DURANTE los últimos cinco años, la mexicana Altair Saavedra ha recorrido varios países brindando asistencia humanitaria a las poblaciones que más la necesitan. A propósito del Día de las y los Médicos, que se conmemoró el reciente 23 de octubre en México, queremos contar su historia como un homenaje a todas las personas profesionales que con su amor y conocimiento salvan vidas y alivian el sufrimiento de miles en el mundo.
“La única manera de llevar a cabo el trabajo humanitario es teniendo la capacidad de adaptarse. En muchas situaciones o casi todas una debe hacer lo que puede con lo que tiene. Y esto implica aprender a convivir con esta frustración, porque a veces te toca cumplir con tu labor en lugares donde no hay energía eléctrica o agua, cosas que parecen tan sencillas…”, comenta Altair Saavedra, referente médica del proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Tegucigalpa, Honduras.
Originaria de León, Guanajuato, México, Altair obtuvo su licenciatura como médica cirujano general en la Universidad de Guanajuato en 2013. Su curiosidad por el trabajo humanitario empezó cuando se encontraba en el servicio social, ese momento definitivo en el que estaba obligada a cursar su especialidad y decidir cómo seguir con su carrera como médico.
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Ella recuerda que uno de sus profesores le habló sobre lo importante que es para los médicos tener una visión más amplia, de todas las posibilidades que existen más allá de elegir una especialidad. Fue este profesor el que le contó por primera vez sobre MSF, y desde entonces Altair sintió que quería poner en práctica los principios y conocimientos médicos ayudando a poblaciones vulnerables.
En 2016 comenzó a trabajar con MSF y hasta la fecha está en su novena misión, siendo Honduras el octavo país que visita y su misión más larga. Su primera misión fue en Tanzania, en un campo de personas refugiadas provenientes de Burundi. También estuvo en el noroeste de Siria en los campos para personas desplazadas internamente. En Yemen intervino en la apertura de una sala de emergencias en las epidemias de cólera y de difteria del 2017. En Níger trabajó durante el pico de desnutrición y malaria. En la República Democrática del Congo formó parte de los equipos que atendieron la epidemia de ébola, y en Mozambique trabajó con poblaciones desplazadas.
En su retorno a América, Altair llegó a Colombia para apoyar en la intervención de salud sexual y reproductiva en La Guajira. Y en medio de la pandemia aterrizó en Tegucigalpa, Honduras, para liderar las actividades médicas de MSF en temas de salud sexual y reproductiva, poblaciones en movimiento y en la intervención de la emergencia del covid-19 en la capital hondureña.
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Entre tantas misiones, es inevitable preguntarle por las experiencias que han marcado su trayectoria. Altair dice que a estas no se les pueden denominar positivas y negativas. “Creo que ambas son experiencias, más bien yo diría ‘satisfactorias y otras tristes’, pero todas son de aprendizaje”. Entre sus recuerdos hay varias historias que le impactaron por la resiliencia del ser humano.
Una de las historias que cuenta es sobre una paciente en Níger, donde las condiciones de los niños y niñas eran muy graves. “Era una bebé de seis meses que realmente parecía que tenía tres meses. Era muy chiquita, estaba muy desnutrida. Ingresó en terapia intensiva por una bronquiolitis y llegó a necesitar oxígeno, pero con la desnutrición se complicó aún más la atención médica”.
“Este caso me conmovió mucho porque yo creía que esta pequeñita iba a morir, que al día siguiente no iba a conseguir luchar con la vía respiratoria. Comenzaron a pasar los días y ella estaba luchando, hacía lo que podía, pero yo pensaba que cada momento era el último. Hasta que finalmente comenzó a mejorar”. Altair estuvo atendiendo a esta bebé durante una semana completa, hasta que le sugirieron que se tomara un día de descanso.
La colega de Altair que asumió la atención de la bebé la trasladó a los pocos días hacia la sala de hospitalización general. “Entonces fui a buscarla en el hospital, una unidad pediátrica muy grande y la encontré con la mamá y estaba muy contenta con lo que habíamos hecho. La bebé tenía su sonda de alimentación activa sin dificultad respiratoria. Es algo que realmente tengo muy presente”, cuenta Altair.
De las experiencias tristes, que según ella fueron muchas, la que más recuerda sucedió en Yemen, donde una niña llegó a la sala de urgencias en muy mal estado de salud. Al cuestionar al padre sobre la manera en que esto había ocurrido, su respuesta fue que ella había caído del techo.
“Al ver a la niña no coincidía con el relato del padre, la niña estaba completamente inflada, tenía aire debajo de la piel y eso sucede solo si hay un neumotórax, cuando se revienta un pulmón, el aire escapa y se infla la piel”, explica.
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La niña tenía muy pocos reflejos respiratorios. Siguiendo el protocolo de trauma que debe realizar el personal médico, encontraron una herida de bala que entró por la espalda y le perforó el pulmón. “Esto pudo haber causado que la niña cayera del techo de la casa a unas bolsas de basura. La niña fue encontrada por una vecina que alertó a la familia y hasta ese momento el padre no sabía que su hija tenía esa herida”.
“En ese país hay muchos disparos al aire, como algo cultural, pero para mí fue muy triste porque era una niña de seis años jugando sola en el techo de su casa y nadie le prestaba atención. La hirió una bala perdida y ella cayó en la basura y quedó allí muriendo sola. Es muy triste ver cómo se mueren un montón de niños y niñas por este tipo de situaciones”, remarcó.
La atención médica es también tener ese trato humano con empatía, donde los pequeños detalles hacen una gran diferencia. En medicina lo que cuenta es lo que como personas y profesionales se trata de hacer, dar más de lo que se puede y responder de la mejor manera. En conclusión, Altair agrega: “Es algo que nunca se debe de perder de la vista de un médico, independientemente de donde esté, creo que la humanidad es lo que diferencia a un buen médico”. N
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Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización médico-humanitaria de carácter internacional que aporta su ayuda a poblaciones en situación precaria y a víctimas de catástrofes de origen natural o humano y de conflictos armados, sin ninguna discriminación por raza, religión o ideología política.