Con el inicio del periodo de precampaña a nivel federal el 14 de diciembre, la competencia política es perceptible en cada rincón del país.
En el caso de las elecciones locales de Aguascalientes, en los próximos ese periodo dará inicio el 14 de enero y a las precandidaturas a la Presidencia de la República, al Senado y la Cámara de Diputados se sumará la participación de quienes contiendan por una curul en el Congreso Local.
Con independencia de su interés o no en los asuntos políticos del estado y del país, la sociedad hidrocálida se verá expuesta a una gran cantidad de propaganda política en radio y televisión. Al ser las elecciones locales concurrentes con la federal, es fácil suponer que la mayor parte de los espacios se dedicarán a los cargos federales, en particular la Presidencia de la República.
En medio de precampañas con las características actuales, para muchas personas es fácil suponer que la campaña ya ha iniciado y que, en lugar de 120 días, se tratará de una de 180. Tal percepción no está tan alejada de la realidad. Más aún considerando que a nivel federal se han firmado tres grandes coaliciones electorales entre igual número de partidos políticos cada una, y que de todas esas alianzas es públicamente conocido quiénes ostentarán la candidatura a la presidencia, a los que hoy podemos considerar precandidatos únicos.
La etiqueta sirve con suficiencia para suponer de qué se trata. Los precandidatos únicos son aquellos que no tienen que contender en lo interno de sus partidos para obtener una candidatura; normalmente existen en los casos de perfiles mediáticos y con amplio soporte político. Sin embargo, las precandidaturas únicas normalmente se otorgan a través de acuerdos cupulares, tal y como ocurrió con las coaliciones y precandidaturas a la presidencia por cada una de ellas.
Esta sobreexposición de ciertos perfiles y la inclinación a que la elección presidencial se ancla del resto de las candidaturas tienen el potencial de convertirse en un serio problema para los institutos políticos, las autoridades electorales e inclusive para la ciudadanía, ya que las coaliciones operan de forma diferenciada entre los cargos que se eligen en 2018.
Por ejemplo, los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano van en alianza tanto para la elección presidencial como para el Congreso de la Unión. Pero la coalición para las elecciones de alguna de las cámaras no es total, sino que aplicará para 58 fórmulas al Senado y 269 a la Cámara de Diputados.
Lo anterior vuelve complejo para los partidos políticos diferenciar entre sus campañas cuáles tienen convenio de coalición y cuáles no. Desde la rendición de cuentas a través de la fiscalización electoral y la capacitación a sus estructuras, hasta la forma en la que dan a conocer su oferta política.
Si a esto sumamos la concurrencia de las elecciones locales, el problema se vuelve aún más complicado. Y es que la celebración de coaliciones a nivel federal no implica que sus alcances lleguen a las elecciones locales, cuya lógica no necesariamente es la misma que la de los partidos a nivel nacional. Esto quiere decir que, por un lado, tres partidos distintos podrán operar en un mismo sentido para cargos federales (los que integren la coalición), pero por otro, a nivel local, bajo una lógica de rivalidad.
Además, los electores también deberán distinguir correctamente la opción política a la que otorguen su apoyo, pues en caso de marcar más de un emblema en la boleta, si entre las opciones marcadas no existe coalición, automáticamente anulará su voto. Esa ocurrencia se incrementa al considerar que tenemos precandidaturas que inundan la radio y la televisión desde ya, por lo que los errores de los electores no serán un asunto menor de los que en Aguascalientes ya hemos conocido episodios.