Desde principios de 2018, un total de 48 personas han sido asesinadas por las autoridades de Arabia Saudita, de acuerdo a un comunicado emitido por la organización Human Rights Watch (HRW).
Los crímenes se han definido como “no violentos relacionados con las drogas”, donde de acuerdo al organismo internacional, muchas más personas declaradas culpables de delitos relacionados con las drogas permanecen en lo que llamaron “el corredor de la muerte”, tras ser condenados por lo que califican como un notorio e injusto sistema de justicia penal que existe en Arabia Saudita.
El príncipe heredero Mohammad bin Salman dijo en una entrevista con la revista Time el 5 de abril de este año, señaló que las autoridades sauditas tienen un plan para disminuir el número de ejecuciones, pero que no limitarían las ejecuciones a personas condenadas por asesinato.
Casi todas las ejecuciones en Arabia Saudita que no son por asesinato son por delitos no violentos relacionados con las drogas. El príncipe dijo que el país consideraría cambiar la pena de muerte a cadena perpetua en algunos casos, pero no en casos de asesinato.
“Es preocupante que Arabia Saudita ejecute a tanta gente. Muchos de ellos no han cometido un crimen violento”, dijo Sarah Leah Whitson, directora para Medio Oriente de HRW. “Cualquier plan para limitar las ejecuciones por delitos relacionados con drogas debe incluir mejoras en se sistema de justicia, porque no ofrece juicios justos”.
Arabia Saudita ha llevado a cabo casi 600 ejecuciones desde principios de 2014, más de 200 de ellas en casos donde se ha realizado una acusación relacionada con drogas.
Las otras ejecuciones, fueron por delitos como asesinato, pero otras ofensas incluyeron violación, incesto, terrorismo y “hechicería”, reportó el organismo de derechos humanos.
En Arabia Saudita, las condenas a muerte por asesinato generalmente se basan en el principio de la ley islámica qisas, o castigo conocido coloquialmente como “ojo-por-ojo”, mientras que los jueces dictan sentencias de muerte por drogas a su propia discreción bajo el principio de la ley islámica Deta’zir, la cual consta de un código detallado de conducta, en el que se incluyen también las normas relativas a los modos del culto.
#Saudi Arabia has executed 48 people in 2018, half of them for nonviolent drug crimes https://t.co/BKXDLYIlin pic.twitter.com/JjhykAkzhJ
— Human Rights Watch (@hrw) April 25, 2018
Los jueces confían en lo que se denomina fatwa de 1987 – la cual consta de una opinión legal no vinculante pero autoritaria o interpretación erudita- por parte del Consejo de Sabios Religiosos del país que prescribe la pena de muerte para cualquier “traficante de drogas” o persona que lleve drogas al país, así como las disposiciones de la Ley de 2005 sobre la lucha contra los estupefacientes y sustancias psicotrópicas, que prescribe la pena de muerte por tráfico de drogas.
Las normas internacionales, incluida la Carta Árabe de Derechos Humanos, ratificada por Arabia Saudita, requieren que los países que retienen la pena de muerte la usen solo para los “crímenes más graves” y en circunstancias excepcionales. En 2012, el relator especial de las Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias Christof Heyns, declaró que cuando se utilizara, la pena de muerte debería limitarse a los casos en que una persona muere intencionalmente y no se utiliza para castigar delitos relacionados con las drogas.
Human Rights Watch expresó al respecto que ha documentado numerosos casos en los que tribunales saudíes condenaron a muerte a los acusados luego de juicios injustos. En uno de esos casos, un tribunal saudí condenó a muerte a un jordano, Waleed Al-Saqqar, en diciembre de 2014 por contrabandear drogas a través de la frontera saudí desde Jordania en su camión.
El juicio posterior al juicio de Al-Saqqar revela que el juicio duró solo un día, y una fuente con conocimiento directo del caso dijo a HRW que el juicio completo duró unos cinco minutos. La fuente dijo que un juez le pidió a al-Saqqar que confirme su identidad y declare si el camión pertenecía a él, luego emitió la sentencia de muerte. El acusado no tenía un abogado defensor.
En otro caso, un hombre pakistaní de nombre Safdar Iqbal, le dijo al Proyecto Justicia Pakistán en diciembre de 2015 que los hombres afiliados a la agencia paquistaní que le dio su visa saudí invadieron su habitación de hotel en Karachi. Aseveró que hombres desconocidos lo obligaron a tragar cápsulas de heroína para contrabandear a Arabia Saudita, golpeándolo con armas de fuego y amenazando con matarlo a él y a su familia.
Las autoridades sauditas lo arrestaron en febrero de 2011 cuando aterrizó en el aeropuerto internacional King Fahd de Dammam. Dijo que un tribunal lo condenó después de cuatro audiencias y que no impugnó una sentencia de 15 años porque era mejor que la pena de muerte. Más tarde, sin embargo, los funcionarios le informaron que un tribunal de apelaciones había aumentado su sentencia a muerte. Iqbal tampoco tuvo un abogado defensor y dijo que los jueces no intentaron investigar su afirmación de que fue obligado a contrabandear las píldoras. Fue retenido en la prisión de Dammam y ejecutado el 18 de octubre de 2017.
Al respecto, HRW ha documentado violaciones del debido proceso desde hace mucho tiempo en el sistema de justicia penal de Arabia Saudita, lo que hace que sea difícil para un acusado obtener un juicio justo incluso en casos capitales. En general, las autoridades no permiten que los abogados presten asistencia a los sospechosos durante el interrogatorio y con frecuencia les impidieron examinar a los testigos y presentar pruebas en el juicio
Los problemas se agravan para los extranjeros que no hablan árabe y que, en ausencia de un abogado, se enfrentan a obstáculos abrumadores para comprender los procedimientos judiciales y presentar documentos de defensa.
Según datos de Death Penalty Worldwide muestra que Arabia Saudita tiene una de las tasas de ejecución más altas del mundo y aplica la pena de muerte a una variedad de delitos que no constituyen los “delitos más graves”, incluidos delitos de drogas, adulterio, brujería y apostasía. Arabia Saudita solo está detrás de Irán en el Medio Oriente en el número de sus ejecuciones.