El Museo del Louvre, el más visitado del mundo con diez millones de entradas anuales, exhibe a partir de este jueves en París 162 obras de Leonardo da Vinci, en la mayor retrospectiva organizada sobre el genio del Renacimiento, fallecido hace 500 años.
Para regular la enorme afluencia esperada, solo se puede acceder a la exposición, que durará hasta el 24 de febrero, con reserva previa. Ya se han reservado unas 260,000 entradas.
Después de la exposición de Tutankamón en París (con un total de 1,42 millones de visitantes), esta muestra promete ser la otra superproducción del año en Francia.
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Retrospectiva
Un total de 162 cuadros, dibujos, manuscritos, esculturas y objetos de arte han sido reunidos para la exposición, al cabo de un trabajo monumental de diez años.
Leonardo da Vinci “no publicó nada, pintó muy poco, sus cuadros quedaron inacabados… Y, sin embargo, la gente estaba fascinada, a imagen de lo que fue su propia vida” resume Vincent Delieuvin, conservador del departamento de pinturas del museo parisino.
La retrospectiva ofrece la oportunidad única de admirar diez cuadros del maestro, al que los especialistas sólo atribuyen un total de 20. Entre ellos, “Santa Ana”, “San Juan Bautista” y la “Madonna Benois”, prestados por el Museo del Hermitage en San Petersburgo.
Serán 11 si se tiene en cuenta La Gioconda, que atrae cada día a 30,000 visitantes. Y es que aunque la Mona Lisa permanecerá en la Sala de los Estados del museo, estará presente a través de una experiencia de realidad virtual de siete minutos propuesta al final del recorrido.
Los visitantes deberán inscribirse en la entrada de la exposición para esta inmersión en 3D.
Sin embargo, el famoso “Salvator Mundi”, desaparecido desde su compra por una suma descomunal hace un año y medio (450 millones de dólares, un récord) no está previsto en la muestra. Oficialmente, fue adquirido para completar la colección del Louvre Abu Dhabi.
Préstamos de todo el mundo
Poner en pie una exposición de este tipo requirió diez años de trabajo y solicitudes de préstamos en todo el mundo, incluso a la reina de Inglaterra, que prestó 24 dibujos, el British Museum, el Vaticano e Italia.
Así, la exposición consiguió reunir el máximo de obras, pese a una intensa batalla diplomática entre París y Roma. El anterior gobierno populista italiano, dominado por la Liga, era reacio a prestar obras alegando que Leonardo, aunque pasó los tres últimos años de su vida en Francia, invitado por Francisco I, fue ante todo un artista italiano.
Al final de las negociaciones entre países y entre museos, Roma aceptó prestar varios dibujos, entre ellos el famoso “Hombre de Vitruvio” que se conserva en la Galería de la Academia de Venecia. Llegó con retraso y solo se quedará dos meses en el Louvre.
A través de un recorrido en cuatro tiempos, la exposición propone descubrir dibujos, manuscritos, cuadros, obras de sus contemporáneos, así como una reflectografía infrarroja que permite admirar la técnica pictórica del maestro italiano.
Sin embargo, no es una exposición sobre el Leonardo inventor y erudito.
Muy exigente, Leonardo ponía la ciencia al servicio de la pintura, para dar del hombre y la naturaleza la visión más precisa y la más profunda posible.
La exposición, insisten los responsables del Louvre, quiere mostrar que la pintura era esencial y no secundaria para Leonardo: una culminación visual de sus búsquedas científicas, y no lo contrario.
Leonardo da Vinci, sabio genial pero también un utopista curioso ante todo, buscaba explicar lo que constituye la vida, para plasmarlo lo más exactamente posible en el dibujo y la pintura.