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Janine Benyus: La mujer que inventó la biomímesis

Publicado el 8 de febrero, 2016
Janine Benyus: La mujer que inventó la biomímesis

CUANDO ERA NIÑA, Janine Benyus solía pasar
la mitad del día en el bosque que rodeaba
su casa en Nueva Jersey. Salía muy temprano,
apenas despuntar el alba, con el almuerzo que
le había preparado su madre, algunas guías de
campo y un microscopio. Doce, catorce horas
pasaban hasta que escuchaba una campana
que tañía su madre para llamarla a cenar. 

Todo ese tiempo lo pasaba observando
los insectos, los árboles, las plantas y
los animales. Así, poco a poco y sin darse
cuenta, se convirtió en lo que ella llama una
“nerd de la naturaleza”. 
“Había un campo al que solía ir, y cuando
atravesaba el bosque y subía, había un
campo. Yo observé eso, mes tras mes, y sabía
dónde estaban todos los conejos, de dónde
iban a salir las mariposas. Conocí la comunidad,
y la observé muy meticulosamente y
la estudié. Y bueno, un día vino una excavadora,
y lo arrasó todo”. 
Benyus, quien se graduó summa cum
laude
por la Universidad de Rutgers, encontró
en ese evento el plot point de su vida. Sin
embargo (en ese momento tenía 12 años), no
estaba consciente de cuánto y de qué modo
influiría en su destino.
“Fue algo muy grande. Muy grande. Pienso
que mucha gente que trabaja en labores de
sustentabilidad tiene una historia de pérdida,
tal vez no tan dramática como esa, porque
fue muy grande para mí. Lo que pensé en
ese momento fue… —porque después de que
arrasaron con el campo me pasé todo el verano
observando mientras ponían céspedes y
construían caminos y casas— que la gente que
lo hizo, si hubiera sabido lo que yo sabía sobre
esa comunidad de organismos, lo habría
hecho de otra manera y no hubieran, literalmente,
arrasado con todo”. 
A partir de ese evento Benyus decidió que
se convertiría en escritora y que los temas que
abordaría tendrían que ver con la ciencia y la
historia naturales. 
Años más tarde ingresaría en la universidad
y realizaría dos posgrados: uno en Manejo
de Recursos Naturales y el otro en Letras
Inglesas, pues deseaba perfeccionar su escritura
y sus dotes como narradora. 
“Todos mis libros tratan básicamente de
las adaptaciones que realizan las plantas y
los animales. Y también tratan de tecnologías,
pero en el mundo natural. Así que, de
algún modo, eran guías de campo de los hábitats silvestres”.
Por adaptaciones Benyus se refiere a los
procesos que realizan ciertos organismos vivos
para adecuar su existencia al entorno que
los rodea. Así, por ejemplo, una araña puede
tejer su telaraña en el agua, a temperatura
ambiente y sin la presencia de químicos
tóxicos. O las llamadas avispas cartoneras
que transforman trozos de madera muerta
en papel con el que fabrican nidos extremadamente
resistentes al agua. A partir de ello,
Benyus se hizo una pregunta: “¿Alguien está
tratando de emular conscientemente las tecnologías
de la naturaleza?” 
Benyus cayó entonces en la cuenta de que
existían diversas investigaciones que trataban
de incorporar ciertas habilidades, estructuras
o virtudes de determinados organismos vivos.
Y cada vez que descubría un nuevo artículo
o reportaje que versaba sobre la emulación
de ciertos mecanismos de la naturaleza en la
vida de los seres humanos, lo colocaba en una
carpeta que con el tiempo fue haciéndose demasiado
voluminosa. 
FOTO: TECNOLÓGICO DE MONTERREY
“Cada ejemplo que conseguía tenía un
nombre diferente. Toda esta idea de la naturaleza
inspirando la innovación no tenía nombre.
Así que, bueno, como escritora, literalmente
yo… Aunque debo decir que al principio
no lo vi. Al principio sólo tenía que darle
un nombre a la carpeta. Así que tomé el diccionario y busqué: “Bio: griego para vida, y
mímesis: para imitar”, y dije: “Eso es demasiado
difícil, biomímesis, así que lo convertí
en biomimicry [biomimesis en inglés], y lo
escribí en la pestaña de la carpeta”. 
La palabra acuñada por Benyus dio origen
no sólo a la tesis central de la biomímesis
(imitación de los modelos, sistemas y elementos
