Lisala Folau, un carpintero con discapacidad, sobrevivió a la explosión volcánica y el tsunami que devastaron Tonga. El hombre nadó entre las islas de la región por más de 24 horas después del impacto medioambiental y así logró salvar la vida.
Su historia fue dada a conocer recientemente. Folau fue entrevistado por George Lavaka, de la estación de radio tongana Broadcom FM, en donde describió cómo sobrevivió al desastre provocado por la erupción del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha’apai del pasado 15 de enero.
El hombre es oriundo de la isla de Atata y fue arrastrado al mar durante la erupción del volcán. “Dejé todo”, dijo Folau.
Otrora carpintero, Folau explicó que una incapacidad provoca que sus dos piernas no funcionen correctamente. La mayoría del trabajo que realiza hoy en día consiste en proyectos domésticos u hogareños. “Creo que un bebé puede caminar más rápido que yo”, comentó en la entrevista.
Explicó que estaba en su casa pintando la tarde del sábado 15 de enero cuando su hermano lo alertó del tsunami inminente. El hermano mayor de Folau y un sobrino acudieron a ayudarlo, pero para entonces una ola ya había atravesado un área de estar en su propiedad.
Cuando los familiares se movieron a otra parte de la casa, una ola de por lo menos 6 metros llegó, según calculó Folau. Esta provocó que el trío hallara refugio en el lado este de la casa.
“Estábamos en un árbol con nuestro vecino”, explicó Folau. “Mi hermano nos dijo que nos estuviéramos quietos con mi sobrina en el árbol, mientras él buscaba ayuda desde la casa en un terreno más alto y encontraba algunos jóvenes para llevarme allá arriba”.
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Su sobrina bajó de un salto del árbol y trató de encontrar ayuda para la casa, mientras las olas estaban más tranquilas.
Alrededor de las 19:00 horas, a una mujer llamada Tolofii y su madre, Vai, se les unió la sobrina de Folau, Elisiva. Las mujeres le pidieron al sobrino de Folau que las ayudara a rescatar a una anciana, mientras a Elisiva le pidieron que ayudara a Folau a llegar a un terreno más alto.
“Fue una tarea dura para Elisiva el ayudarme, porque empezaba a hacer frío y mis pies apenas se podían mover”, dijo Folau. “Entonces, mi hermano mayor nos gritó que se aproximaba una gran ola. Me volteé y la miré; era una ola más grande que la de 6 metros que destruyó nuestra casa. Cuando la ola rompió en tierra, justo debajo de nosotros, mi sobrina, Elisiva, y yo no teníamos a qué agarrarnos y fuimos arrastrados al mar”.
La pareja flotó en el mar, donde se llamaron uno a la otra. Pero estaba oscuro y ninguno era visible. Al final, él no pudo oír a su sobrina, aunque sí oyó a su hijo gritándole desde la orilla.
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“La verdad es que ningún hijo puede abandonar a su padre”, comentó Folau. “Pero yo, como padre, guardé silencio, porque si respondía, él habría saltado para tratar de rescatarme. Pero entendí lo difícil de la situación, y pensé que, si sucedía lo peor, fuera solo yo”.
Lisala Folau contó que siguió flotando, golpeado por olas grandes. Su pensamiento era agarrarse a un árbol que pudiera ayudarlo a sobrevivir. Narró que flotó y tocó tierra al este, en la isla de Toketoke. Alrededor de las 7:00 horas del domingo, vio un bote patrulla dirigiéndose a Atata, lo cual le hizo agarrar un trapo y agitarlo hacia ellos. No lo vieron.
Tras una explosión de nuevos bríos, entonces decidió nadar hacia la isla de Polo’a. Empezó su travesía alrededor de las 10:00 y llegó a su destino alrededor de las 18:00 horas.
“Llamé y grité por ayuda, pero no había nadie allí”, relató. “Ahora solo pensaba en mi sobrina. Fuimos arrastrados juntos y ahora yo había sobrevivido”.
Se sintió con la suficiente “fuerza de voluntad” para viajar a Mui’i Sopu, en el extremo oeste de Nuku’alofa. Mientras tanto, pensaba en su hermana con diabetes y en su hija más joven con problemas del corazón.
“Todos estos pensamientos corrían por mi mente y qué caso tenía que yo hubiera sobrevivido ahora y qué pasaría con ellos”, expresó. “Esto me impulsó a llegar a Sopu”.
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Alrededor de las 21:00 horas llegó a la playa cerca de una casa en Sopu. Luego halló un pedazo de madera que usó como bastón, para finalmente hacerle señales a un vehículo y explicarles que había sido arrastrado desde Atata y trataba de contactar a su familia.
Lavi, el conductor del vehículo, llevó a Folau a su pueblo y les dijo quién era él. La gente del pueblo estaba asombrada.
“Fue el maná de Dios para mí y mi familia, y para la iglesia, al igual que Atata, tan inesperado que yo sobreviviera tras ser arrastrado, flotando y sobreviviendo a los peligros que acababa de enfrentar”, comentó Folau, agradecido con quienes le ayudaron a volver a casa. N
(Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek)