A nivel de finanzas personales es muy frecuente observar en las personas un tipo de rechazo hacia el sistema bancario, especialmente de parte de aquellos que tienen una relación de dependencia con los bancos. ¿Son realmente los bancos un enemigo a mantener a raya, o un aliado importante en la estabilidad y crecimiento de la sociedad y sus agentes económicos? El 4 de diciembre es el Día Internacional de los Bancos, y de ello hablaremos a continuación.
Hace dos años conversaba con una de mis asesoradas acerca de su situación financiera. Estaba aterrada, devastada y muy preocupada. Había pedido un crédito de 100,000 euros para desarrollar un proyecto que resultaba prometedor, pero que todavía no levantaba vuelo. Su percepción del banco era el de un depredador económico, una entidad poderosa que le estaba robando la libertad y cada vez la ahogaba más.
Luego de una revisión detallada del proceso como accedió al crédito y los motivos reales que la llevaron a desarrollar ese negocio, la conclusión fue que el banco había sido generoso ante un proyecto altamente riesgoso.
El banco como intermediador. Los bancos cumplen con una función clave de intermediación, es decir, equilibrar entre oferta y demanda de dinero para que todos podamos seguir avanzando. Por un lado, tenemos a las personas que depositan sus ahorros en el banco para cumplir metas específicas de seguridad financiera, y por el otro lado tenemos a los agentes económicos que requieren fondos para resolver problemas puntuales de liquidez en sus empresas. En el medio de ambos está el banco, el cual cobra un porcentaje por la intermediación.
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La relación con los bancos. En un escenario ideal, todos tendríamos una relación neutra con los bancos, lo cual se dificulta al entender los elementos emocionales y de sobrevivencia ante los cuales accedemos al sistema bancario. Cada persona tiene una relación muy personal con los bancos, que va desde solamente recibir sus pagos salariales, la disposición de líneas de crédito y hasta la contratación de productos de inversión más sofisticados. Y en cada uno de nosotros habrá una percepción muy particular de lo que significa el banco.
El banco como impulsor de desarrollo. Cuando la función bancaria es organizada y ética se reconoce su aporte en la dinamización de la sociedad, en el aporte al crecimiento de los agentes económicos e incluso en la obtención de metas de sostenibilidad. Por esta razón las Naciones Unidas declara como el Día Internacional de los Bancos el 4 de diciembre, en reconocimiento al importante potencial de los bancos multilaterales y otros internacionales a la hora de financiar el desarrollo sostenible.
Los bancos actúan como moderadores de la conversación monetaria y financiera que ocurre en la calle. Para especialistas en el sector bancario como Joan Antoni Melé, autor del libro Dinero y conciencia y presidente de la fundación del mismo nombre, la banca representa el corazón del sistema financiero, ya que funciona como un organismo dinámico y regulador de las corrientes monetarias que circulan en el sistema financiero.
A su juicio, y con 35 años de experiencia en el sistema bancario, la ética juega un papel fundamental en la ecología de un sistema donde el dinero pueda incluso convertirse en un agente que oxigene incluso esos espacios recónditos donde es tan necesario el desarrollo para el bienestar de las personas.
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La cultura y el rol bancario. Cuando observamos las dinámicas bancarias en diferentes culturas podemos reconocer con mayor claridad cómo terminamos creando una reproducción de códigos sociales, en lugar de definir con claridad qué relación deseamos tener con los bancos. El problema es que convertimos las consecuencias en causas y nos cuesta salir de círculos viciosos porque creemos que no podemos tener influencia sobre ello.
En las culturas con mayor necesidad de seguridad financiera los bancos ejercen un rol de protector de ahorros. En países europeos como Bélgica, los Países Bajos y Alemania, la cultura de ahorro lleva a las personas a elegir con mucha claridad y conciencia su banco, pensando en una relación a largo plazo, donde la variable más importante es la reputación de la institución y no tanto el rendimiento.
En tanto, en países latinoamericanos como México, Colombia y Perú, la cultura es mayoritariamente de endeudamiento, la cual lleva a las personas a tomar decisiones en función de facilidades de pago de créditos y donde la variable más importante es el sistema de premios o beneficios que la entidad les ofrezca.
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¿Son los bancos generadores de pobreza? Volviendo al caso que mencionaba al comienzo, mi clienta se armó de valor y decidió sentarse, con mucha vergüenza, con el gerente del banco. Expuso su caso, sus lecciones aprendidas y todo lo que implicaba el riesgo que había tomado. Evidentemente, la hipoteca que había ofrecido sobre su casa no pudo salvarla, pero logró salvaguardar una cantidad que le permitiera tener una vida más sencilla, tranquila y a su medida. Actualmente tiene un segundo negocio, con menos ímpetu, pero con un crecimiento sostenido. De esta experiencia aprendió que el banco siempre apostaría por su desarrollo, pero no a un costo que sobrepase los límites de lo razonable o que exponga su calidad de vida.
Esta es la razón por la cual los créditos bancarios pasan por análisis de riesgos, y la razón por la cual debemos ser honestos con nosotros mismos, entendiendo que el banco siempre hace lo mejor que puede para ayudarnos.
Definitivamente, los bancos han sido clave a través de la historia para impulsar el crecimiento de aquellas personas y negocios que toman riesgos razonables bajo un entorno de claridad interna y confianza en el sector. Ahora la pregunta queda de tu lado: ¿cuál es la conexión con tu banco y cómo puedes tener una relación cada vez más sana y sostenible? N
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Joselyn Quintero es especialista en neurofinanzas, autora de varios libros, conferencista y directora de Armonía F. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.