de la naturaleza con la finalidad de
resolver problemas humanos complejos),
sino también al libro Biomimicry: Innovation
Inspired by Nature
(1997). 
La palabra no sólo sirvió para referenciar
los artículos y recortes colectados por Benyus,
también agrupó los esfuerzos de muchas
personas, instituciones o empresas que estaban
trabajando en proyectos similares. “En cuanto le das un nombre a algo, la
gente que hace este trabajo —incluso si lo
hace con materiales o energía, medicinas,
negocios o agricultura— repentinamente tiene
algo en común, un hilo común, y entonces
puede decir: ‘Estoy haciendo biomímesis
en arquitectura, en ingeniería’. Y eso les da
una manera común de describir su método
de innovación. Porque eso es en realidad; es
como el método científico, un método de investigación, y la biomímesis es un método
para resolver problemas a través del hecho
de señalar qué en el mundo natural ya ha resuelto
el problema”. 
El teorema postulado en el libro no sólo
lo convirtió en un best seller, también hizo
de Benyus una rockstar instantánea venerada
por científicos, estudiantes, periodistas,
empresas y académicos que buscaban comprender
y aplicar sus postulados. 
“Por entonces había un estudiante de
doctorado que leyó mi libro y dijo: ‘Quiero
hacer esto para mi carrera’. Y yo le respondí:
‘¿Qué? ¡No hay carrera. Es un libro!’”. 
Es sólo que, sorprendida y agobiada por
todo lo que estaba ocurriendo, Benyus lo
pensó mejor. 
“Me dije: ‘No, espera un minuto. Tal vez
la haya. Tal vez el mundo quiere esto. Tal vez
el mundo está listo para que la inteligencia
biológica llegue a la mesa de diseño, la
mesa de ingeniería, la mesa de arquitectura,
la mesa de química. Tal vez estamos en un
punto en el que nos hemos percatado —han
ocurrido tantas consecuencias accidentales
de nuestras tecnologías— de que necesitamos algo de ayuda’. Así que estamos en un punto
de humildad, donde dijimos: ‘Somos una especie
joven’, relativamente joven… en realidad
lo somos: 200 000 años de antigüedad”. 
Un año después de la aparición de su libro,
Benyus cofundó la primera consultoría
del mundo inspirada en la naturaleza: Biomimicry
Guild
(hoy se llama Biomimicry 3.8).
De su mano, un colectivo que ha alcanzado
más de 250 clientes, tales como Boeing, Colgate-Palmolive,
Nike, General Electric, Herman
Miller, HOK Architects, IDEO, Interface,
Natura, Procter and Gamble, Levi’s, Kohler y
General Mills, por mencionar sólo unos cuantos,
ha puesto en marcha un número similar
de proyectos sustentables que emulan las
prácticas y los sistemas de la naturaleza. 
Las exigencias del trabajo de Benyus
—quien no está casada, pero mantiene una
relación de pareja desde hace 28 años— determinaron
que no tuviese hijos, sin embargo,
ella considera que su consultoría y el Biomimicry
Institute, una organización no lucrativa,
son sus vástagos. 
Las aplicaciones de la biomímesis parecen
ser infinitas, sin embargo, fenómenos como
el efecto invernadero, la emisión de gases CO2 y el calentamiento global parecen sugerir que
aún no estamos del todo listos para entender
esta lección. Benyus no está de acuerdo. 
“¿Sabes? Ya estamos maravillosamente
listos para todo esto. Yo soy la más sorprendida
cuando me despierto cada día y me entero
de que hay tres, cuatro estudios más de
productos biomédicos, otro centro de 25 millones
de dólares inaugurándose en Harvard
para el Centro de Ingeniería Biológicamente
Inspirada, así como más universidades que
ahora ofrecen doctorados en biomímesis,
maestrías en biomímesis”. 
La pregunta puede ser retórica y simple,
pero no hay manera de evitarla: ¿Es la biomímesis una manera de volver a lo básico? ¿De
ir a la escuela primaria y reaprender de nuevo
porque parece que no entendimos nada? 
Benyus es categórica: “Sí, lo es de muchas
maneras. ¿Sabes? No es regresar a una época
no tecnológica. En realidad, las tecnologías de
la naturaleza son mucho más elegantes y las
veo en realidad como tecnológicamente avanzadas.
Pero es… ¿perdón? ¿Tecnología suave?
¿Así es como la llaman, tecnología suave?
¿Qué significa eso?
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