Resolver problemas y conflicto sociales es el tema de la política adecuada, talentosa, informada, culta, científica… ¡Claro!, cada persona tiene significados e interpretaciones distintas, ahí nace el problema, las y los políticos de hoy no están en esa sintonía, no aprovechan la pluralidad, desdeñan la pedagogía, “ergo” muestran sus personalidades en la marquesina del escándalo, el espectáculo, la comedia, muestran ausencia de contenidos, valores, virtudes… El discurso no es inocente, sabe lo que esconde y cuida no dar pistas.
Solucionar problemas colectivos, atender conflictos sociales es esencia y finalidad de la ciencia política. Implica en el espacio público, reglas del juego, explicaciones, testimonios, argumentos, pruebas, investigaciones para negociar las soluciones. Los problemas son parte del conflicto que siempre está latente, los problemas en cualquier tiempo se muestran vestidos con sus circunstancias.
El solucionario político es siempre esperanza, empero requiere talentos multidisciplinarios, cultura, reconocimiento del Otro, valores como amor por la Patria, virtudes como ser-honesto… los propósitos que intenta en cada instante implican que el conflicto aminore por vía racional, con metodología analítica, que llegue al origen real de los problemas. Solucionar conflictos y problemas no es cuestión de gestión, arreglos, acomodos, ajustes, demanda tramitaciones analíticas. La política se orienta a resultados satisfactorios, cuida que sean soluciones robustas, todo depende del tipo de interlocución; enmendar problemas requiere capacidades amplias, solucionarlos requiere dominar las raíces, las fuentes de los problemas atendidos y, por supuesto, la prevención de otros procesos problemáticos.
Hoy, quienes secuestran la política, tienen habilidades de activistas dicharacheros, de simpatías sin esfínteres intelectuales, de guasones comediantes en los partidos políticos, de sandungueros en campañas, son desvergonzados en las demarcaciones políticas… Gran equivocación y error, ¡esa no es política, es enriquecimiento!, la verdadera política demanda teorías de las ciencias sociales, especializa la toma de decisiones, analiza comportamientos de acciones y actividades, utiliza indicadores reales, no a modo, requieren demoscopia efectivamente científica y no vendedores de horóscopos; la política empodera y cualifica las instituciones y su funcionamiento, el anticipo de sus cambios y otras muchas disciplinas. Las instituciones son el único patrimonio del pueblo, el pueblo debe mandar, determinar, ordenar; es activo de una contienda por la disputa del poder público como ejercicio para atender su majestad de soberanía, los triunfadores son sus empleados, el pueblo es el real patrón. Así de sencillo.
Simulación y engaño nacen de la palabra, las palabras construyen, producen frases y oraciones que hacen cimientos de una arquitectura de ideas en el espacio público. La comunicación política como se manifiesta produce reacciones mentales: imágenes, creencias, valores, esperanzas… Así, por ejemplo, la palabra “hoja”, piénsela, y se dará cuenta que tiene el concepto arraigado en sus mente; ¿con que asocia la palabra rata?, ¡exacto!, muchos la afilian con político, nadie dijo como relacionarla. Así funciona la manipulación, a una gran mayoría le produce afectos deleznables e incomodos. En política existen marcos mentales y conceptuales, son una forma descriptiva de significados que se comparten. Un ejemplo didáctico son las plataformas comunicativas de las mañanas gubernamentales, nacidas de la sencillez y la obviedad, empero trabajadas desde malas prácticas políticas, mediante alegorías, metáforas, palabras, frases, que detonan misiles comunicativos bien recibidos por auditorios; dictan la agenda política, es decir, se discute lo que se plantea en esta alborada palaciega, saca notas importantes e impostergables de los reales problemas nacionales que debieran ser inconmovibles, crean una aplicación parlanchina para discutir zafiedades. En el conversatorio nacional repetimos las ocurrencias que nos deja de tarea.
Contra esquina la acción gubernativa que pone orden a enormes desmedidos y despropósitos del poder ejecutivo pasa inadvertida, el actor produce problemas a todas las soluciones. Es el tamaño de la manipulación. Instituciones y actores en ejercicio del orden constitucional y legal enmiendan los errores. La respuesta: “…fascistas, fifís, adversarios, conservadores, corruptos,… que vienen de pretérito para hacernos mal.”
El pueblo generoso y desmemoriado requerimos reforzar nuestro sistema inmune político y cultural. No se trata de una némesis, sino de una Metanoya, una nueva forma de pensar y actuar, construir un discurso de ciudadanía en medio de palabras que no son “vírgenes”, crear un lenguaje que nos haga refractarios a manipulaciones, activar la unidad en la diversidad, pensar palabras, diseñar frases, oraciones que sustenten las ideas políticas en un movimiento que haga la comunicación desde “los de abajo” hasta arriba, redactar un alfabeto indócil a las maniobras. México significa un gran territorio, mosaico de razas y culturas, en climatología y topografía muestrario del mundo, de riquezas naturales, yacimientos abanico de la naturaleza… así, una larga lista de haberes y patrimonios colectivos. Decir lo verdadero es insuficiente, no tenemos la cultura de los datos, asignatura pendiente. Las y los mexicanos tenemos la esperanza de transitar por medio de nuestras tradiciones, valores, culturas, ética, moral…
La clase política tiene el deber de aportar un solucionario de causas nacionales, pero van muy atrasados…