SERIE CAMINO ELECTORAL
El último eslabón del proceso electoral está en manos quienes cuentan los votos.
Son tus vecinos, familiares o incluso tú, quienes tienen asignada esa tarea en cada elección. Así será en los comicios federales del primero de julio.
En total, 32 mil 914 electores de Baja California ocuparán los cargos de presidente, secretarios, escrutadores y suplentes en las 4 mil 702 casillas que serán instaladas a lo largo de ocho distritos.
Pero convencer a la ciudadanía de invertir su tiempo y esfuerzo en un sistema del cual desconfía, no es labor sencilla.
José Vicente Pulido, vocal ejecutivo del Distrito 05 de Tijuana, dice que en su distrito, solo un 20% de los seleccionados aceptaron participar.
El porcentaje se debe a que un 60% de los electores no fueron localizados. Del porcentaje restante, solamente la mitad aceptó.
Por eso, el INE suele recurrir a una segunda vuelta en la que sortean a más ciudadanos, con el fin de reunir a los voluntarios que se necesitan.
El vocal dice que muchos electores se niegan a participar porque trabajan los domingos o tienen problemas de salud. Los adultos mayores, por ejemplo, tienen problemas para soportar las jornadas electorales, que pueden llegar a superar las 18 horas.
Otros muestran rechazo porque no creen en el sistema electoral.
Montserrat Rodríguez tiene 25 años y fue seleccionada para ser funcionaria de casilla.
Este año, en la primera etapa de selección, el INE consideró a ciudadanos que al igual que ella, nacieron el mes de febrero.
Se negó para no invertir su tiempo en ello, pero también porque no confía en el proceso.
“La mayoría somos muy escépticos, creemos que estos procesos democráticos son pura simulación”, dice.
Si tuviera la certeza de que el resultado será congruente con la decisión del electorado, no dudaría en participar, agrega.
Luis Felipe Cázares es otro ciudadano que no cree en las instituciones, aunque sí ha participado en elecciones pasadas.
Tiene 27 años de edad y ha sido llamado a ser funcionario de casilla en tres ocasiones.
Participó como secretario en las elecciones de 2012. Ese mismo año, el INE designó a su papá como presidente de casilla.
Aunque Felipe también tiene dudas sobre el proceso electoral, dice que esa incredulidad es la misma que lo ha motivado a involucrarse.
“Al final dije ‘mejor lo hago yo, que por lo menos voy a tratar de hacer bien las cosas’”, dice Felipe.
La autoridad electoral a nivel nacional reconoce que existen muchos casos de escepticismo como el de Felipe y Montserrat.
De hecho, esa es la razón por la que hoy tenemos a nuestros vecinos contando nuestros votos.
Antes de 1994, el gobierno federal era quien hacia todo el trabajo y no existía ninguna forma de fiscalización ciudadana, de acuerdo a Pulido, vocal del INE.
“No sé si a la ciudadanía le genera confianza saber que su vecino es el presidente de casilla, pero sí le debería mover saber que si no fuera por ellos, sería menos confiable la elección”, dice el vocal.
Baja California es uno de los estados con menos participación ciudadana en el país. Tan solo en 2015, cuando se llevaron a cabo las últimas elecciones federales, el estado registró un 31% de participación en las urnas.
Si el éxito del modelo que tiene el INE para construir confianza en la ciudadanía, tuviera que medirse en función del crecimiento de la participación ciudadana, podríamos decir que fracasó.
Pero Pulido opina que su valor no reside en conseguir más votos, sino confianza en quienes ya votan.
Para Montserrat y Felipe no ha funcionado.
La desconfianza que sienten no disminuye al ver que gente conocida atiende las casillas, porque sus dudas no recaen solo en este instituto.
Montserrat opina que cualquier persona es susceptible a caer en la corrupción, aunque sean ciudadanos igual que ella.
En cambio, Felipe dice que el problema no se da en las casillas.
