Uno de los datos más inquietantes del XIII Censo nacional de población y vivienda y de la posterior encuesta intercensal efectuada por el INEGI, es que está creciendo el tamaño de la población de 60 años y más.
Que se están haciendo viejos los muchachos y que nos encontramos en plena transición de lo que era un país mayoritariamente joven, a lo que pronto habrá de ser una nación donde abunden los adultos en plenitud.
En efecto, de acuerdo a datos de la CEPAL, en 1950 los que habían arribado a la sexta década de vida representaban, apenas, el 5.5 % de la población, segmento que subió a 7.5 % en el año 2000 y que de acuerdo a proyecciones, rebasará el 15 % en el 2025.
Esto, que forma parte de lo que los especialistas llaman la transición demográfica, se debe a la disminución en las tasas de fecundidad, al descenso en la mortalidad y al consecuente aumento de la esperanza de vida.
En efecto, la esperanza de vida que se tenía en el país de los treinta era cercana a los 34 años, mientras que en los albores del tercer milenio se había incrementado hasta los 75, tendencia que se ha mantenido constante hasta el día de hoy.
En Guanajuato, tenemos que, esa expectativa, al nacer, se ubica en 74.7 años para ambos sexos; y que de manera desagregada es de 72.2 para los varones y 77.2 años para las mujeres.
Actualmente, en la entidad, tenemos una población total de 5 millones 853 mil 677 habitantes, de los cuales más de 581 mil de personas, son mayores de 60 años, lo cual e equivale casi al 10 por ciento del total de la población.
Por otra parte, de manera concomitante, en el extremo opuesto, atentos a los datos de la encuesta intercensal, complementados con los resultados de la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia, ECOPRED, nos encontramos con que el número de jóvenes mayores de edad es de Un millón 922 mil.
De esos casi dos millones de guanajuatenses más de medio millón, que representan la cuarta parte, no estudian ni trabajan. Son los famosos “ninis”, que se ubican en esa triste situación, no por vagos o porque carezcan de voluntad, sino porque los gobiernos que hemos tenido durante 26 años han resultado incompetentes para proveerles de las oportunidades para que se incorporen a la planta productiva.
Ambos grupos etarios, los de adultos mayores y las de jóvenes que se van incorporando a la franja de la población en edad de trabajar, constituyen un verdadero desafío, porque por una parte no existe la suficiente oferta de trabajo para los que llegan; y por lo visto, no estamos preparados para proporcionar un retiro digno a nuestros ancianos.
Y es que desafortunadamente, en la entidad, el 33.9 por ciento de los adultos mayores está insertado en el mercado laboral por decisión voluntaria con la necesidad de subsistir, pero percibiendo salarios excesivamente bajos; y ello tiene qué ver con que el 60 por ciento de los adultos mayores no terminaron su educación básica.
Otro dato espeluznante es el referente a que cinco de cada uno de nuestros viejitos no tienen acceso a la seguridad social; y por lo tanto carecen de pensión; pero no sólo eso, sino que 17 de cada cien personas de 65 años en adelante tienen alguna discapacidad y necesitan apoyos especiales para realizar las tareas comunes.
En el terreno específico de los derechos humanos, se puede advertir que la cuarta parte de los guanajuatenses mayores de 60 años padecen maltrato a causa de su estado de salud y sus limitaciones físicas.
El panorama es desolador si consideramos que para el 2030, el 14 por ciento de la población total de Guanajuato estará constituido por adultos mayores; y uno de cada cinco de ellos tendrá más de 65 años.
Ante esta situación, el Gobierno de Miguel Márquez se ha limitado a anunciar que a partir de abril de este año, proporcionará a 30 mil adultos mayores, 150 pesos en efectivo y 350 en medicamentos o despensa, pero fuera de ese comunicado, no se ven acciones efectivas en pro de esa población vulnerable.
Por lo que toca a los jóvenes nos encontramos con una situación que también resulta alarmante, habida cuenta de que no existe una política de estado que tenga como finalidad la de crear las condiciones para atender y prevenir eficazmente los problemas de la juventud.
Esa es la causa de que, de acuerdo a los datos que arroja la ECOPRED, la ciudad de León se encuentre ubicada en el tercer lugar del ranking nacional por número de ninis; y que ostente un tristemente célebre campeonato.
En efecto, de acuerdo a la referida encuesta, esta ciudad, la más poblada de la entidad, ocupa el primer nacional lugar en jóvenes que han consumido drogas, usado armas y cometido actos vandálicos, con un 15 %; y ocupa el segundo lugar en número de jóvenes que tienen amigos involucrados en asuntos de drogas, con un 31.7 %.
Ahora que va a arrancar materialmente la contienda para renovar el Poder Ejecutivo de la entidad, es una buena oportunidad para que en las plataformas electorales se establezcan compromisos serios para afrontar con eficacia estos resultados de nuestra transición demográfica.
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