DERECHAS Y DERECHOS | 8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
En la era digital hay quienes creen que abrir el corazón implica abrir la cuenta de Facebook al ser amado.
Daniela y Javier, entraban a las redes sociales del otro y eliminaban amistades cada vez que sentían celos.
Su necesidad de certidumbre les hacía enviarse mensajes de texto a toda hora.
Aunque ya no son pareja, sus nombres han sido modificados para no dañar el vínculo que mantienen como padres de una niña.
Su historia de amor posesivo no es inusual.
Expertos en relaciones amorosas cuentan que hoy, más que nunca, tenemos acceso a partes de la vida privada de nuestras parejas, por el uso de redes sociales.
Y muchas personas creen que es normal.
Un estudio hecho en enero por Toluna y Kaspersky Lab, encuestadoras y proveedoras de seguridad cibernética, dice que el 38% de las personas cree que la actividad de su pareja en internet debe ser visible para ellos.
7 de cada 10 participantes, incluyendo a cibernautas mexicanos, dijeron que aunque valoran su propio espacio, consideran más importante a la pareja que a su privacidad.
Y entre jóvenes que crecieron en un mundo hiperconectado, es especialmente cierto.
Tania Rodríguez, doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara, estudia el impacto de las nuevas tecnologías en las relaciones de pareja.
Los adolescentes entrevistados por Tania aceptaron que pedir o ceder el control de sus vidas en esos espacios, era entendido como una muestra de amor recíproco.
Por ejemplo, cuando comparten su ubicación por Whatsapp u ofrecen sus contraseñas para probarse fidelidad.
Ana, una tijuanense de 21 años de edad, cuenta que esto le pasó cuatro años atrás.
“Tuve un novio que era muy posesivo en redes sociales. Revisaba mis mensajes [de Facebook] para ver si no salía con alguien más a escondidas”, cuenta.
Si estaba con sus amigas, le exigía que tuviera su Whastsapp abierto para hablar con él.
En una ocasión, mientras Ana ordenaba un café, su novio de entonces le llamó por teléfono para reclamarle que dejó de aparecer en línea.
Este escenario, más que acercarnos a la fantasía romántica shakespeareana, se asemeja a la narrativa de una novela de terror, donde alguien nos acosa porque dice que nos ama.
Por eso feministas dicen que es necesaria una equidad donde el amor no se utilice como herramienta de control.
“Hombres y mujeres están muy preocupados por acceder al mundo del otro, por saber qué hace, a qué hora, dónde y con quién”, dice Rodríguez.
Hoy, esa información está disponible casi para cualquiera que tenga el interés de conseguirla, y las fronteras de la autonomía y el control se han replanteado, según la socióloga.
Dice que ahora, el modelo del “amor romántico” tiene más espacios para manifestarse.
Rodríguez, así como otros académicos entrevistados para este reportaje, le llaman así a un tipo de amor que tradicionalmente ha sido glorificado en el cine, literatura o música.
Se le llama romántico porque se basa en el imaginario de la seducción o conquista. Sin embargo, construye un tipo de relación que promueve la desigualdad entre el hombre y la mujer.
Se refiere, por ejemplo, a la idea de un amor que todo perdona, sin importar el daño que pueda llegar a hacernos.
Además, el amor romántico retrata al amor de pareja como la meta más grande a la que un ser humano puede aspirar, y pone en segundo plano lo profesional, familiar y personal.
“Es la idea de la posesión, de que tú eres mi pareja y yo dispongo de ti y de tu tiempo, y que soy la única persona de mi sexo o género que puedes procurar”, dice Daniela, quien controlaba y era controlada por Javier, su ex pareja.
Noemí Pérez Herrera es pedagoga, feminista y autora de un programa educativo para la Universidad de la Laguna en Tenerife, España. Con él, enseña a identificar actitudes como las de Daniela y Javier.
Considera que reconocer al amor romántico ha sido interés y ocupación del movimiento feminista, uno que aboga por la equidad de género en lo económico, político y social.
Hay quienes señalan radicalismo entre algunas activistas del feminismo. Cuestionan sus luchas e incluso las satirizan en redes sociales.
Pero Tania Rodríguez está de acuerdo en que el feminismo equilibra la balanza en el amor, pues propone que dos personas libres tienen sentimientos más saludables que aquellas que no lo son.
La socióloga Rodríguez explica que el amor romántico abre la puerta a desarrollar obsesiones, celos e impulsos de manipular para no perder a la persona amada.
“Y el feminismo lo que ha hecho es decirnos que el amor es un asunto de elección. No es algo que llega y nos desborda o que nos hace plenas”, dice la doctora en ciencias sociales.
Pero caer en el “amor romántico” es más común de lo que pensamos.
Pablo Barraza es terapeuta de parejas, sexólogo clínico y educador.
