Hoy impera la sensación de que, de pronto, los volcanes están haciendo erupción en todos los rincones del planeta. En Hawái, centenares de viviendas en el área del Kilauea han estado en riesgo, desde hace más de un mes, debido a la invasión de la lava. El 3 de junio, el volcán de Fuego de Guatemala expulsó cenizas y rocas en una erupción que ha cobrado las vidas de más de 100 personas; y luego, el vecino monte Pacaya añadió su propio incidente a las catástrofes.
Ahora bien, ¿acaso los volcanes están más activos de lo habitual o es que solo recibimos más noticias sobre su actividad? Según Ed Venzke, administrador de la base de datos del Programa Global de Vulcanismo del Instituto Smithsoniano, lo que está sucediendo es lo segundo.
Reconoció que la preocupación es comprensible. “Si no es algo que forme parte de la vida cotidiana y de pronto aparece en las noticias, la gente se alarmará un poco”, dijo Venzke, en entrevista con Newsweek.
No obstante, insistió en que no hay necesidad de preocuparnos. En un momento dado, casi siempre hay, al menos, 20 erupciones en curso y, en lo que va de este año, 49 volcanes han hecho erupción. De hecho, Venzke señaló que esa es, más o menos, una cifra anual bastante estándar respecto de los años más recientes.
Desde el año 2000, los totales anuales han oscilado entre 63 y 80 erupciones, lo cual sugiere que 49 explosiones para mediados de junio podrían parecer un poco más que el promedio. Sin embargo, esa cantidad pasa por alto un factor importante en las estadísticas: la duración de cada erupción individual. En este caso, se considera que una erupción continúa hasta que el volcán ha permanecido inactivo durante tres meses… y para el 1º de enero, la cuenta de este año ya se encontraba en 37.
Esas erupciones prolongadas incluyen tanto la del Kilauea -que, en opinión de los científicos, comenzó en 1983- como la del Volcán de Fuego, iniciada en 2002. (Si te parece mucho tiempo, considera que un volcán de Vanuatu ha estado activo desde 1974). Si tomamos en cuenta esos eventos continuos, en realidad solo se han iniciado 13 erupciones durante el presente año. “Incluso podría ubicarse en el extremo anual inferior”, predijo Venzke, acerca del total de erupciones para 2018.
Sin embargo, los totales anuales son solo esclarecedores para un período relativamente corto. Conforme añades más antiguos, más disparada parece la actividad volcánica actual, pero esto es un artefacto de los propios datos, no de la actividad volcánica. Es reflejo de la expansión poblacional y tecnológica; una expansión que incrementa la proporción de erupciones notificadas, ya sea desde tierra, vía satélite y con otros datos a distancia. Y esto se traduce en que los científicos se enteran de más erupciones pequeñas o que ocurren en rincones aislados del planeta.
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“No vemos un incremento en las erupciones, lo que vemos es un incremento en las erupciones notificadas”, aclaró Venzke. “No es un incremento real, sino un incremento en nuestros conocimientos de lo que está sucediendo”.
Para no confundirse con el supuesto aumento general de las erupciones, los científicos que intentan hacer comparaciones con las erupciones de la antigüedad solo prestan atención a las erupciones grandes, ya que esas erupciones tienen muchas más probabilidades de terminar en registros documentales y geológicos que los científicos pueden citar como referencias.
En ese sentido, tampoco está ocurriendo algo extraordinario en estos momentos. “La cantidad de erupciones grandes ha sido muy estable”, aseguró Venzke. Es más, ninguna de las erupciones de este año ha reunido los requisitos científicos para caer en una de las dos categorías más graves de la clasificación de las erupciones volcánicas. Desde el año 2000, solo se han registrado dos erupciones en dichas categorías. “En todo caso, en este momento nos encontramos en el extremo inferior de las erupciones grandes”, enfatizó Venzke.
A pesar de ello, esto no implica que no se espere una erupción de ese tipo; todo es cuestión de estadísticas.
Así pues, la Tierra no está traicionándonos con un incremento en la actividad volcánica. Por supuesto, tampoco significa que la actividad volcánica actual no resulte atemorizante, y que no ponga en peligro las vidas de quienes residen cerca de esos sitios. No obstante, entender mejor la historia volcánica del planeta es la única manera como sabremos, a ciencia cierta, cuáles son los riesgos que enfrentan las personas que viven cerca de los volcanes, agregó Venzke.
“Tienes que conocer la historia de un lugar a fin de planificar y tomar precauciones para el futuro”, concluyó.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek