Los recuerdos que platica Héctor Osuna Jaime son principalmente de sus estudios. El candidato del Partido Movimiento Ciudadano a la gubernatura, nació en la Ciudad de México y aunque su familia se mudó primero a Tecate, su vida y parece que su conciencia política comenzaron en Tijuana
El arquitecto que dejó su hogar junto a un hermano para estudiar su carrera en Guadalajara, sigue buscando gobernar Baja California, pero ya no con el Partido Acción Nacional (PAN), donde empezó su carrera en el servicio público.
—Háblenos de su niñez.
—Desde los tres años vivo en Tijuana, no recuerdo haber vivido en otra parte. Estuve en la primaria Francisco I. Madero, colonia Cacho. Mi papá, Federico Guillermo Osuna Lafarga, decidió meterme a la primaria sin enseñar papeles, diciendo que era más grande de lo que era en realidad, porque sabía leer desde los cinco años.
Entrar a la secundaria federal era un examen y salir en las listas. Creo que entré bien, en el Grupo C. Nunca supe si en realidad estaban por orden de calificaciones. Creo que no, yo presumía que estaba en el C.
Pasé a la preparatoria federal. Había una intención de pasar el programa de dos a tres años, y nos alebrestamos los que ya estábamos inscritos. Hicimos manifestaciones y logramos que fuera el último año de la generación de dos años. Me gradué en el 78 de arquitecto, poquito antes de cumplir 21 años.
—¿Ya pensaba en la política?
—No, pero en mi casa era un tema frecuente a la hora de la comida. Compraban Excélsior y Proceso. Me tocó a los 11 años, en 1968, ver lo que era un fraude electoral en Tijuana. Se robaron la elección a la vista de todo el mundo, y utilizaron al ejército. Había soldados robándose las urnas.
En la colonia Cacho hubo un apagón para robárselas. Mi papá acercó el carro y echó la luz a dónde estaban contando los votos. Eso marca tu percepción de las cosas.
En las elecciones de 1976, donde nada más hubo un candidato, fue la primera vez que voté. Tenía 18 años y no supe qué hacer. Fui a votar pero rompí la boleta o algo así medio drástico. El PAN no presentó candidato, que era con lo que en mi casa simpatizaban desde el 68, o antes inclusive.
Estábamos cansados de los fraudes. En el 89 supimos de un alcalde en Ensenada al que le estaba yendo bien, y sobre todo que traía animadversión desde el gobierno de Xicoténcatl Leyva; hubo simpatía. Fuimos a hablar con él para que fuera candidato a gobernador varios que ya andábamos en el PAN. Tenía como idea que iba a ser mi último granito de arena.
Me pidieron que consiguiera candidatos a diputado, no conseguí y me dijeron: ‘tú mero’. 15 no quisieron.
A mucha gente le da miedo por razones económicas, que te señalen, represalias desde el gobierno. Y todavía existe eso, ve el temor que traen los empresarios con el candidato de Morena. Hay mucha gente con temor porque está regresando esa actitud, es la gente de Xicoténcatl Leyva.
—¿Qué piensa cuando escucha Morena en esta elección?
—Que hay mucha ignorancia en la gente, y que tienen esperanza. Están hartos de lo que pasó con el PRI y con el PAN. De los votos que tuvo Andrés Manuel López Obrador, muchos son de 18 años de campaña, la otra mitad creo que fue un hartazgo, era castigar al PRI y al PAN juntitos de un sólo trancazo. Toda esa gente depositó su voto allí, eso no quiere decir que va a seguir allí. López Obrador ya no es candidato, no vive en Baja California. Dijo que no va a venir, que no va a hacer campaña, y ¡ay del que use su nombre para pedir el voto!
—Hace tiempo quiere ser gobernador. ¿Cómo empezó la idea?
—La primera vez que me dijeron que debería ser gobernador, era presidente municipal (1992-95). Éramos varios, estaba joven. Decidí un año antes que no, porque me gusta terminar las cosas. Terminé y regresé a mi actividad privada. Mi juicio era: en el partido hay gente más preparada, con más experiencia.
Empecé a trabajar en 2013 sólo para darme cuenta que ya era otra cosa el PAN, aunque medio lo sabía. Inflaron padrones, modificaron encuestas para beneficiarse un grupito. Creo que el candidato del PAN (Óscar Vega) andaba en esa bola. Lo querían inventar hace seis años como candidato, y lo quieren inventar otra vez.
Sienten que están jugando a las trampitas, y la verdad es que son delitos electorales. Hacer trampa en lo interno para repartirse puestos, para luego hacer negocios con gente de fuera, derivan en que por ejemplo el Hospital General no tenga cómo atender a los ciudadanos.
En el 2018 me acerqué al PAN porque me equivoqué. Pensé que habían tocado fondo, me di cuenta que no. Estaba muy a gusto y me fueron a buscar por recomendación de unas personas de Movimiento Ciudadano, y aquí estoy.
—¿Por qué aceptó?
—Vi un entusiasmo que hace mucho no veo en otros partidos. Cuando había dicho sí, vi en sus estatutos que deben ofrecer cuando menos el 50% de las candidaturas a personas ajenas a su militancia. En todos los partidos hay gente buena y gente mala. En Movimiento Ciudadano se está aglutinando mucha gente buena porque ya no les gusta cómo están las cosas.
—¿No cree que esta vez tiene menos posibilidades de ganar?
—No importa, eso es lo de menos. Aquí hay que hablar con los ciudadanos y decirles que queremos hacer las cosas bien. ¿Crees que no podía haber hecho trampa en el PAN? ¿Qué no hubiera negociado puestos a cambio de votos? No creo en eso, no lo hice y por eso no fui candidato ni gobernador.
—¿Y de qué vive Osuna Jaime?
—Se me acabó todo, porque tenía ahorros, en la universidad de mis hijos y en la vida diaria. He tenido trabajo pero desgraciadamente ha habido una actitud revanchista del gobierno. Corrieron la voz a dos tres personas que ya descuento como amigos, y les dijeron: ‘no te acerques a Héctor Osuna porque no van a volar los asuntos en el gobierno del estado’. Como arquitecto y con clientes, imagínate. Sí tenemos una crisis más o menos, pero no faltan trabajitos de consultoría. Vivo de mi trabajo y he tenido que deshacerme de muchas cosas.
—¿Tiene un plan para la niñez en su proyecto?
No como tal cosa. Creo que están en el centro de lo que llamamos el futuro. Si no trabajas para que los niños tengan un futuro mejor, no estás haciendo nada.