Los problemas que le consultan con más frecuencia son aquellos que se originan del amor romántico.
Y la violencia que este genera, no la sufren solo mujeres.
A ellos también los controlan.
“Era recíproco”, dice Daniela sobre su matrimonio, “todas las acciones tóxicas dentro de la relación no se las puedo nada más [atribuir] a él”.
Daniela y Javier sufrían por celos y se manipulaban para evitar a personas del sexo opuesto.
Los celos se manifiestan porque existe la idea de posesión, según las académicas.
El psicólogo Pablo Barraza opina que surge de “uno de los impulsos más grandes en las parejas”, que es el de asegurar la relación.
Obed Fuentes de 26 años, cuenta que tener pareja le provocaba angustia y deseos de vigilarla.
“Era inseguridad sobre qué estará haciendo, ¿estará hablando con otra persona?”, dice Obed.
Opina que rodearse de mujeres feministas le ayudó a tomar conciencia sobre sus sentimientos y preguntarse qué era aquello que los disparaba, para así frenarlos.
Dice que gracias a eso hoy tiene una relación sana, donde ninguno limita al otro.
“La adolescencia es una de las etapas más importantes, sensibles y vulnerables de la vida de los seres humanos”, dice Noemí. “En ella se forman las creencias, valores y aprendizajes. Comienza la curiosidad por el placer y a mitificarse el amor”.
Lo que sucede con los celos y el internet, según Barraza, es que ahora nos enfrentamos a una variedad de situaciones que pueden provocar incertidumbre sobre el lugar que ocupamos en la vida de nuestras parejas.
Cosas como verlos etiquetados en la fotografía de una fiesta, o la posibilidad de monitorear a quién le gusta la imagen, son ejemplos.
El novio de Ana se sentía inseguro si ella no subía fotos nuevas donde apareciera él.
“Me decía: ‘ay es que no te importa’ o ‘no quieres que vean cosas de nosotros en Facebook’”, dice Ana.
También le exigía publicaciones periódicas donde dijera abiertamente que lo amaba. Cuando ella fallaba en cumplir sus caprichos, él se vengaba prestando más atención a otras mujeres también en Facebook, para que ella pudiera verlo.
¿Es posible dejar de sentir celos?, pregunto a los expertos en relaciones de pareja.
El psicólogo Barraza contesta que sí. Alejándose del estímulo.
Por estímulos se refiere a dejar de revisar sus redes sociales o de estar pendiente de sus movimientos.
“Una vez que se alejan de estímulo y ven que su pareja no les está siendo infiel, dicen ¿qué estaba haciendo? Entonces el aprendizaje viene después”, dice Barraza.
Daniela, igual que Obed, superó los celos primero tomando conciencia de lo que sentía, y después, compartiendo su experiencia con mujeres feministas.
“Ahora siento que es más fácil confiar ciegamente, hasta que demuestren lo contrario”, dice Daniela.
Ella es una de las 2 mil 300 mujeres que forman parte de Menstruando en Casa, un grupo en Facebook frecuentado por jóvenes tijuanenses. Aunque la actividad de esta comunidad se da principalmente en línea, también organizan de forma ocasional, algunas reuniones para conocerse en persona.
Ericka Barboza, fundadora del grupo, dice que este comenzó en 2012 como un espacio para conversar sin tabúes sobre el ciclo menstrual, y después evolucionó a un foro de diversos temas y discusiones feministas, como la deconstrucción del amor romántico.
Estar en ese grupo le ayudó a terminar con una relación que consideraba tóxica.
“Al estar en el grupo me sentía más segura. Había extrañas a las que iba y les contaba mis problemas y obviamente te das cuenta que no eres la única y que no estás loca”, dice Barboza.
Ahora su forma de relacionarse con mujeres cambió porque antes del grupo, tenía más amigos que amigas.
Hoy se siente más dispuesta a abrirse con ellas y a compartir experiencias que les permitan ser autocríticas, y fomentar relaciones más saludables.
El psicólogo Barraza aconseja precisamente, que si estamos en un noviazgo o matrimonio abusivo, el primer paso es buscar ayuda.
“Es algo muy trillado pero es una realidad. Háblalo con las personas que te rodean y que para ti son un soporte”.
Al hacerlo, su idea es que ese círculo sirva de apoyo moral para no volver con la persona que nos lastima.
“El amor romántico es el maldito veneno. Yo creía que a mí no me afectaba, pero es mentira [porque] si tú idealizas que una persona sea de cierto modo específico, es un foco rojo”, dice Barboza.
Su grupo, Menstruando en Casa, recibe decenas de solicitudes de ingreso al mes.
En él, se publican diariamente unos 10 hilos de conversación sobre un texto feminista o videos sobre ser mujer.
Y en este, aún se abren debates sobre compartir la contraseña de Facebook con la pareja.