Muchos iniciamos el año con la decisión de ser más organizados: adiós a las gavetas repletas con contenedores de plástico que no tienen tapas o con calcetines sin par.
A la cabeza de esta manía del orden se encuentra Marie Kondo, una japonesa fanática de la organización, autora de exitosos libros, y anfitriona del programa “¡A ordenar con Marie Kondo!” de Netflix.
Según informes de organizaciones de beneficencia como la Sociedad de San Vicente de Paúl, cada año, los donativos que reciben aumentan hasta 38 por ciento cuando nos deshacemos de ropa, libros y artículos domésticos que no nos “provocan alegría” o no tienen cabida en nuestro futuro.
Hay muchos motivos para sumarse a esta manía, ya sea utilizando el método de Kondo (llamado KonMarie) o simplemente limpiando nuestros hogares a fondo. Uno de ellos es que el desorden puede incidir en nuestros niveles de ansiedad, descanso y capacidad de concentración.
Lee: ¡A ordenar con Marie Kondo! en Netflix: el método para doblar, organizar cajas y agradecer a tu ropa
Además, el desorden nos vuelve menos productivos, lo que puede desencadenar conductas de aceptación y evasión que nos llevan a consumir comida chatarra y a mirar televisión (incluyendo programas sobre personas que reorganizan sus vidas).
Mis investigaciones demuestran que el entorno físico influye de manera significativa en la cognición, en nuestras emociones y en las conductas consiguientes, las cuales repercuten en nuestra relación con los demás.
Por qué el desorden es malo para el cerebro…
Las alacenas atiborradas y los montones de papel dispersos por toda la casa pueden parecernos bastante inofensivos. No obstante, diversas investigaciones demuestran que la desorganización y el desorden tienen un efecto acumulativo en nuestros cerebros.
El cerebro se complace en el orden, y la presencia constante de los recordatorios visuales de la desorganización agota nuestros recursos cognitivos, por lo que disminuye nuestra capacidad de concentración. Y debido a que nos distrae visualmente, el desorden aumenta la sobrecarga cognitiva reduciendo nuestra memoria de trabajo.
En 2011, un equipo de neurocientíficos que utilizó imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf) y otras mediciones fisiológicas halló que eliminar el desorden del ambiente doméstico y laboral mejora nuestra capacidad de concentración y para procesar información, y conduce a una mayor productividad.
… y para tu salud física y mental
El desorden puede causarnos estrés, ansiedad y depresión. En 2009, una investigación estadounidense determinó que las madres que vivían en ambientes domésticos desorganizados tenían niveles más altos de cortisol, la hormona asociada con la ansiedad.
Un ambiente doméstico constantemente desordenado puede ocasionar una reacción crónica de luchar o huir, la cual consume nuestros recursos de supervivencia. Esa respuesta puede precipitar cambios físicos y psicológicos que afectan nuestra capacidad para combatir las infecciones y digerir los alimentos, además de que aumentan nuestra susceptibilidad de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiacas.
Te puede interesar: El buzo que limpia las entrañas de CDMX
Así mismo, el desorden puede repercutir en nuestras relaciones con las personas que nos rodean. Por ejemplo, un estudio estadounidense de 2016 determinó que un entorno desordenado ocasionaba que los participantes no interpretaran adecuadamente las expresiones faciales de los personajes de una película.
Y esto, sorprendentemente, no termina cuando concluye el día y nos vamos a la cama. Sucede que las personas que duermen en habitaciones desordenadas son más propensas a tener problemas para dormir, incluyendo dificultades para conciliar el sueño y despertar durante la noche.
¿Es cierto que el desorden nos hace engordar?
Numerosos estudios han establecido un nexo entre el desorden y las malas decisiones alimentarias.
Un estudio demostró que un ambiente de cocina desorganizado y desordenado provocaba que los participantes consumieran más bocadillos, comiendo dos veces más galletas que los voluntarios que se encontraban en un ambiente organizado.
Otra investigación halló que una habitación desordenada duplicaba las probabilidades de consumir una barra de chocolate en vez de optar por una manzana.
Por último, las personas que viven en ambientes domésticos en extremo desordenados tienen 77 por ciento más probabilidades de desarrollar sobrepeso.
Algunos estudios sugieren que los hogares organizados son un buen predictor de la salud física. Una investigación reveló que los participantes que vivían en hogares más pulcros tendían a ser más activos y a gozar de mejor salud física.
El acaparamiento compulsivo puede causar dolor físico
Comprar más y más de las cosas que creemos necesitar, sin desecharlas después, es un trastorno que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ha inscrito en su Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM). En la quinta edición, DSM señala que quienes presentan el trastorno de acaparamiento compulsivo adquieren posesiones de manera constante, y experimentan ansiedad y angustia cuando desechan cualquier objeto.
En un estudio con IRMf, investigadores de la Universidad de Yale demostraron que las regiones cerebrales asociadas con el dolor físico pueden activarse en las personas con tendencias de acaparamiento, ocasionando que sientan dolor real cuando desechan objetos. Esas mismas regiones cerebrales son las responsables del dolor que experimentamos al machacarnos un dedo con la puerta o quemarnos la mano en la estufa.
No te desanimes si sospechas tener el trastorno de acaparamiento compulsivo: se ha demostrado que la terapia cognitivo-conductual es un tratamiento muy eficaz.
¿Casa ordenada, vida feliz?
El primer libro de Kondo llevó el título de “La magia del orden: herramientas para ordenar tu casa… ¡Y tu vida!”, y quienes han participado en el programa “Tidying Up” de Netflix aseguran que el método de organización de la japonesa mejoró sus vidas.
Una investigación ha demostrado que los ambientes domésticos desordenados realmente tienen una influencia negativa en la manera como percibimos nuestros hogares y, en última instancia, afectan nuestra satisfacción con la vida. Los autores de dicho estudio aseguran que esto se debe a que nuestra definición de hogar no se limita al lugar donde vivimos, sino que abarca una extensa constelación de experiencias, significados y circunstancias que nos moldean, y que moldeamos directamente para crear los mundos donde discurren nuestras vidas.
Ahora bien, no todo el desorden es necesariamente malo. Otro estudio determinó que un escritorio desordenado puede volvernos más creativos. Ese hallazgo apunta a que los ambientes ordenados y organizados aumentan la probabilidad de que el individuo se ajuste a las expectativas y evite los riesgos, en tanto que los entornos desordenados nos impulsan a romper las normas y a percibir las cosas desde otra perspectiva.
Libby Sander es profesora auxiliar de conducta organizacional en Bond Business School.
Este artículo fue tomado de The Conversation con licencia de Creative Commons. Lea el artículo original aquí.