Por: Natalia López
Puebla, Pue. En los últimos seis meses ha incrementado el número de familias migrantes jóvenes, lo que antes no ocurría; por lo que han tenido que cambiar las políticas del albergue pues se quedan hasta ocho días a descansar y reponerse, señaló el padre Gustavo Rodríguez Zárate, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana de Puebla.
En el marco del IV Congreso Internacional de Salud y Migración en la UPAEP, el sacerdote reveló que es un fenómeno interesante, pues familias centroamericanas tienen que salir de sus países ante la escasez de oportunidades o la persecución, pese a los peligros a los que se enfrentan; cuando antes se trataba de personas solas que dejaban a sus familias en sus países de origen.
El padre Gustavo Rodríguez dio a conocer que según datos de la Universidad Iberoamericana Puebla de hace cuatro meses, alrededor de 800 migrantes centroamericanos se encuentran en las calles de la ciudad pidiendo limosna en los cruceros; víctimas de la delincuencia organizada que los obliga a trabajar de este modo. Destacó que los tienen en hoteles donde les pagan la estancia y la cena y 100 pesos, a cambio de exigirles todo el dinero que recaudan.
“No solo es la delincuencia común sino el crimen organizado el que tiene el control de los migrantes y los mandan a trabajar a las calles”, apuntó. A su vez, dio a conocer que la delincuencia común atraca a los migrantes a la entrada de la Central de Autobuses (CAPU), en el paso peatonal o las salas de espera, donde les quitan lo poco que traen. Manifestó también que estas mafias tienen muy bien ubicados a los que quieren salirse y no los dejan, por lo que quienes están en esta situación están amenazados.
Actualmente, sobre todo en la zona de Orizaba-Esperanza, los migrantes no sólo tienen que cuidarse de las autoridades migratorias o del Ejército, sino también de la delincuencia organizada y de la delincuencia común, ante el incremento en el robo de trenes. Reveló también que dichos robos son un distractor de los huachicoleros para poder tener acceso a los ductos de combustible que ahora están fuertemente resguardados.
Finalmente, señaló que el desafío actual de los albergues es la movilidad interna, pues hay mucha gente proveniente de Guerrero, Michoacán y Chiapas, que salen huyendo ante la inseguridad y violencia, que se quedan a vivir en las colonias de la periferia. Un fenómeno similar está ocurriendo con los poblanos que viven en el llamado Triángulo Rojo, zona de robo y tráfico de hidrocarburos, donde se tienen que desplazar porque sus familiares están involucrados.