El 3 de marzo pasado, el poeta ucraniano Dmytro Chystiak nos envió desde Kiev una serie de postales dolorosas y una nota conmemorativa del Día Internacional del Escritor. Dmytro habla y escribe ucraniano, francés y ruso. Además, se desempeña como subdirector de la Unión Nacional de Escritores de Ucrania, desde la cual, junto con la directora, María Morozenko, nos escribió una nota deseándonos “nuevas búsquedas y descubrimientos creativos que nos ayuden a enriquecer nuestra herencia espiritual común”.
Al leerla y ver las imágenes apocalípticas de la invasión ordenada por Vladimir Putin no pude contenerme y bajé la cabeza para elevar una oración por la vida. Al levantar la mirada y ver las imágenes de la masacre he pensado en las pinturas negras de Francisco de Goya (1746-1828).
En 1819, a los 72 años de edad, Francisco de Goya y Lucientes se mudó a una casa en las afueras de Madrid conocida como “la quinta del sordo”. Allí se dedicó a pintar, sobre el papel colgadura de sus muros, las 14 obras que medio siglo después de su muerte serían trasladadas a lienzos bajo la supervisión de Salvador Martínez Cubells. Estas obras creadas en la intimidad de su hogar representan un impulso puramente artístico y existencial.
“Saturno devorando a un hijo” estaba ubicada en la sala de la planta baja. Se trata de la representación pictórica del mito griego de Cronos que en la tradición romana pasó a llamarse Saturno. Este dios mitológico derroca a su padre, Urano, y lo castra con una hoz. Destinado a seguir la misma suerte de su padre, Saturno decide devorar a sus hijos al nacer.
Desde ese punto de vista, la pintura de Goya no es fiel al mito, pues su Saturno devora a un hombre adulto.
UNA LECTURA ALEGÓRICA
En 1636 Rubens había producido una representación más leal a la historia original. La obra de Francisco de Goya representa a un Saturno gigante y envejecido que con una mirada frenética y gesto convulsivo muerde el brazo izquierdo de un cuerpo del que ya se ha tragado la cabeza y el brazo derecho. Las manos del gigante se clavan en el torso de la víctima y parecen preparar un desmembramiento, en cualquier momento el cuerpo del hijo puede partirse en dos.
Esta imagen oscura de fratricidio y canibalismo puede leerse en clave alegórica tanto en el plano biográfico de Goya como en la reflexión sobre la invasión militar a Ucrania ordenada por Putin.
Francisco de Goya sufrió de saturnismo, una enfermedad producto del envenenamiento por plomo que también se conoce como plumbosis o “lengua negra”. Lo más probable es que el uso de pinturas a base de plomo lo haya intoxicado. Como consecuencia del saturnismo, el pintor perdió capacidad auditiva y sufrió de vértigo, deliro y alucinaciones. Es probable que esta pintura represente una evocación de la experiencia del artista al sentirse devorado por una enfermedad que padeció como adulto.
También hay interpretaciones psicoanalíticas de la imagen que hablan sobre la relación conflictiva entre padres e hijos. Por otra parte, hay lecturas históricas en las que Saturno es visto como una representación de la monarquía de la época.
Hoy propongo una lectura alegórica de la situación actual. La imagen de un hombre viejo y delirante de tamaño descomunal me hace pensar en Vladimir Putin y su aparato militar. De una forma frenética trata de tragarse a su propia progenie de la que ya había amputado un pedazo. Pienso en la invasión de Crimea en 2014. El viejo gigante y paranoico teme que sus hijos lo castren como Cronos a Urano.
CRUELDAD ÍNTIMA Y FRATRICIDA
Vladimir Putin teme que la OTAN se extienda y que antiguas partes de la Unión Soviética como Ucrania puedan acabar con su poder.
La desnudez del gigante y su víctima nos convierte en testigos de una crueldad íntima y fratricida, una forma de canibalismo trasnacional. Es irónico que el material de las municiones con las que se asesina a civiles ucranianos sea el mismo plomo que produce sordera, locura y delirio. Uno de mis poemarios, “Diente de plomo”, busca revelar la similitud entre la forma de una bala y un colmillo, un diente de Saturno.
En el mito griego, Rea oculta a Zeus en Creta y lo sustituye con una piedra envuelta en pañales que Saturno devora. Al crecer, Zeus obliga a su padre a regurgitar a sus hermanos, lo derroca y encarcela. Algunas versiones hablan de una castración similar a la de Urano. ¿Será ese el futuro de Vladimir Putin?
La resistencia del pueblo ucraniano ha sido conmovedora e inspiradora. El valor de los civiles rusos que han salido a protestar la invasión y que son encarcelados cada día es admirable. El presidente Zelenski ha mostrado un compromiso ejemplar con sus compatriotas y se ha convertido en símbolo de dignidad y entereza frente a la adversidad.
Conocí a Dmytro Chystiak en Craiova (Rumania) en 2018 durante nuestra participación en el Festival Mundial de Poesía Mihai Eminescu, organizado por el poeta Ion Deaconescu. Nos hemos mantenido en contacto durante estos años. Su manera de celebrar el Día Internacional del Escritor este 2022 me hace pensar en un mundo en que la palabra desplace a las balas y en que la pintura de Goya vuelva a ser una alegoría del pasado. N
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Carlos Aguasaco es escritor, académico y profesor en The City College of New York. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.