

LAS PLAYAS DEL MUNDO ATRAVIESAN UN PROCESO DE “APLASTAMIENTO”. El aumento del nivel del mar y la urbanización costera deterioran los ecosistemas, aceleran la erosión y ponen en riesgo los litorales arenosos.
Omar Defeo, profesor de la Universidad de la República de Uruguay, afirmó que el problema resulta urgente y global. “En mi presentación durante el Día de la FAPESP (Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Sao Paulo) el jueves pasado, mostré varias diapositivas relacionadas con nuestro trabajo en conjunto con colegas brasileños y colaboradores de distintos países”, dijo a Newsweek. Y advirtió: “Casi la mitad de las playas desaparecerá a finales de siglo”.
Un estudio publicado en 2022 en Marine Pollution Bulletin profundizó en los efectos del desarrollo urbano sobre los ecosistemas costeros. Bajo la dirección del investigador brasileño Guilherme Corte, el equipo analizó la biodiversidad en 90 sitios distribuidos en 30 playas del norte de Sao Paulo, Brasil. Los resultados mostraron que los turistas ejercen el mayor impacto negativo: el número de visitantes se correlaciona de forma inversa con la riqueza de especies y la biomasa, especialmente en áreas sumergidas.
Corte, profesor asistente de biología marina en la Universidad Texas A&M, explicó que la proyección de una desaparición masiva de playas hacia finales de siglo proviene de una investigación previa realizada por Michalis I. Vousdoukas y sus colegas, publicada en Nature Climate Change en 2020. Ese trabajo analizó tendencias erosivas globales de largo plazo y concluyó que el retroceso de la línea costera aumentará con el tiempo, sobre todo en escenarios de altas emisiones de gases de efecto invernadero.
De acuerdo con ese estudio, entre 13 y 15 por ciento de las playas arenosas del planeta podría enfrentar erosión severa para 2050; la cifra ascendería a entre 35.7 y 49.5 por ciento hacia finales de siglo. Países como República Democrática del Congo, Gambia, Surinam, Comoras, Guinea-Bissau y Pakistán podrían registrar pérdidas importantes. En muchos de ellos, el turismo depende directamente de las playas.
Si se considera la longitud total de costas arenosas, Australia aparece como el país con la mayor pérdida potencial: al menos 11,426 kilómetros —casi la mitad de su litoral arenoso— estarían bajo amenaza, según la misma investigación. Argentina, Canadá, Chile, China, México, Rusia y Estados Unidos figuran también entre las naciones más afectadas.
Defeo subrayó que este panorama no surge únicamente de proyecciones. “Más de una quinta parte de las 315 playas arenosas que hemos evaluado en todo el mundo presenta tasas de erosión intensas, extremas o severas. Las actividades humanas explican buena parte de estas tendencias”, afirmó.
Corte compartió también imágenes de la costa de Galveston, en Texas, donde las pasarelas aparecen sobre zonas en las que antes se elevaban dunas hoy desaparecidas. Recordó que su estudio de 2022 demostró la alteración profunda que provoca el desarrollo costero en estos ecosistemas.
La biodiversidad de las playas arenosas resulta clave para funciones como la purificación del agua, el ciclo de nutrientes y el aporte alimentario para peces, tortugas y aves playeras. Sin embargo, el alto número de visitantes, las construcciones sobre la arena y la limpieza mecánica reducen tanto la biomasa como la cantidad de especies presentes.

Los efectos negativos no se limitan al área seca de la playa: las construcciones y la saturación de visitantes en la parte alta afectan incluso a las zonas inferiores y sumergidas.
Defeo insistió en que la conservación efectiva requiere proteger toda la “Zona Activa Litoral”, integrada por dunas, playa y zona de rompientes, con el fin de resguardar las costas arenosas de presiones acumuladas. Corte explicó que esta zona funciona como una interfaz dinámica entre tierra y mar. El viento y las olas trasladan material en ambas direcciones, mientras las dunas forman la barrera natural ante tormentas y oleajes intensos. Durante los temporales, las olas retiran arena; en los periodos de calma, la arena vuelve a depositarse. Ese equilibrio define la salud de las playas.
Cuando ese balance se rompe —por construcciones sobre la costa, eliminación de dunas o remoción de vegetación intermareal—, las playas dejan de regenerarse. La erosión avanza más rápido que la acumulación de sedimentos y las playas comienzan a desaparecer. En distintas regiones del mundo, viviendas costeras ya muestran daños graves o han quedado destruidas debido al aumento del nivel del mar y la frecuencia de tormentas.
En condiciones naturales, las playas podrían desplazarse tierra adentro para ajustarse al aumento del nivel del mar. Pero cuando casas, diques o carreteras bloquean ese movimiento, la línea costera queda atrapada en un fenómeno conocido como “compresión costera”.
Como último recurso, algunos países recurren a la regeneración de playas —el aporte artificial de arena—. Estados Unidos ha realizado casi 2,000 proyectos de este tipo. No obstante, Corte advirtió que estas intervenciones suelen resultar muy costosas y poco eficaces desde el punto de vista ecológico, sobre todo cuando el material añadido no coincide con el sedimento original.
Una diferencia en tamaño de grano o composición mineral puede impedir la supervivencia de las especies que habitan las playas. Para Corte, la medida más efectiva para protegerlas es preservar las dunas y la vegetación de la zona intermareal. En términos prácticos, implica evitar construcciones en esas áreas. N
(Con información de Soo Kim / Newsweek Internacional)