Cuando se hace referencia a la arquitectura ferroviaria, se piensa en las grandes estaciones; este espacio era considerado no sólo un punto de ascenso y descenso de pasajeros, sino como una muestra del avance económico, industrial y social de las ciudades. Sin embargo, detrás de estos edificios había enormes complejos encargados de que los trenes funcionaran en condiciones óptimas, y que las vías se encontraran seguras.
Los habitantes de Aguascalientes recibían por la mañana del 24 de febrero de 1884 la primera locomotora de vapor, anunciando con su silbato una nueva era. Hacendados y talleres artesanales comenzaron a transportar sus productos hacia mercados más grandes y lejanos. A partir de entonces y hasta 1991, la estación vio pasar las luchas revolucionarias de 1910, transportando en sus vías pertrechos militares, víveres, revolucionarios y a la población en general. Vivió el cambio tecnológico del vapor al diesel. Fue entonces cuando se crearon nuevas plantas como laboratorios de pruebas y análisis, casa de máquina y de fuerza, de laminación, de fundición, sistemales. Todas estas plantas aún siguen de pie en donde hoy se encuentra el Fideicomiso Complejo Tres Centurias.
Este miércoles se inauguró la exposición Arquitectura ferroviaria, un viaje por la memoria y la técnica, dentro del complejo Tres Centurias. En ella, una colección de fotografías curadas por la investigadora Marlene Barba nos muestra cómo eran los talleres ferroviarios en su etapa activa y cómo se encuentran en la actualidad.
Esta exposición es además un homenaje a Eduardo Barba, ferrocarrilero jubilado, en el marco del Día del Ferrocarrilero. Puedes visitarla sin costo en la Galería de la Estación, hasta el 24 de marzo del 2019.