiento con mérito.

Recuerdo un día en que te dije: “Creo que vamos bien” y tú respondiste: “Yo también”.

Pero ninguno de los dos estaba diciendo la verdad. Lo que en realidad queríamos decir era: “No sé cómo detener esta inercia sin rompernos”.

Y aun así… ahí estaba algo. Algo que no se parecía a las narrativas fáciles que venden las películas o los libros de autoayuda. Algo que no era perfecto, pero era real.

No éramos – ni somos- dos personas que fallaron. Éramos dos personas intentando construir algo decente en un sistema que no está diseñado para que la gente tenga espacios para sentir.

Porque sentir requiere pausa.

Y pausar es casi un acto subversivo.

En ese sentido —aunque duela admitirlo— lo nuestro también fue resistencia.

Esa forma silenciosa en la que nos cuidábamos, incluso cuando no sabíamos cómo hacerlo bien. Esa manera de decir “aquí sigo” aunque el mundo gritara lo contrario.

Esa insistencia torpe, imperfecta, honesta.

Ahora lo veo: 

Lo que compartimos desafió estadísticas, tiempos, pantallas, narrativas. Tal vez no sobrevivió. Pero existió.

Y eso, hoy, se siente casi milagroso.

Porque en la época donde todo es copia, simulación, eco, algoritmo…lo que sucede de verdad termina siendo excepcional. Y lo nuestro sucedió. Dolió. Transformó. Despertó. Abrió. Y sigue ardiendo donde debe arder: en la parte exacta que necesitaba reconstruirse.

A veces pienso que el mundo no nos alcanzó. Otras, que fuimos nosotros quienes no alcanzamos al mundo. Pero la conclusión que elijo es otra:

Lo que viví contigo me confirmó que insistir en emocionarse es el acto más valiente de esta época. Que sentir —a pesar del ruido, de la prisa, de la saturación— es una forma de crear otro modo de estar vivos. Uno donde se pueda respirar. Donde se pueda hablar. Donde se pueda sostener.

Quizá tú y yo no pudimos hacerlo juntos. Pero gracias a ti descubrí que sí es posible.

En otro tiempo. En otro lugar. Con otra calma.

Y esa certeza —esta vez— no duele.

Acompaña.

Sostiene.

Abre.

Porque, aunque lo nuestro no se quedó, me dejó lista para lo que sí. Y en este mundo,

eso ya es una victoria.

 

Compartir en:
Síguenos
© 2025 Newsweek en Español
La rebeldía de sentir en un mundo cansado