La Gran Barrera de Coral (GBR, por sus siglas en inglés) es una de las maravillas naturales más espectaculares del mundo. No obstante, enfrenta numerosas amenazas que abarcan desde el cambio climático hasta el parasitismo de las estrellas de mar. Y ahora tiene que lidiar con otro problema: tras las lluvias torrenciales registradas en el noreste de Australia, la escorrentía está formando grandes columnas de agua contaminada que empiezan a cubrir muchas partes del arrecife.
Según informes de ABC News, el estado de Queensland, Australia ha experimentado fuertes lluvias en las últimas semanas, y esa agua está arrastrando sedimentos y sustancias químicas dañinas hacia los ríos, de donde continúan hasta el mar.
Las columnas de agua turbia son tan grandes que es posible verlas desde el espacio. De hecho, las imágenes satelitales sugieren que la escorrentía de las inundaciones está afectando zonas del arrecife localizadas a 60 kilómetros de la costa de Queensland.
En una declaración para la ABC, la Dra. Frederieke Kroon, investigadora científica principal del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS, por sus siglas en inglés) e integrante de un equipo que monitorea la calidad del agua en la región, explicó: “Si observamos las imágenes de teledetección, la que más se destaca en este momento es la del Burdekin, el río más grande en esa área”.
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“En las últimas dos semanas, otros ríos también han producido grandes columnas de escorrentía que ya se han dispersado”, pero siguen afectando un “área extraordinariamente grande”, agregó Kroon.
Los científicos señalan que, de persistir el tiempo suficiente, la escorrentía contaminada (que, entre otras cosas, arrastra compuestos químicos de nitrógeno y fósforo utilizados comúnmente en la agricultura) podría matar los corales y las praderas de pastos marinos del arrecife.
“Una de las consecuencias más importantes del escurrimiento es que impiden que llegue suficiente luz solar a los ecosistemas de corales y praderas de pastos marinos”, precisó Kroon.
Por otra parte, las sustancias químicas que arrastra la escorrentía han precipitado el crecimiento de algas en algunas áreas, creando “gruesos mantos de verdor”, reveló Kroon a la cadena BBC. Si bien el viento y las olas disipan fácilmente las columnas de agua sucia, el clima ha permanecido relativamente tranquilo desde las inundaciones.
“En términos generales, un poco de viento y la acción del oleaje son suficientes para romper las columnas con bastante rapidez. Pero, literalmente, no hemos tenido viento, de modo que siguen allí”, puntualizó Kroon.
Por lo pronto, se desconoce el daño que la escorrentía está causando en el arrecife, pero la interrogante se despejará en cuanto AIMS emita su informe sobre la situación.
La nueva amenaza ambiental no ha podido ser más inoportuna para el arrecife. En los últimos años, GBR ha sufrido el embate de un ciclón muy dañino, así como dos eventos catastróficos de blanqueamiento masivo, los más graves de que se tenga registro.
Un estudio publicado en la revista Nature afirma que, entre ambos, dichos eventos de blanqueamiento (ocurridos en 2016 y 2017) mataron casi la mitad de toda la población coralina.
El fenómeno del blanqueamiento puede ocurrir cuando los corales sufren condiciones estresantes, a las que responden expulsando zooxantelas —unos pequeños organismos parecidos a las plantas que viven dentro de sus tejidos—, lo cual los vuelve blancos.
Esto no causa la muerte inmediata de los corales, ya que pueden reabsorber las zooxantelas. Sin embargo, si las condiciones estresantes persisten demasiado tiempo —como sucedió en 2016 y 2017, cuando el arrecife estuvo expuesto a períodos prolongados de calor—, los corales mueren.
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Dado que el cambio climático ocasiona que el mar se caliente y se vuelva más ácido (a resultas de una mayor absorción del carbono atmosférico), se espera que los destructivos eventos de blanqueamiento se vuelvan más frecuentes en todo el mundo. Esto significa que los arrecifes tendrán menos tiempo entre cada evento para recuperar sus pérdidas, debido a que este proceso suele demorar un mínimo de 10 años, aun en las mejores condiciones.
“[GBR] ni siquiera ha tenido tiempo para recuperarse de alguno de estos trastornos, ya que algo lo ha afectado prácticamente cada año”, comentó Kroon.
A pesar de los problemas, el incidente más reciente podría tener un lado positivo. Las aguas de escorrentía que fluyen hacia el océano son más frías, y esto podría disminuir el riesgo de que haya otro evento de blanqueamiento en las próximas semanas. El año pasado, la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos anunció que había 60 por ciento de probabilidades de que ocurriera un blanqueamiento hacia marzo de 2019.
“Sin duda, esto es la otra cara de la moneda. No obstante, [después] de los eventos de blanqueamiento y los ciclones que hemos tenido en los últimos años, [el agua de escorrentía] no deja de ser una perturbación muy grande para el arrecife”, aseguró Kroon.
Además del blanqueamiento, los ciclones y el agua contaminada, GBR —igual que los demás arrecifes del mundo— enfrenta otras muchas amenazas que incluyen mala calidad del agua, brotes de enfermedades, parásitos, y destructivas prácticas de pesca y turismo.
Aun cuando varios estudios han demostrado que los arrecifes de coral muestran una capacidad asombrosa para recuperarse después de una perturbación, y hasta son capaces de adaptarse al aumento de la temperatura, los científicos insisten en que, cuanto más estrés sufran, menores serán sus posibilidades para sobrevivir a largo plazo. De hecho, un estudio reciente apunta a que la infinidad de amenazas que enfrentan los arrecifes de coral está entorpeciendo su capacidad de recuperación, informó Science Advances.
Compuesto por cerca de 3,000 arrecifes individuales, GBR es la estructura viva más grande en la Tierra. Tiene una longitud de más de 2,600 kilómetros y es hogar de miles de especies de animales marinos.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek