“LO QUE REALMENTE me decepciona es la humanidad”, afirma el renombrado fotógrafo James Balog. “Estoy de verdad, de verdad, enojado. Realmente asqueado de la raza humana. De que, después de tantos siglos de aparente evolución intelectual, no podamos organizarnos y hacer lo correcto”.
En 2007, Balog fundó el Extreme Ice Survey (Estudio de hielo extremo). El objetivo era dar seguimiento a los cambios en los glaciares del mundo por medio de cámaras de exposición temporizada. El proyecto fue el tema de la película de 2012 Chasing Ice (Persiguiendo el hielo), aclamada por la crítica. Y las cámaras siguen en funcionamiento hasta el día de hoy. Balog dice que los cambios registrados en el proyecto son pasmosos, y que casi todo el hielo que solíamos ver ya no existe.
“Cada día simplemente me doy cuenta de que es deprimente”, señala. “Tengo que colocar todo esto físicamente en un cajón de mi psique para evitar que me afecte, pues no quiero deprimirme. No quiero caer en la desesperación ni quiero arrastrar un vagón lleno de ira”.
Balog forma parte de un nuevo proyecto de recaudación de fondos denominado Vital Impacts (Impactos vitales). Esta organización ecologista vende impresiones de fotos tomadas por 100 fotógrafos de la naturaleza. Su objetivo es recaudar fondos para la Fundación Big Life (Gran Vida), el programa Roots and Shoots (Raíces y fotos) del Instituto Jane Goodall, el Proyecto Ranger de Great Plains Conservation, y SeaLegacy.
El proyecto muestra el mundo natural desde la tundra de Mongolia y las planicies de África hasta el océano abierto y los paisajes congelados de Ártico y la Antártida.
Jennifer Hayes es fotógrafa de National Geographic. Durante más de una década ha trabajado con las focas de Groenlandia en el Golfo de San Lorenzo, en Canadá. En 2011, Hayes realizó un trabajo para National Geographic y pasó varios días documentando el proceso de crianza de esas focas por arriba y por debajo del hielo.
“Se aproximaba una tormenta y nuestro barco debía regresar al puerto. El viento azotaba frenéticamente al Golfo, y el delgado hielo se pulverizaba provocando un caos”, declara a Newsweek. “Cuando pudimos llegar al puerto, los cachorros que acabábamos de documentar habían muerto. Esa noticia me hizo tomar la decisión de regresar cada vez que el hielo me lo permitiera”.
En 2012 volvió al lugar para contar la historia de las focas de Groenlandia que enfrentaban el cambio climático. Fue cuando tomó la foto de una foca bebé escondida detrás de un bloque de hielo. “Caminaba por el hielo marino buscando madres y cachorros, y descubrí a este cachorro de foca de Groenlandia detrás de una imponente pirámide de hielo.
“El viento es implacable y los cachorros buscan refugio detrás de cualquier objeto de cualquier tamaño que les ofrezca protección mientras esperan que sus madres regresen a cuidarlos. Esta imagen fue tomada en marzo. El hielo marino era un mosaico de piezas muy grandes de hielo unidas por juntas de aguanieve sólida o semisólida, lo que dependía de la temperatura del ambiente”.
La imagen de Hayes de una foca bebé, titulada “Seeking Shelter” (Buscando refugio), forma parte del proyecto Vital Impacts.
Las focas de Groenlandia son una de las especies del Ártico que más sufren como resultado de la disminución del hielo marino. Normalmente, los adultos migran a esa zona en otoño y dan a luz a sus cachorros a finales de febrero. Las madres crían a sus cachorros en el hielo marino durante 15 días antes de que estos puedan valerse por sí mismos.
Este año, la cubierta de hielo del Golfo de San Lorenzo era casi inexistente. El Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo indicó que esas condiciones produjeron la muerte de muchos cachorros de focas de Groenlandia. La poca cantidad de hielo marino obligó a los cachorros a agruparse en las costas, donde eran presas de sus depredadores. Se espera que el número de focas de Groenlandia disminuya conforme se pierde más hielo marino.
La pérdida de hielo marino en el Ártico se ha vigilado desde la década de 1970. Actualmente, se pierde a un ritmo de aproximadamente 13 por ciento cada década, en comparación con el promedio de 1981 a 2010. El hielo del Mar Ártico alcanza su punto más bajo en septiembre. Los últimos 15 años representan los 15 niveles de hielo marino más bajos de que se tiene registro.
Se espera que la pérdida de hábitats tenga un impacto en las especies de todo el Ártico, especialmente las que dependen del hielo marino para encontrar alimento. Entre ellas están los osos polares, que podrían extinguirse en 2100, y las morsas del Pacífico, cuya población había aumentado en gran medida gracias a los esfuerzos de conservación, pero nuevamente se encuentra a la baja.
Se piensa que el cambio climático ya afecta a las ballenas del Ártico, como las belugas, los narvales y las ballenas de Groenlandia. Se cree que estas especies enfrentarán cada vez más amenazas en los años y décadas por venir, incluida una mayor depredación por parte de las ballenas asesinas, así como una mayor competición y cambios en sus hábitos de caza.
Las cambiantes condiciones del hielo también podrían provocar más atrapamientos, y conforme se abren más pasajes en el Ártico podría haber un mayor número de colisiones de embarcaciones y contaminación en la región.
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Balog afirma que documentar los cambios en el planeta a través de la fotografía es difícil pero necesario: “He descubierto que yo, y muchas otras personas, gastamos mucha energía tratando de distanciarnos emocionalmente. Francamente, nos volvemos insensibles ante los horrores de lo que sucede a nuestro alrededor”, señala.
“Al mismo tiempo, uno tiene que usar su conciencia para actuar lo mejor que pueda, así como cualquier ámbito en el que uno se desempeñe. Es un acto de equilibrismo. Estoy siempre al borde de dejar que mis emociones interfieran. Doy un paso adelante y digo: bueno, emociones, hoy no es su día. Solo tengo que terminar mi trabajo”.
Afirma que su esperanza en el futuro depende de la tecnología y sus posibilidades de generar un cambio a gran escala. Sin embargo, no confía en que esto pueda ocurrir durante un tiempo, por lo que planea seguir proporcionando una ventana a un mundo que la mayoría de las personas nunca podrán ver con sus propios ojos.
“Nosotros [el equipo que trabaja con Vital Impacts] somos una pequeña gota en el mar de la sociedad, pero podemos amplificar nuestras voces a través de las cosas que podemos usar”, afirma. “Debo tener esperanza a partir del hecho de que contar a la humanidad una nueva historia sobre ella misma al final puede producir algo positivo”. N
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Vital Impacts fue fundada por la fotoperiodista de National Geographic Ami Vitale y la periodista Eileen Mignoni. Ofrece impresiones fotográficas de alta calidad cuyas ganancias sirven para financiar la Fundación Big Life, el programa Roots and Shoots del Instituto Jane Goodall, el Proyecto Ranger de Great Plains Conservation y SeaLegacy. La campaña de recaudación de fondos estará abierta hasta el 31 de diciembre.Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.