Opina que se da meses antes cuando los partidos políticos compran el apoyo de las personas. También cuando las obligan a dar su voto a cambio de servicios públicos o de conservar sus empleos.
Ambos entrevistados han encontrado formas distintas de manifestarse en contra de las prácticas que repudian.
Una, alejándose del proceso electoral y otro, involucrándose para cambiarlo.
En la opinión de Ana Rebeca Rodríguez, esta vez son más los que deciden atacar el problema desde dentro, a través de la participación.
Ana es Capacitadora de Asistente Electoral, y es una de las ciudadanas que va de casa en casa tocando puertas para hablar con las personas que fueron seleccionadas para ser funcionarias de casilla.
Se interesó en participar este año porque su esposo fue capacitador en otros comicios y ella también ha sido secretaria de casilla.
Comenta que estas elecciones son diferentes a otras porque la gente con la que ha platicado tiene expectativas que no había tenido en años anteriores.
“Hay gente que está muy interesada en saber qué es lo que va pasar y quiere estar ahí, ser parte de estas elecciones”, dice Ana, que del 9 al 30 mayo estará capacitando a las personas que resultaron seleccionadas en la segunda vuelta del INE.
Aquellos que han aceptado participar, le han comentado que lo hacen porque esperan un cambio.
“Es como un parteaguas para ellos, sobre todo para los jóvenes. Hay más personas que me han dicho ‘antes no votaba y en estas elecciones sí lo voy hacer’”, dice.
Montserrat, por ejemplo, no aceptó ser funcionaria de casilla pero sí va a votar.
“Sí, a pesar de que digan que no se respetan los votos y que hay trabas por todos lados. Esperemos que haya un cambio positivo para anestesiar un poco el escepticismo de todos”, dice.
Reflexiona sobre la decisión que tomó de no apoyar en los comicios como funcionaria de casilla y se declara inquieta.
“[Tengo] incertidumbre de saber si pude ayudar a hacer todo más legal. Una parte de mi sigue creyendo”, dice.
Luis Felipe recuerda que en las elecciones presidenciales pasadas, conoció a un ingeniero que tampoco creía en la legalidad del proceso electoral, pero que aceptó participar para aportar lo que él podía dentro de sus capacidades como ciudadano.
“Sí participaría otra vez. No tanto por amor al sistema democrático de México, sino porque siento que es lo moralmente correcto. Saber que si tu casilla no mostró irregularidades, fue responsabilidad tuya y que fue gracias a ti”, dice.
Este año, el INE capacitó a 14 personas por cada casilla en el estado, aunque solo necesitan cuatro titulares y tres suplentes.
Esto lo hacen porque de acuerdo a José Vicente Pulido, un 30% de las personas que se capacitan, no acuden el día de la elección.
“Por alguna razón ya no pueden. Por viaje, por enfermedad o simplemente cambian de parecer, entonces por eso tenemos esa reserva, para seguir con el siguiente ciudadano”, dice.
El problema es que a los funcionarios se les entrena según el cargo que van a ocupar.
Si uno de ellos falta, hay ciudadanos que pueden tomar ese lugar, pero son electores que no recibieron un entrenamiento especializado.
Que los ciudadanos se nieguen a participar como funcionarios de casilla es un problema que afecta a la vida institucional, de acuerdo a Pulido.
Primero, porque son la figura que el INE utiliza para combatir el descrédito a la función pública.
Pero también, porque si estos faltan y el INE se ve en la necesidad de recurrir a ciudadanos que no fueron capacitados, se abre la puerta a que existan errores.
“No es solo recibir votos el día de la jornada. Es llenar un sinnúmero de actas y de formatos”, dice Pulido.
Según la estimación que él da, unas 9 mil 875 personas que fueron capacitadas para esa labor en Baja California, no se van a presentar el día de la elección.
Lo paradoja es que de acuerdo al INE, el escepticismo alrededor de los procesos electorales no disminuirá si las y los ciudadanos no se involucran y participan.