Cada vez son más las personas que desean dejar una huella positiva en el mundo, en torno al medioambiente, mediante las actividades que realizan. Las nuevas generaciones se han caracterizado por tener un alto nivel de conciencia y acción para disminuir y mitigar los efectos del cambio climático. Ello debido a que cada vez son más evidentes las consecuencias de este, tales como el aumento de temperatura, cambios en las precipitaciones y un aumento de la frecuencia e intensidad de las sequías y las inundaciones, entre otros.
Según el primer Índice de Riesgo Climático de la Infancia de Unicef, nueve de cada diez niños y niñas de América Latina y El Caribe están expuestos a al menos dos crisis climáticas y ambientales superpuestas. Ello preocupa y ocupa a las nuevas generaciones que quieren evitar dicho panorama.
Ejemplo de esto es el aumento de activistas jóvenes en el mundo que buscan empoderar a sus pares para generar el cambio que desean ver en el futuro. Durante la COP26 que se realizó en Glasgow, Reino Unido, la activista mexicana Xiye Bastida hizo un llamado a los líderes de las 130 naciones presentes. Les exigió dejar de financiar todo tipo de proyecto en el que se utilicen los combustibles fósiles ante los daños que estos realizan al planeta.
El efecto tsunami que nos dejan estos jóvenes activistas radica en la inspiración que nos brindan a ser líderes del mañana que inspiren a otros. El desafío es que juntos construyamos un mundo más justo y sostenible desde nuestra cotidianeidad. Sin embargo, en ocasiones pasamos por alto que nuestras acciones diarias también tienen un alto efecto para disminuir las emisiones lanzadas al planeta y con ello reducir la tan conocida “huella de carbono”.
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Este parámetro mundial permite conocer el volumen de gases de efecto invernadero que produce la actividad humana. Se mide en toneladas de CO2 y se puede calcular a nivel país o persona. Si bien las organizaciones, gobiernos y empresas del sector privado tenemos un gran compromiso por reducir dichas emisiones, las personas también pueden hacerlo en lo individual. El desafío es que, juntos, podamos lograr la huella cero que beneficie a nuestro planeta.
Las acciones que se han vuelto más populares para reducir nuestro nivel de emisiones en el orden individual radican en realizar cambios en nuestras rutinas. Ejemplos son: cambiar el automóvil por el transporte público o la caminata; optar por adquirir carros eléctricos; renunciar a los plásticos de un solo uso; comprar artículos de segunda mano; no consumir alimentos que impliquen altos procesos de transporte.
Incluso, disminuir nuestra polución digital mediante la eliminación de documentos guardados en la nube. Datos de la ONG World Cleanup dicen que la huella de carbono de internet y los sistemas que lo respaldan representan aproximadamente el 3.7 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Eso es una cantidad similar a la producida por la industria de las aerolíneas.
Todas estas actividades comparten un mismo eje: disminuir el uso de energía que se utiliza para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en todos los sentidos. Ya que, por ejemplo, aunque algunas personas puedan optar por la adquisición de autos eléctricos, si para su recarga utilizan energías provenientes de combustibles fósiles, el resultado no será el esperado.
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Por ello, a pesar de nuestros esfuerzos, en México continuamos enfrentando grandes retos en materia energética. Afrontamos crecientes desafíos en términos ambientales. Y los costos a la salud y a los ecosistemas, derivados de la generación y uso de energía a base de combustibles fósiles, son significativos.
Este efecto es consecuencia de la matriz energética que rige cada país. Dado que la matriz energética global es compuesta principalmente por fuentes no renovables, como petróleo, carbón y gas natural, es complicado que nuestros cambios rutinarios nos permitan abonar al 100 por ciento a la transición energética que necesitamos.
Para que dichos esfuerzos tengan efectos mucho más beneficiosos es necesario incentivar el uso de fuentes de energía limpias como la eólica, solar y geotérmica en la matriz energética nacional y mundial. Así, de esta manera, cada proceso que realicemos nos permitirá encaminarnos a la huella cero que tanto requerimos.
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Para frenar nuestras emisiones tenemos que optar por movernos hacia una transición energética más justa. Estamos conscientes de que este proceso no es inmediato. Por lo cual, consideramos que tomar conciencia de nuestra huella de carbono es un gran paso para seguir promoviendo más acciones, tanto en lo digital como en la vida real, para disminuir nuestras emisiones.
El consumo de energía para continuar desarrollándonos plenamente está en todos los aspectos de nuestra vida. Depende del trabajo en conjunto como individuos y de todas las instituciones públicas y privadas desligar nuestro consumo energético de combustibles contaminantes como el gas, carbón y petróleo para garantizar un futuro rentable justo e inclusivo para todos y todas. N
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Claudia Camarena es gerente de Calidad, Medio Ambiente, Salud y Seguridad de Enel Green Power. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.