Los tratamientos para el cáncer tal vez ya se encuentren en los anaqueles a la espera de ser descubiertos.
Cuesta 475,000 dólares por paciente el tratar la leucemia infantil con la terapia vanguardista Kymriah. Pero ¿qué tal si hubiera un medicamento para el cáncer que costaría centavos porque ya existe?
Eso es exactamente lo que pasó cuando médicos franceses usaron un medicamento para la presión sanguínea con décadas de antigüedad en un niño con un tumor benigno. La medicina, llamada propranolol, redujo la presión sanguínea, pero también encogió el tumor. En estudios subsiguientes, un régimen que incluía propranolol también fue un tratamiento efectivo para pacientes con angiosarcoma, un cáncer raro de los vasos sanguíneos con bajo índice de sobrevivencia.
Ese éxito llamó la atención de Pan Pantziarka, un oncólogo de la organización sin fines de lucro Fondo Anticáncer, la cual subsecuentemente solicitó —y, en diciembre de 2016, obtuvo— el estatus de medicamento huérfano en la Unión Europea (lo cual significa que la compañía tiene siete años para desarrollar un tratamiento).
En una época en la que puede pasar una década desde que se descubren los medicamentos hasta que llegan al mercado, y con las grandes farmacéuticas desarrollando menos medicinas, una cantidad creciente de investigadores, como Pantziarka, le apuestan a los medicamentos antiguos. Fármacos para el cáncer previamente desconocidos pero potentes podrían estar ocultos en componentes descartados por las compañías farmacéuticas o tal vez ya existen en medicamentos genéricos diseñados para otros usos. Según el Fondo Anticáncer, el reciclaje puede recortarle alrededor de cuatro años al tiempo típico de desarrollo de un medicamento oncológico. “Las medicinas reutilizadas podrían beneficiar a los pacientes con mucha más rapidez que el desarrollar una medicina desde cero”, dice el oncólogo Steve Corsello del Instituto Broad en Cambridge, Massachusetts.
Corsello es parte de una colaboración que desarrolló un almacén de aproximadamente 5,000 compuestos, llamado Centro de Reutilización de Medicamentos, que se inauguró el año pasado. Un compuesto bajo escrutinio es una medicina aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos que cuesta menos de 50 dólares al mes y mostró una actividad inesperada contra el cáncer. Tales colaboraciones son parte de una tendencia más grande: el mercado mundial de medicamentos reutilizados crecerá de casi 24,400 millones en 2015 a casi 31,300 millones para 2020, según BBC Research.
La reutilización no es nueva, pero se ha acelerado en años recientes. Y ello se debe a que los investigadores, quienes solían depender de la casualidad, ahora tienen tecnologías formidables para procesar datos que ayudan a identificar candidatos cruzados. Por ejemplo, el medicamento sildenafilo se probó por primera vez para usarse en angina de pecho. Después de que los participantes de la prueba reportaron efectos secundarios inesperados, y no siempre mal recibidos, fue revendido como Viagra. Siete años después, Pfizer lo revendió como Revatio, una terapia para la hipertensión arterial pulmonar.
Aun cuando la reutilización acorta el tiempo que se requiere para que una medicina oncológica llegue al mercado, la cantidad de dinero que ahorra no está clara. Un estudio citó el desarrollo desde cero en más de 2,000 millones de dólares, en comparación con 300 millones de dólares para la recolocación. Andreas Persidis, director ejecutivo de Biovista, que usa técnicas de procesamiento de datos para hallarles nuevos usos a medicinas viejas, piensa que tales afirmaciones son “exageradas”.
Tal vez sea así, pero para las compañías farmacéuticas, la reutilización ahora es una parte rutinaria del desarrollo, y a menudo muy redituable. Un medicamento derivado de la talidomida, vendido como una píldora para las nauseas en mujeres embarazadas en la década de 1960, fue enlatado cuando provocó defectos de nacimiento. Como la medicina para el cáncer Revlimid, le da 1,000 millones de dólares al año a Celgene Corp.
Los inconvenientes para las grandes farmacéuticas son la falta de protecciones de patentes para los medicamentos genéricos. Sus precios bajos y amplia disponibilidad son un beneficio para los pacientes, pero les dificulta a las compañías de medicinas el obtener ganancias. Por esta razón, a las compañías de medicamentos no les interesa especialmente el financiar pruebas para genéricos reutilizados. “El mejor camino hacia delante para la industria es desarrollar nuevas terapias que aborden las necesidades médicas no satisfechas”, dice David Epstein, exdirector de la unidad de medicamentos de Novartis y actualmente socio del fondo de capital de riesgo Flagship Pioneering. En ocasiones, añade, “desarrollar un medicamento antiguo para un nuevo uso tiene sentido, pero debería ser la minoría en el desarrollo de medicinas”.
La reutilización no se trata de cerrar la industria farmacéutica. Y dado cuán heterogéneos pueden ser los cánceres, ¿por qué no hacer todo esfuerzo para descubrir más opciones que sean potencialmente más baratas? Corsello dice: “Solo queremos maximizar la cantidad de tratamientos que hay por allí”.
PLANTAS SALVADORAS: EL ESPACIO PODRÍA SER LA FRONTERA FINAL EN LA INVESTIGACIÓN DEL CÁNCER.
Por Jessica Wapner @jessicawapner
Los humanos no son los únicos organismos con genes flexibles. Cualquier cosa que se reproduzca contiene un esquema para hacer más de sí mismo. Y todo ADN es susceptible a la influencia externa: el ambiente en el que vive puede obligar a los genes latentes a entrar en acción o que aparezcan nuevos rasgos. Las situaciones estresantes —cambios en el clima, la temperatura o los depredadores, por ejemplo— son especialmente buenas en suscitar un cambio genético.
El mundo de la flora desde hace mucho ha sido una fuente de terapias para combatir el cáncer. El mejor ejemplo conocido, el medicamento paclitaxel para cáncer de mama, ovario y pulmón, originalmente provino del árbol de tejo del Pacífico. Las medicinas para tratar el cáncer testicular y algunos pulmonares se basan en químicos del podofilo común. Un grupo de medicamentos conocido como alcaloides de la vinca, comúnmente incluidos en regímenes de quimioterapia, se derivan de la vinca de Madagascar.
Cuando se trata de usar las plantas como medicina, las características que les permiten soportar el estrés ambiental a menudo son las que combaten las enfermedades. Joe Chappell, quien investiga productos naturales en la Universidad de Kentucky, se preguntó si exponer a la vinca de Madagascar a una nueva amenaza aumentaría sus propiedades contra el cáncer al despertar genes inactivos. Para averiguarlo, expuso a la planta a un riesgo que nunca encontraría en la Tierra: la gravedad cero.
El año pasado, Chappell, con ayuda de Space Tango, una compañía comercial que provee apoyo para investigación en microgravedad, envió vástagos de vinca de Madagascar a la Estación Espacial Internacional. También envió vástagos de valeriana, una planta con propiedades para tratar la ansiedad. En los próximos meses, Chappell averiguará si el crecer en órbita creó cambios en el ADN de las plantas. De ser así, esos cambios podrán probarse en sus atributos para combatir el cáncer y la ansiedad.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek