The Perennial Plate presenta documentales sobre la alimentación socialmente responsable y aventurera.
La comida siempre ha sido elemental en la cultura de un país, pero hoy su evolución se ha convertido en interés principal para viajes, libros, documentales, iniciativas, televisión y miles de proyectos que buscan un acercamiento con la cocina de todo el mundo. Un ejemplo es The Perennial Plate, un proyecto creativo que promueve la comida local, la cultura y sustentabilidad a través de pequeños documentales semanales.
El chef y activista Daniel Klein y la cineasta Mirra Fine recorren el mundo explorando las maravillas, las complejidades y las historias detrás del sistema alimentario mundial, cada vez más conectado por su dedicación a la alimentación socialmente responsable y aventurera. Su trabajo ha sido ganador del premio James Beard en dos ocasiones, los Óscar de la gastronomía en Estados Unidos.
Desde 2009, el equipo de The Perennial Plate se ha dedicado a contar historias sobre alimentación sustentable alrededor del mundo. La primera temporada fue dedicada a viajes culinarios, agrícolas y de cacería del chef Daniel Klein, fundador del proyecto, en Minnesota. En la segunda, Klein y la productora Mirra Fine viajaron por todo Estados Unidos para descubrir y entender de dónde viene la buena comida y cómo disfrutarla, mientras que en otras temporadas pasearon por China, Japón, India, Sri Lanka, España, Marruecos, Italia, Turquía, Argentina, Sudáfrica, Etiopía y México para contar la historia de sus cocinas y de la gente que la prepara.
En los últimos años, sus cortometrajes han contado las historias de un amplio elenco de personas, desde cocineros de fideo y pescadores irlandeses, hasta los agricultores de las montañas de Marruecos. Sus cámaras han compartido la maravillosa historia del maíz contada por personajes de Oaxaca; la del coco desde que nace en grandes palmeras hasta que se come en deliciosas recetas tradicionales de Sri Lanka; la costumbre de comer insectos; los largos recorridos para encontrar trufas en Italia y cientos de historias más que cuentan exquisitas aventuras alrededor del mundo.
Sin embargo, después de las elecciones en las que Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos, The Perennial Plate decidió emprender un nuevo proyecto: contar las historias de inmigrantes a través de la comida y la cocina.
La comida fue un bello puente para conectarse con la vida genuina de refugiados e inmigrantes y una forma de contar sus historias y cambiar el panorama de la audiencia a través de las redes sociales, principalmente de Facebook.
¿Qué hizo The Perennial Plate para lograrlo? Lanzó una campaña en Kickstarter y recaudó 52,980 dólares destinados a los gastos de producción y campañas en Facebook para viralizar los videos y dar a conocer las historias positivas de inmigrantes y refugiados.
Estos cortometrajes retratan las comidas de cinco familias inmigrantes diferentes, historias inspiradoras de inmigrantes europeos, latinos, africanos, de Oriente Medio y asiáticos que nos permiten ver todos nuestros puntos en común. Cada filmación se centra en una comida familiar: abuelos, hijos e hijas cocinando y luego juntos para compartir experiencias alrededor de valores, trabajo duro, lealtad, familia y, por supuesto, buena comida.
Después de que la serie logró completarse, el equipo se encargó de utilizar el poder de comunicar en Facebook para garantizar que estos videos terminaran en el feed de los usuarios de esta red social. De hecho, la mitad del presupuesto del proyecto se destinó a estos anuncios.
The Perennial Plate ya estrenó su primera película, que cuenta la historia de la improbable amistad entre un soldado estadounidense y un traductor afgano que le salvó la vida.
Pagina web: http://www.theperennialplate.com
Facebook: @perennialplate
Instagram: @perennialplate
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La Gruta
Si crees que este restaurante está en una cueva… ¡tienes razón! A menos de medio kilómetro de las Pirámides de Teotihuacán se encuentra este mágico sitio lleno de historia y belleza (basta con ver las sillas de colores en todas las mesas y, al fondo, una pared repleta de pequeñas veladoras encendidas).
Hoy, la tercera generación de la familia Cedillo lleva las riendas de este restaurante que ofrece buena cocina mexicana para nacionales y extranjeros, con una atención especial en la calidad de los ingredientes como frutas, verduras y carnes, pero especialmente el maíz.
Cuando lleguen las tortillas a tu mesa para esos taquitos de escamoles, de barbacoa, mixiote, mole rojo con guajolote o pollo con adobo, agradecerás que La Gruta trabaje de cerca con algunos productores de maíz criollo en Teotihuacán.
Al arribar al restaurante debes bajar unas escaleras que te llevarán al sitio que, se cree, fue un depósito de semillas en tiempos de los teotihuacanos y que miles de años después –en 1906- se utilizó como un sitio para alimentar a Porfirio Díaz y a las comitivas políticas involucradas en el rescate de la zona arqueológica. Sin embargo, fue en la década de 1920 cuando La Gruta se estableció, ahora sí, como un restaurante abierto al público. Hay que probar la barbacoa y el consomé de cordero, delicias hechas en hoyo por el maestro barbacoyero Teodoro Nieto y su hijo Diego Nieto, y acompañarlas con agüita fresca de xoconostle, un fruto muy local.
Dirección: A unos metros de la Puerta 5 de la Zona Arqueológica de Teotihuacán, atrás de la Pirámide del Sol. San Juan Teotihuacán, Edomex.
Facebook: @LaGrutaMexico
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Lorea
¿Listo para vivir la experiencia de un menú de 14 tiempos? La propuesta del chef Oswaldo Oliva y su equipo es un reto para el comensal, desde los tragos hasta el postre. Está llena de sabor, técnica, descubrimiento y sorpresas.
Aquí no existen los platos a la carta. Cada semana, Oswaldo y su equipo crean un menú que muta conforme pasan los días y los ingredientes disponibles. Nada de cambiar algún plato o saltarte otro, la experiencia está diseñada para volarte la cabeza.
Lo que sí puedes escoger es el coctel con el que esperarás el primer snack del menú. El trago elaborado con rosas y xoconostle es una belleza que empata maravillosamente con el mochi de menta y pistache, un bocadillo tan bueno que es una injusticia que solo sirvan uno.
Este snack es una de las delicias fijas del menú, además del crujiente pan que acompaña otros platillos, el consomé con notas especiadas y la mazorca de huitlacoche con granos de cebada, un plato que nada tiene que ver con la manera en la que los mexicanos estamos acostumbrados a comer este tesoro culinario. Además, ¡lo maridan con té verde gencha!
El broche de oro es una ola de postres nada tradicionales —olvídate del clásico pastel de chocolate— acompañados de champaña y cocteles.
Cuando creas que la experiencia terminó, una pequeña sorpresa llegará a tu mesa. A la nuestra llegó un trocito de chocolate 70 por ciento de cacao con semillas de girasol y linaza.
Dirección: Sinaloa 141, Roma Norte, CDMX.
Facebook: @loreamx